-“Buenas noches”
–se burló Kibum de sí mismo.
Sentado a la
ventana del autobús con las manos en los bolsillos del abrigo, no podía dejar
de pensar en la noche anterior. ¿Qué rayos había pasado? ¿Era su jefe
homosexual? ¿O estaba en alguna fase de descubrimiento interno post-divorcio?
De ser lo último, vaya que se había tomado su tiempo, ¿no estaba divorciado
desde hace ocho o siete años? Pero si, por otro lado, era gay, ¿cómo era que no
lo había mencionado? Y aunque no lo hubiese mencionado, ¿qué rayos le pasaba a
su gaydar? ¿Se había descompuesto?
¿Cómo no lo iba a notar? Ya llevaba algunos meses trabajando con el hombre,
¿cómo era que no lo había intuido siquiera?
Pero luego, fuese
que Jonghyun era gay o fuese que estuviera atravesando una etapa de redefinirse
a sí mismo, el punto era que lo había besado a él, así sin más. Nada de
insinuaciones ni flirteo previo, ni una mirada coqueta (porque no había habido
miradas coquetas, ¿cierto?), ni una palabra intencionada. Nada. Claro, lo había
salvado del idiota y le había dicho que salía con él, pero no era necesario a
ponerse a crear evidencia para respaldar la credibilidad de una relación
inexistente. ¡Es que Kim Kibum no tenía una “relación” con nadie! Precisamente
era eso lo que había causado el encontrón de la noche anterior fuera del bar.
Luego pensó: ¿y si
simplemente, como él les había insinuado una vez a él, a Minho y a Jinki, tenía
curiosidad de lo que se sentiría besar a un hombre? O sea, él lo había puesto
en otro contexto, pero no era necesario llegar a tanto para saber si se siente
rechazo o no del asunto. Y justo ahí había otro pero: no había sido Jonghyun el
que se había alejado sino él, y cuando lo había hecho no recordaba haber visto
rechazo en el rostro del mayor. De momento, y basado simplemente en la
evidencia de esa madrugada, no tenía cómo saber si era la primera vez que
Jonghyun besaba a un hombre o no.
¿Cómo iba a mirar
a Jonghyun cuando llegara al trabajo? Porque así como estaban las cosas era lo
que más le preocupaba: trabajaban juntos, es más, Jonghyun era su jefe. El beso
había estado bien –bastante bien, pero Jonghyun era la persona que pagaba su
sueldo. No podía mezclar los negocios con el placer. Pero bien se recordaba
haber pensado un tiempo atrás que si el moreno fuera homosexual y no fuera su
jefe bien se lo habría llevado a su departamento. Y si bien una de esas
cualidades parecía haber salido a la luz –aunque dejando la duda esperando a la
sombra, la otra no tenía intenciones de cambiar y él no iba a poner en riesgo
la estabilidad que tenía por un par de noches de sexo. Se lo debía a Joonyoung.
Sostuvo entre sus
dedos el pequeño dije de su collar nuevo. Suspiró y se dispuso a bajar del
autobús.
* * *
¿Y si Kibum
siquiera se aparecía por el bar el martes? ¿Si renunciaba? ¿En qué rayos había
estado pensando? No estaba pensando, en ese hecho recaía el problema.
Minho. Minho tenía
toda la culpa. Si él no fuera un mujeriego sin remedio, la tendencia del
Éxtasis a perder bartender femeninos cada mes por medio no los hubiera llevado
a la necesidad de contratar un bartender masculino. Y quizás, hasta ese punto
todo estaba bien, pero luego Minho se había empecinado en contratar a Kibum,
¡entre todos los aplicantes!
Pensar que al
comienzo había tenido miedo de que Kibum fuera a descubrir su secreto, y ahora
había sido él mismo quien se había dejado en evidencia, ¡y de qué manera!
¿Qué estaría
pensando Kibum en esos momentos? Se lo preguntaba más que nada porque él no
podía hacer otra cosa que pensar en lo que sucedería cuando tuvieran que verse.
