Tal como predijo Kibum, para cuando
Diciembre llegó, comenzó a caer nieve sobre la ciudad, por lo que para cuando
las fiestas de fin de año llegaron la capa de nieve en las fachadas daba el
toque festivo.
-Espero que el frío no detenga
a la gente –comentó Jonghyun que había puesto su concentración y ánimo en la
preparación tanto de la fiesta de navidad como la de año nuevo, más que nada
para mantener su mente ocupada en asuntos diferentes a los que ya la traían
algo distraída.
-No lo creo. Además, es fin de
año. Ni el frío le quita a la gente el ánimo en estas fechas –le aseguró Kibum
con una sonrisa.
Jonghyun no sabía definir muy
bien la sensación que lo atacó de modo furtivo y que se hizo consciente de un
momento a otro. La sonrisa de Kibum parecía haber detonado algo, y no era como
si nunca lo hubiese visto sonreír. Quizás era como Kibum había dicho, no era
nada más que el ánimo festivo.
Jongin llegó poco después y,
luego de que hablara algunos minutos con Jonghyun, Kibum le explicó algunos de
los procedimientos normales del funcionamiento de la barra y otros aspectos que
habían planificado específicamente para las festividades. No era como si Jongin
necesitara entrenamiento extra ni nada. Aunque se desempeñaba como barista, él
era un bartender tan capacitado como lo era Kibum.
Quedaban apenas unos minutos
para abrir cuando Jonghyun se les acercó por el lado externo de la barra.
-¿Todo bien? –les preguntó
sonriendo amablemente a ambos.
-Kibum ya me explicó las
rutinas y los especiales, así que creo que sí –fue la respuesta de Jongin.
-Aquí las horas fuertes son
entre las once y las dos de la mañana, poco después de eso dejamos de servir,
sino sería aún más difícil sacar a algunos de los clientes –comentó Jonghyun
haciendo un gesto que hizo reír a ambos bartender. -Media hora antes de cerrar
ya no se venden ni se sirven más tragos. A esa hora quedas liberado hasta el
próximo sábado –dijo recordándole su trato de apoyarlos también para el día de
año nuevo.
Jongin asintió sin añadir
nada.
-Asumo que ya le compraste su
regalo a Gwiboon –le dijo Kibum de pronto, cambiando de tema.
Jonghyun se rio de la
vitalidad con la que a veces lo sorprendía el menor.
-Sí, por supuesto.
-¿La ves mañana?
-De hecho sí. Cena con sus
abuelos hoy y mañana por la mañana abrimos los regalos juntos. En la tarde la
llevo con su mamá. ¿Y tú, ves a tu hijo mañana?
-Sí –respondió sonriendo
abiertamente, lo que enterneció tanto a su jefe como a su propio amigo. –Lo
paso a buscar en la tarde y se queda conmigo hasta el lunes al mediodía.
Minho, por su parte, acababa
de terminar de decorar el inmenso árbol de navidad que habían instalado junto a
las ventanas del fondo del local.
-Jonghyun, ¿están listos los
tickets?
-Creo que nunca te había visto
en tal modo ejecutivo –fue la respuesta que recibió por parte de su socio.
-No te rías, ya sabes que no
me dura mucho.
-Aquí están.
-¿Para qué son esos tickets?
–preguntó Jongin.
-El regalo del bar a los
clientes –le respondió Kibum. –Los primeros 100 tragos de la noche son gratis.
Jongin asintió y los demás
volvieron a lo suyo.
-¿Y Taemin? Pensé que ya
estaría para acá a esta hora, falta poco para las 12.
-Quería dormir un poco antes
de venir –respondió Jongin entre el barullo de la multitud que a esa hora
colmaba el bar.
-Pensé que estaba libre estos
días. ¿Los niños no están de vacaciones?
-Sí, pero no sé. Está creando
actividades y esas cosas. Quiere estar tranquilo para año nuevo.
Kibum asintió, entendiendo las
labores que su amigo tenía debido a su trabajo como profesor de primaria, y
siguió atendiendo a los clientes. Justo en esos instantes Minho se adentró en
la barra para conseguir un trago que, debido a la cantidad de personas esperando
por el suyo, tuvo que prepararse él mismo. Estaba justo al lado del rubio
cuando una mirada captó la atención de éste.
-Mierda –escuchó decir a Kibum
mientras tomaba una de las botellas del mostrador.
-¿Te pasó algo? –le preguntó
el pelinegro.
-No, nada. Nada –le respondió
calmándolo.
Minho acabó su trago y volvió
a la mesa en la que había estado gran parte de la noche hablando con un par de
chicas. Pero Jongin no se lo había tragado. Kibum era de esas personas que
decía “nada” y podía significarlo todo.
-¿Qué pasó? -le preguntó
apenas pudo.
Kibum roló los ojos y suspiró
resignado. Con Kai era mejor responder a la primera, de otro modo, sólo
agrandaría su curiosidad.
-No mires ahora, pero hay un
tipo, en la mesa justo al lado del tabique.
-Ya, lo atendí hace un rato. Asumo
que… -musitó dejando la frase inconclusa.
-Debe estar aquí de despechado
–añadió Kibum por lo bajo.
-¿Crees que sea un problema?
Si es así, mejor que le digas a Minho o a Jonghyun.
-No, no creo que cause
problema. La barra está llena; no me dio la impresión de ser el tipo al que le
gusten las grandes audiencias.
Aun así, Kibum mantuvo un ojo
en él durante un rato, lo suficiente para saber que él tampoco le estaba
quitando los ojos de encima a él.
Taemin llegó pocos minutos
después de la medianoche y se sentó cerca de la caja, el único sector vacío de
la barra. Jonghyun parecía necesitar un poco de compañía así que conversó con
él hasta que la barra estuvo algo más tranquila, lo que no fue sino hasta cerca
de las dos de la mañana.
-Al fin les veo las caras –se
burló un poco inclinándose sobre la barra para besar a Jongin.
-Aparentemente eras el único
con el problema –murmuró Kibum mientras Jongin se encargaba de atender a un par
de clientes.
-¿Por qué lo dices?
-Un idiota ha estado sentado
allí, mirando hacia acá técnicamente toda la noche.
-¿Un idiota? ¿Le dijiste a
Minho? ¿O a Jonghyun?
Jongin le dirigió a Kibum una
mirada de “¿qué te acabo de decir?”
-Lo conozco –fue, en cambio,
la contestación de Kibum.
-¿De dónde?
-De aquí.
Taemin roló los ojos.
-Adivino –fue su comentario.
Se giró sobre la silla y afirmó los codos en la madera. Observó al tipo que
desde una mesa miraba directo en su dirección.
Sabía que su amigo sabía
cuidarse, por eso no se metía en su vida privada, pero sabía que de vez en
cuando debían de aparecer imbéciles como él; poco resignados y dispuestos a
darle cacería. ¿No tenían respeto por sí mismo? Sabía, por otro lado, que Kibum
tampoco se dejaba comprar por actitudes como aquellas, pero eso no evitaba que
tipos así le dieran la lata.
-Se irá tarde o temprano –lo
tranquilizó Kibum, aunque él mismo tenía pocas esperanzas en ello.
-Esperemos –musitó Taemin.
Jongin y Taemin se fueron
apenas el bar cerró. Ambos habían insistido en esperar a Kibum, pero él les
aseguró que el tipo se había ido y que de todas maneras Jonghyun lo llevaría a
casa, por lo que no tenían nada de qué preocuparse.
Entre Jonghyun y Kibum
cerraron las cortinas del local; Minho se había ido temprano pues había
encontrado alguien con quien abrir los regalos, entre otras cosas, a la mañana
siguiente. Jonghyun estaba a punto de cerrar cuando recordó que había olvidado
cerrar la bodega.
-Espérame en el auto –dijo
presionando el botón que le quitaría la alarma al carro.
Kibum asintió ayudándolo a
levantar la cortina de la entrada. Tenía su mano en la puerta del copiloto
cuando unos largos dedos hicieron presión en su muñeca deteniéndolo.
-Suéltame –siseó por lo bajo,
moviendo su brazo bruscamente en orden de ser liberado.
-No contestas el teléfono, no
respondes mis mensajes…
-Te dije que no quería volver
a salir. Fue entretenido mientras duró, ahora me voy.
Kibum estuvo a punto de abrir
la puerta, pero esta vez el idiota se interpuso entre el auto y él.
-Si fue entretenido, ¿por qué
dejarlo hasta aquí?
-Porque se acabó. Creí que
trataba con gente con un poco más de comprensión. No quiero volver a verte. ¿Te
lo deletreo?
Para entonces, Jonghyun volvió
a salir del bar y se dio cuenta de que Kibum estaba acompañado. Había visto a
Kibum irse con él la semana anterior, y estaba seguro que lo había visto esa
noche sentado a una mesa sin quitarle los ojos de encima al barman.
Kibum notó su presencia y él se
apresuró a cerrar la cortina metálica. El ambiente estaba tenso cuando se
acercó.
-¿Algún problema? –preguntó
tocando el hombro del menor, esperando verse protector desde la visión de aquel
tipo.
-No –contestó Kibum
calmadamente, pero mirando fijamente al tipo aquel antes de alejarse cuanto le
fuera posible. Antes de que pudiera ir muy lejos el tipo acortó la distancia y
lo volvió a sujetar por la muñeca.
-¿Estás saliendo con él? ¿Es
eso? –Y a pesar de que era una pregunta, Kibum estaba seguro de que ya se había
imaginado toda una película sobre el asunto. Aun así, lo que más le preocupaba
era que Jonghyun se hubiera sentido atacado por la asunción.
En un cien por ciento, Kibum
esperaba cualquier cosa menos la reacción de Jonghyun.
-Sí, sale conmigo. ¿Algún
problema? –preguntó una vez más interponiéndose entre el tipo y Kibum.
-¿Cuánto tiempo le vas a dar?
–preguntó dirigiéndose a Kibum, pasando de Jonghyun. -¿Una semana? ¿Cinco días?