Por la mañana, cuando había abierto los regalos junto a Gwiboon y Sodam, había
sacado a relucir su alegría más forzada. Gwiboon parecía no haberlo notado,
pero Sodam, luego de dejar a Gwiboon en casa de Hyoyeon, lo había llamado para
preguntarle si algo andaba mal. Ya se imaginaba la conversación si le hubiese
dicho la verdad.
“Sí, parece que me
voy a quedar sin bartender de nuevo.”
“¿Por qué?”,
hubiese preguntado ella.
“Porque puede o no
que lo haya besado. Puede o no que me haya gustado. Y, puede o no que en este
momento me esté tomando por un loco, pervertido y aprovechador.”
Sin contar que
luego de ello tendría que lidiar con la reacción de su hermana sobre su oculta
homosexualidad, no dejaba de ser cierto que le preocupaba lo que estuviera pensando
Kibum de él.
En otras
circunstancias, es decir, si Kibum no trabajara para él, todo sería más simple.
Se hubiesen conocido en algún antro de la ciudad, habrían bailado o se habrían
tomado un trago en la barra y él lo hubiese besado. Si Kibum le correspondía,
lo más lógico hubiera sido que terminaran en un motel; si no le correspondía,
lo más lógico era que él se hubiera alejado y, si alguna vez se volvían a
encontrar, ambos harían como si no se conocieran. Pero esas no eran las
circunstancias.
No se habían
conocido en cualquier antro de la ciudad y Kibum le había correspondido, o eso
quería pensar, pero no habían terminado en un motel sino que se habían alejado,
y aun así eso no significaba que de ahí en adelante fueran a hacer como si no
se conocieran; después de todo, trabajaban juntos.
¿Hablarían del
tema cuando se vieran? Por primera vez, deseaba que Minho se perdiera en algún
lugar con su amante de paso y no llegara a trabajar.
* * *
Lo había
intentado, podía jurar por Gwiboon que había intentado no ir hasta la puerta de
su edificio para hablar con Kibum. Pero había sido más fuerte que él.
Lo había llamado
apenas se levantó, pero el rubio no atendió a ninguna de sus llamadas. Si Kibum
estaba enojado, al menos debía darle la oportunidad de pedir disculpas, aunque
lo único que podía decir sobre el asunto era que por ningún motivo lo había
planeado. Cuando recordaba el momento, sólo podía pensar en que se había
refrenado de besarlo ahí mismo en el auto, pero luego, cuando Kibum se dirigió
hacia las escaleras, no supo nada hasta que se vio a sí mismo besándolo de
verdad.
Más o menos había
tenido la misma impresión hace una hora atrás cuando en un momento tenía su
celular en la mano y al siguiente sostenía las llaves del auto. Pero sólo
cuando había estacionado el auto fuera del edificio era que se había dado
cuenta de la falla en la maniobra. Si Kibum no le contestaba el teléfono, ¿qué
le hacía pensar que le abriría la puerta del edificio? Luego de unos momentos
de meditación se dijo que como Tom Hanks en Tienes
un e-mail tendría que contar con la suerte de que alguno de los otros
residentes se dispusiera a salir o entrar de él para colarse dentro.
Estaba en eso
cuando exactamente el residente que esperaba ver fue el mismo que salió del
edificio. Ya tenía la puerta del carro abierta cuando se dio cuenta que no
venía solo si no que en compañía de Taemin, Jongin y un pequeño que, dedujo,
debía de ser Joonyoung. Había sido un tarado. ¿Cómo no iba a recordar que Kibum
había comentado que estaría con él? Y de todos modos, no era como que le
apeteciera tener que conversar con Kibum teniendo a Taemin y Jongin de
audiencia. Siquiera sabía si Kibum les había contado; eran amigos, pero él no
sabía hasta qué punto la intimidad del rubio era compartible según sus
parámetros.
Se volvió a sentar
en el auto y los vio subirse al mismo auto rojo que conducían los amigos de
Kibum cada vez que iban al bar. Los vio marcharse y estuvo un segundo en modo
detectivesco y a punto de seguirlos, pero luego se dijo que teniendo la edad
que tenía iba siendo mucho mejor que se refrenara y esperara el momento
oportuno para hablar con Kibum, si es que había uno.
* * *
¿Qué iba a hacer? No
quería renunciar. ¿Y si Jonghyun lo echaba? Sentía que la nieve se derretía
bajo sus pies mientras caminaba hacia el bar.
Antes de entrar en
el local respiró profundo y se dijo que lo mejor que podía hacer era actuar
como si nada. No era que se iba a negar a los hechos ocurridos noches antes,
después de haber pensado tanto al respecto era trabajo infructuoso el intentar
negarlo. Pero, estaba seguro que Jonghyun tenía tanto interés en tener una
conversación sobre aquello frente a Minho como el que tenía él. Se preguntaba
si este último estaría al tanto de lo ocurrido.
Abrió las puertas
y fue exactamente al primero que se encontró.
-Hola –le saludó el
pelinegro con la alegría de haber tenido un fin de semana de buen sexo.
-Hola –le
respondió él con el ánimo de haber pensado en su jefe todo su fin de semana.
Obviamente, Minho pareció no notar la diferencia.
Jonghyun salió
justo en ese momento de la bodega.
-Hola –le dijo
también a él, intentando no sonar conmocionado.
El aludido se lo
quedó viendo un rato, apenas unos segundos, antes de corresponder al saludo.
Minho se movía por
entre las mesas y Kibum fue a dejar su abrigo en la bodega. Pasó por su mente
la posibilidad de que Jonghyun lo alcanzara allí para decirle que debían
hablar. Pero no ocurrió.
El resto de la
noche hubiera pasado en la misma incertidumbre si no hubiera sido por las
miradas de Jonghyun. Había algo ahí. ¿Duda? ¿Indecisión? ¿Qué?
Llegados a un
punto de la noche, cuando la mayoría de los clientes habían hecho retirada
voluntaria y ordenadamente, Kibum casi se golpeó la cabeza contra la barra,
¿cómo no lo había pensado antes? ¿Tan desorientado se encontraba? Claro que
Jonghyun no lo había incitado a conversar. No tendría problema alguno después
de que cerraran el bar y Minho se fuera; Kibum quedaría completamente solo para
enfrentarse a él, significara lo que eso significara.
¿Qué hubiera
pasado esa noche si no se hubiera apartado? La pregunta se repetía, otra vez,
en su cabeza mientras Jonghyun manejaba en silencio. La música en la radio
parecía el antesala a lo que estaba a punto de decir.
El mayor apagó el
motor fuera del edificio y se quedó con las manos en el volante, buscaba qué
decir, pero llegados aquí estaba tan confundido que no sabía si pedir disculpas
o volver a intentarlo.
-Sobre lo que pasó
la otra noche… -partió esperando a encontrar una señal en el rostro del menor
que le diera luces rojas o verdes, pero Kibum decidió ahorrarle el esfuerzo de
encontrar las palabras.
-Sí, sobre eso… no
te preocupes… O sea, me sorprendió y eso, pero no vamos a armar un alboroto por
nada, ¿verdad? Eres mi jefe y… todo está bien. –Sonrió y, ya que Jonghyun no
hizo nada más que asentir, se bajó del auto apenas musitando un “buenas
noches”.
Jonghyun lo vio
entrar y, por pura frustración, no fue capaz de hacer partir el auto hasta
minutos más tarde. Desde su ventana, con las luces apagadas, Kibum lo observó
alejarse, sintiendo que estaba tan desconcertado como lo había estado durante
el fin de semana.
* * *
Se había intentado
convencer de que estaba bien con cómo habían quedado las cosas entre Kibum y
él. Al fin y al cabo, no lo había perdido como barman. Pero cada día que Kibum
llegaba al bar con su carisma y su buena disposición se decía que quizás
hubiera estado dispuesto a conseguir un nuevo barman si eso, al menos, le
hubiera dado la posibilidad de comprobar si el veneno sabía del mismo modo
cuando se bebía toda la botella.
-Oye. –Minho
agitaba su mano en su dirección desde arriba de una silla en la que estaba
subido colgando unas guirnaldas. –Puede sonar hipócrita que yo lo diga, pero
deberías estar ayudando en lugar de estar ahí.
Jonghyun miró
hacia la caja frente a la cual estaba sentado. Parecía no saber cómo había
llegado hasta ahí. Minho bajó de la silla y se acercó a él.
-Jonghyun, ¿pasa
algo? No me gusta tu cara.
-A mí tampoco me
gusta la tuya y no me estoy quejando –dijo haciendo una mueca de pocos amigos.
-Hey. –Minho
levantó sus manos en son de paz. –Me refiero a que pareces preocupado por algo.
Pones caras, cómo cuando sacas las cuentas o cuando me puteas por algo que
hice. ¿Hice algo ahora?
-¿Qué? No, no,
nada. Estaba pensando…
-¿En qué? ¿Está
todo bien?
Jonghyun se
preguntó por un segundo a qué se refería Minho con “todo”. Minho era por lejos
su mejor amigo; Minho había estado ahí en los momentos felices que había vivido
así como en los que no habían sido tan felices. Pero había una brecha entre
ambos que sólo él conocía, que sólo él sentía presente. Porque él la había
labrado. Era por esa brecha que su amistad se había vuelto tan superficial en
los últimos años, y era por eso que se cuestionaba su respuesta a aquella
pregunta.
-Sí, está todo
bien. No era nada. Tonteras –respondió al fin.
Salió detrás de la
barra siendo seguido por la mirada de Jongin que junto a Kibum revisaba que no
faltara nada para la noche.
-Tu jefe se ve
algo raro.
-¿Raro? –preguntó
Kibum levantando la vista apenas para mirar a Jongin y dirigir su mirada
brevemente hacia los dos hombres en la entrada.
-Sí… no sé, se ve
diferente…
-Lo viste hace una
semana, ¿cómo va a verse “diferente” en tan poco tiempo?
Pero él sabía a lo
que Jongin se refería.
Jonghyun no había
vuelto a tocar el tema del beso y todo parecía haber quedado en muy buenos
términos entre ellos. Y aún así se sentía intranquilo. Seguía dándole mil y una
vueltas, cada día parecía prestar más atención a lo que su jefe hacía y dejaba
de hacer. Lo que empeoraba el asunto era que sentía que a Jonghyun le pasaba
exactamente igual. ¿Cómo podría simplemente dar un paso atrás si sabía que
siquiera con insinuar en dar un paso adelante estaría todo hecho? Jonghyun y
esos repentinos ojos de cachorro que ponía cuando sus miradas se encontraban lo
iban a volver loco. Y no faltaba mucho para eso. De hecho, casi nada.
El bar fue abierto
a la hora de siempre y, tal como la semana anterior, sin importar el frío que
hacía afuera ni la nieve que aún seguía acumulándose en los techos, árboles y
básicamente cualquier lugar que pudiese soportarla, el ambiente fue llenándose
de la alegría estival.
Taemin esta vez
llegó temprano y cuando la barra comenzó a plagarse de clientes impacientes por
un trago se fue a sentar junto a Minho en una de las mesas. Jongin los miraba
de vez en cuando y se preguntaba de qué tanto hablaban y reían. Si no supiese
por el mismo Kibum que Minho era tan mujeriego como la nieve era fría, sus
celos se habrían puesto en estado de alerta.
Kibum, a su lado,
trataba por todos los medios de enfocarse en lo que estaba haciendo con la
coctelera, teniéndose que repetir a sí mismo que debía poner más atención en lo
que estaba haciendo si no quería acabar con algún cliente intoxicado por
mezclar lo que no debía. Pero Jonghyun no se lo estaba poniendo fácil. Kibum
podía sentir su mirada sobre él cada vez que tenía un segundo disponible. Lo estaba
quemando. Entregó un trago y recibió otro vale. Faltaban 15 minutos para que
diera la medianoche dando paso a un nuevo año.
Minho se excusó de
la mesa que compartía con Taemin, cuando quedaban cinco minutos antes de la
cuenta regresiva. De pie sobre la tarima avisó a todos los presentes el tiempo
que restaba para decir ¡feliz año nuevo! y les animó a pedir sus vasos de
champagne para recibir el comienzo de una nueva rotación terrestre como
correspondía. Por supuesto, estos últimos tragos eran por parte de la casa.
Kibum y Jongin pasaron los últimos minutos del año sirviendo champagne en copas
delgadas y alargadas.
Totalmente
posicionado de su rol de anfitrión, Minho escrutó el bar, cerciorándose de que
todos tuvieran una copa en la mano. Y comenzó la cuenta regresiva.
10…
Jongin cruzó la
barra con una copa de champagne en la mano.
9…
Taemin lo recibió
con una sonrisa. Al mismo tiempo, en la barra, otras miradas se encontraban.
8…
Kibum se sirvió
una copa de champagne para sí mismo.
7…
Todo el mundo dentro
del bar miraba los dígitos en cuenta regresiva en la pantalla.
6…
Kibum sintió
aquella mirada de nuevo sobre él. La champagne desapareció tan rápido como
había llegado a la copa.
5…
Jonghyun suspiró
hondo, el leve sonido ahogado por todas las voces a su alrededor.
4…
Minho descendió de
la tarima para pasar su brazo por la delgada cintura de la morena con la que
había intercambiado miradas mientras conversaba con Taemin.
3…
Kibum se decidió a
servir dos copas de champagne.
2…
Le entregó una al
moreno a su lado y lo miró directo a los ojos haciéndole una señal para que
bebieran.
1…
Mientras todos los
demás en el bar se preparaban para los abrazos y los besos de año nuevo, Kibum
creyó perder su último resquicio de cordura y arrastró a Jonghyun hacia el
sector de la bodega.
0…
Jonghyun lo
estampó contra la puerta, ahora cerrada, del baño y lo besó con coraje, con las
ansias reprimidas por toda una semana.
Kibum se vio
imposibilitado de mover sus manos a su antojo, ya que cuando se dio cuenta,
Jonghyun las mantenía aferradas por las muñecas. De todos modos, esto no fue
impedimento para que no pudiera sentir los relieves del cuerpo ajeno, el cual
estaba aún más cerca de lo que lo estuvo cuando se besaron fuera de su
edificio; la puerta que lo sostenía por la espalda era su mejor aliada. Una
erección peligrosa comenzó a ejercer presión en su ropa interior, y la cercanía
solo le confirmaba que ambos estaban en igualdad de condiciones.
-No hay tiempo
–comentó, más como una queja.
-Al cerrar…
-Mi departamento
–acabó la frase, liberándose de su ardorosa prisión y acomodándose la ropa
antes de salir a la bodega.
Tomó algunas
botellas para llevar a la barra mientras Jonghyun salía de la estancia,
haciendo su mayor esfuerzo por no volver a mirar atrás.
A pesar de que
había parecido –y se había sentido –resuelto cuando habían decidido acabar en
su apartamento, su lado racional no dejaba de susurrarle que había
posibilidades de que aquello no acabara bien. De todos modos, cuando el auto se
detuvo fuera de su edificio, el susurro se apagó en el segundo en que Jonghyun
volvió a besarlo. Al diablo con las consecuencias, si eso era parte de
disfrutar la vida, era exactamente eso lo que iba a hacer.
-Subamos –le
indicó alejándose apenas lo suficiente para hablar. Justo antes de abrir la
puerta para salir, decidió que era ahora o nunca el momento de quitarse la duda
de encima. –Has hecho esto antes, ¿verdad?
Jonghyun,
intuyendo a qué se refería con “esto”, retuvo el impulso de volver a abalanzarse
sobre el rubio para responder a su pregunta. En cambio, le sonrió de un modo
que Kibum no supo describir, pero que si lo hubieran instado a calificarlo, lo
hubiese llamado malicioso.
-Necesitaba salir
de la duda –comentó como si hubiera sido un mero detalle.
El rubio abrió la
puerta del edificio y Jonghyun lo siguió en silencio. Subieron las escaleras al
segundo piso, mientras Jonghyun pensaba que debía haberse imaginado, por la
edad de la construcción, que no contaría con ascensor. Pero, en contra de su
siguiente predicción, Kibum abrió la puerta del departamento con una clave
numérica.
Kibum se adentró
en su casa, pero no encendió la luz y ya que Jonghyun no conocía el interior,
una vez que hubo cerrado la puerta se quedó a oscuras. Por un momento se sintió
solo. Iba a llamar a Kibum cuando sintió que el menor le atacaba la boca
haciéndolo recostarse contra la puerta si no quería acabar en el suelo; aunque
tal vez eso no fuera tan mala idea.
Mientras Jonghyun
intentaba quitarse la chaqueta, Kibum ya había bajado sus manos hasta el cierre
del pantalón ajeno en una maniobra por recuperar presencia y liderazgo en lo
que ocurría. Jonghyun era, notoriamente, un dominante nato, pero si había algo
que le gustaba a Kibum eran los retos. Sin contar que no estaba acostumbrado a
que alguien que no fuera él llevara el ritmo de la situación. Pero, en contra
de sus propios deseos, Jonghyun volvió a tomar la delantera cuando sin previo
aviso lo alzó del suelo y él no tuvo otra opción que enroscar sus piernas
entorno a su cintura. El moreno apretujó su trasero, haciéndolo gemir; le
mordió el cuello y, en respuesta, él tiró de su cabello.
-Cuarto, ahora –le
dijo Jonghyun con una voz que él creía no haberle oído nunca. Más profunda,
algo más salvaje.
Lo guio hasta la
habitación y allí tampoco encendió la luz; la oscuridad le daba una sensación
de ventaja. Pero tan pronto como Jonghyun lo hubo hecho presa de sus manos, esa
y cualquier otra sensación posible se dispersaron.
Con la misma
agilidad que el moreno preparaba tragos de cóctel, le había abierto los
pantalones y se había introducido en ellos acariciando la piel bajo la ropa
interior.
Kibum aún sentía
escalofríos por el roce lento pero firme del mayor cuando el frío del cuarto le
golpeó las piernas al verse –en parte –libre de su pantalón. Si las luces
hubieran estado encendidas, hubiese visto a Jonghyun arrodillarse frente a él,
pero como su campo de visión estaba limitado a lo que recibía la luz
proveniente de la ventana a su espalda, no supo lo que estaba ocurriendo hasta
que sintió los labios de Jonghyun a la altura de su pelvis, y una de sus manos
en su miembro mientras la otra lo sostenía por la cadera. Sentía ese calor
particular y específico de su erección.
Si no había sido
obvio en un principio, para esas alturas ya estaba claro que Jonghyun no era
ningún neófito en el asunto.
Jonghyun corrió su
lengua por el pene desnudo, saboreando el líquido preseminal. Masturbó a Kibum
al tiempo que introducía la punta del miembro en su boca. La piel de Kibum bajó
sus dedos se sentía suave y firme, podía oírlo gemir y sisear, y a cada segundo
que pasaba se volvía más urgente su deseo de voltearlo y entrar en él sin más
permiso que la erección que mantenía aprisionada en su ropa interior. Kibum lo
cogía por el cabello y él mismo podía sentir la electricidad de la excitación
recorriéndolo desde el cuello hasta el final de su espina dorsal.
Apuró el ritmo
tomando en su boca lo más que podía del miembro palpitante de Kibum hasta que
lo sintió tensarse de un modo amenazante. De un momento a otro, el menor se
correría y ambos lo sabían.
Reconociendo los
espasmos previos a su orgasmo, Kibum le indicó a Jonghyun, con un roce en su
mejilla, que apartara su boca, pero, por el contrario, el mayor se asió más
fuerte a él.
-Mierda –farfulló
al sentir que no podría retenerlo ni un poco más si Jonghyun seguía
succionándolo así.
Su cabeza cayó
hacia atrás, su espalda se arqueó y, con un gemido más alto y más gutural que
los anteriores, se vino en la boca de Jonghyun, quien recibió la descarga sin
mayor aspaviento.
A Kibum le
flaqueaban las piernas. Se sentó en su cama justo para recibir los labios de
Jonghyun en los suyos. El mayor se abrió paso dentro de la boca de Kibum y éste
pudo sentir el resabio de su propia esencia.
- Aún estás
vestido –comentó en algo parecido a un arrullo.
-Se puede
solucionar.
Ambos se
despojaron de las prendas que aún traían encima y, una vez acabados, Jonghyun
se unió a Kibum en la cama. El menor dejó a sus dedos trepar por el cuerpo del
moreno como no habían tenido posibilidad de hacerlo hasta el momento. Jonghyun
era cálido al tacto y podía percibir cada uno de sus músculos marcados.
Mientras, el mayor masajeaba sus piernas labrando el camino hasta la entrada de
Kibum.
¿Liderazgo? Kibum
había olvidado cualquier ánimo de luchar por él. De momento, Jonghyun podía
hacer lo que quisiera con él, ya luego se preocuparía por llevar las riendas de
lo que pasara. Suponiendo que hubiera una siguiente vez.
Se obligó, de
todos modos, a racionalizar el asunto e intentó recordar si tanto el lubricante
como los condones se encontraban en su velador o en el baño. Se arrastró por la
cama, dejando que Jonghyun lo siguiera a gatas, hasta que dio con su velador.
Comenzó a rogar porque lo que necesitaba estuviera allí. No era que no
estuviera preparado para ocasiones como aquellas, ya que ocurrían más seguido
de lo que era aparentemente moral reconocer, pero en sí esa noche lo había
tomado por sorpresa y no estaba muy seguro ni de donde tenía la cabeza.
Para su suerte,
encontró lo que buscaba. Dejó el condón relegado
y destapó la botella. Se la tendió a Jonghyun quien, sin pensárselo dos veces,
embadurnó uno de sus dedos con el líquido. Ubicado entre las piernas de Kibum y
levantando ligeramente una de ellas con su brazo, se adentró en la cavidad del
rubio, haciendo que éste gimiera al sentir la fría intromisión. Pronto, y con
ayuda de algo más de lubricante, Jonghyun añadió un segundo y luego un tercero.
Sabía que había
una diferencia entre aquello y la realidad, pero también sabía que Kibum estaba
listo y que él mismo no podía seguir esperando. Su erección palpitaba a
centímetros de la entrada del rubio añorando su turno.
Con un último
beso, más fuerte y rudo que cualquiera que ya se hubieran dado, Jonghyun le
ordenó que se volteara. El menor no demoró mucho en darle una completa muestra
de su espalda desnuda, mientras se sostenía de sus rodillas y manos.
Kibum lo sintió
entrar como quien siente una inyección de adrenalina. Directa, certera y
energéticamente. Arqueó su espalda otra vez y de sus labios exhaló un sonido
entre un suspiro y un gemido. Jonghyun, quien se aferraba a sus caderas como a
un muelle, se quedó quieto esperando sobreponerse a la sensación inicial.
Tiempo después, Jonghyun pensaría que nunca había
podido reponerse de aquella sensación. Pero, de momento, era sólo el principio.
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