–bufó. Kibum no respondió, así que decidió dirigirse a Jonghyun. –Tú no te
sientas tan suertudo. El veneno sabe bien al primer trago.
Y
luego de darle una mirada de odio a ambos, se alejó. Lo vieron subirse a su
auto e irse.
Ni
Kibum ni Jonghyun dijeron nada, pero el mayor indicó que entraran en el auto.
Aún en silencio, Kibum se sentó de copiloto y Jonghyun encendió el motor.
De
tanto en tanto, el mayor observaba a Kibum, pero éste miraba por la ventana,
claramente tratando de eludir cualquier conversación. Jonghyun se detuvo frente
al edificio, ahora bien conocido, y todo se hundió en silencio. El hecho de que
ninguno se moviera no mejoraba la situación. Kibum, sintiendo que era su deber
después de lo que había pasado, habló primero.
-Siento
lo que pasó… y gracias.
-No
tienes que pedir disculpas –lo detuvo Jonghyun.
-Sí,
tengo. No era tu obligación ayudarme a salir de esa estúpida discusión sin
sentido. No tenías por qué haber pasado ese mal rato.
-Soy
tu jefe –dijo como si eso estuviera dentro de la lógica correcta.
-Con
más razón. Mis jefes no tienen por qué lidiar con los desperfectos de mi vida
privada. No volverá a pasar.
-No
puedes asegurar eso –le comentó en un modo que esperaba sonar amable. –Además,
ya nos dimos cuenta que los idiotas siquiera descansan en los festivos, yo que
tú me ando con cuidado.
Ambos
rieron y el ambiente pareció recién distenderse un poco.
-Bueno,
pero al menos, intentaré no… que no pase de nuevo –le aclaró Kibum, intentando
poner en claro que la situación no dejaría de incomodarlo.
Jonghyun
simplemente asintió, y no dijo nada más sobre el tema.
-Ahora
que lo recuerdo –dijo justo antes de que Kibum hiciera ademán de salir del
auto. –Si abres la guantera, vas a ver una caja. No es mucho, pero es algo. De
Minho y mío. Feliz navidad.
Kibum
se apresuró a abrir la guantera, aún sorprendido, y tomó la caja que le había
indicado Jonghyun.
-Muchas
gracias –dijo abriendo la caja. –Wow, está genial. Muchas gracias.
Dentro,
sujeto por unas pinzas que lo mantenían en su lugar, había un collar de plata
con el dije de un niño que debía de medir poco más de un centímetro.
-Espero
acordarme de agradecerle a Minho cuando lo vea el martes.
-No,
no –se apresuró a decir Jonghyun. –A Minho no le gusta mucho eso de los
agradecimientos y esas cosas, por eso no te lo dimos antes –elaboró de la nada.
–Con que lo uses, sabrá que te gusta.
Kibum
cerró la caja y la puso en el bolsillo de su abrigo. Jonghyun comenzó a sentir
una ansiedad por cortar las distancias.
-Gracias
–repitió una vez más. –Bueno, me voy. Que descanses.
-Tú
igual –musitó. Estuvo tentado a detenerlo, pero se contuvo.
Kibum
cerró la puerta y le hizo una seña antes de dirigirse a la escalera.
-Mierda
–masculló Jonghyun sin siquiera haber arrancado el auto. Abrió la puerta y
salió del carro llamando a Kibum.
El
rubio se detuvo con la llave aún atascada en la puerta de entrada.
-¿Pasa
algo? –le preguntó mientras Jonghyun subía la escalera hasta llegar a su
altura.
El
moreno se ubicó frente a él y Kibum lo vio suspirar como si los cinco escalones
hasta allí le hubieran agotado y, luego, sin siquiera haberlo visto venir, él y
Jonghyun se estaban besando.
Jonghyun
lo cogió por la cintura, apegando sus cuerpos, y Kibum podía sentir como él
mismo se dejaba llevar, regresando el beso con el mismo ánimo al tiempo que
intentaba no derretirse en los brazos ajenos, sujetándose de los hombros
anchos. Jonghyun lo sostenía con firmeza no sólo con sus manos sino también con
su boca, ávida y voraz. Pero así como la sorpresa –sin contar la calidez de los
labios ajenos -lo había embargado, la realidad lo hizo todo a un lado. Se valió
de sus manos aún apoyadas en los hombros ajenos para alejarse del mayor.
Jonghyun parecía querer retenerlo con la mirada, pero no pareció sorprendido al
oír el “buenas noches” que precedió a su total separación del menor, ni el
abrir y cerrar de la puerta del edificio que lo siguió.
Unos
segundos fueron necesarios para que Jonghyun se decidiera a regresar a su auto.
Puso las manos en el volante mordiéndose los labios, sin ninguna certeza si
volvería a tocar los de Kibum o no. Manejó de vuelta a su casa recordando las
palabras de aquel idiota fuera del bar y pensando en cuánta razón había tenido,
porque ciertamente si el rubio resultaba ser veneno, el primer trago había
sabido más que bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario