Hacía semanas que Jongin y Taemin no se pasaban por el
bar. A Kibum le gustaba burlarse de ellos diciéndoles que parecían estar en una
interminable luna de miel desde que Jongin se había mudado al piso de Taemin.
-Y tú estás celoso –le dijo Taemin justo antes de
besar a Jongin sólo para molestarlo un poco más.
-¿De qué podría estar celoso yo?
-Kibum –lo llamó Jonghyun que estaba un poco más allá
en la barra, llamando su atención para que volviera al trabajo.
-Lo siento –contestó antes de recibir el vale de un
grupo de chicos.
La pareja decidió tomar sus tragos y dirigirse a una
de las pocas mesas que quedaban vacías.
-Lo siento –repitió Kibum a Jonghyun cuando estuvieron
ligeramente cerca, pero éste no respondió.
El rubio pensó para sí que Jonghyun estaba
comportándose extraño últimamente. No era sólo el hecho que no le contestara
algunas cosas. Se había intentado convencer de que simplemente hay cosas que no
necesitan mayor respuesta, como aquel “lo siento”, no era que esperara que
Jonghyun le dijera “te perdono”, pero tampoco se había vuelto a mirarlo,
aunque, claro, estaba atendiendo a alguien. Pero ese era otro punto. Cada vez
que Jonghyun parecía estar ignorando sus palabras o sus acciones, él buscaba
excusas para su comportamiento.
Si ya había comenzado a hacer excusas para él, eso
debía significar que aunque no lo supiera a ciencia cierta, podía sentir que
Jonghyun estaba enojado con él por alguna razón.
No tuvo más tiempo para pensar en ello hasta que
tuvieron que cerrar.
Mientras subía las sillas en las mesas, miraba a
Jonghyun de reojo. Lo veía hablar con Minho y hasta en eso podía percibir algo
extraño en él. Quizás no estaba enojado con él, sino era otra cosa. Quizás
estaba teniendo problemas con su ex esposa. Quizás había problemas en el
restaurante. Quizás había problemas en el bar. Oh, Dios, ¿tendría que ponerse a
buscar un trabajo nuevamente? Al menos en éste había durado más que en el
anterior, y sus jefes habían sido mucho más simpáticos que el anterior.
Aunque si se lo pensaba, Minho no parecía estar tan
nervioso, así que quizás no había problemas en su sociedad… aunque, la verdad
era que Minho no se preocupaba por nada. Podría estar en la misma quiebra en
esos precisos instantes y aún así estaría buscando una cama en la que meterse
antes que un nuevo empleo.
Intentó dejar los pensamientos negativos atrás y
terminó con los suyo y se despidió. Notó que Jonghyun siquiera se había
ofrecido a llevarlo, pero luego, lo más posible era que supiera que afuera del
local estaban los chicos esperando por él. Pero luego, ahí estaba él haciendo
nuevas excusas.
Se metió en el auto y por el portazo que dio al
cerrar, que casi hizo saltar a la pareja dentro del carro, se ganó sus miradas
extrañadas y la bien conocida pregunta sobre qué le pasaba.
-Nada.
-Por nada no se deja un auto sin puerta –apuntó Jongin
cuando Taemin echó a andar el carro.
-De verdad, no es nada… o sea, a mí no me pasa nada…
pero…
-Pero… -lo instó Taemin dándole una mirada extrañada a
Jongin.
-No sé. Siento que Jonghyun-
-¿Tu jefe?
-No conozco ningún otro Jonghyun.
-Habla por ti –se burló
Jongin.
Kibum le dio una mirada que
expresaba su sentimiento hacia el comentario, pero que Jongin no vio.
-El asunto es que Jonghyun
parece estar enojado conmigo por alguna razón. Hace días ya que se comporta
raro conmigo.
-¿Raro? –escrutó Taemin.
-Sí.
-¿A qué te refieres? ¿Te ha
dicho algo?
-No, nada.
-¿Y cómo sabes que está
enojado contigo, entonces?
-No sabría decirlo…
-¿Y le preguntaste?
-No.
-¿Le preguntaste a tu otro
jefe?
-…no.
-¿No crees que estás
asumiendo cosas, entonces? –intervino Jongin.
-…sí. –Suspiró. –Sí, lo más
probable.
El tema pareció zanjado y
se acomodó contra el asiento trasero en los pocos minutos que tardaron en
llegar al edificio.
Pero aun cuando en su fuero
interno la pregunta de Jongin seguía siendo respondida con un “sí”, siguió
dándole vueltas al asunto hasta que se quedó dormido, y le siguió rondando al
otro día cuando se despertó.
* * *
Su consciente se abría paso
en medio de su sueño, pero él se negaba a despertar del todo, quería saber cómo
acababa. Guerrilleó un poco más con su mente, pero ésta pareció para nada
dispuesta a dejarlo seguir soñando.
Cuando se rindió abrió sus
ojos y suspiró exasperado antes de salir de la cama. Se fue a la cocina por un
café y unas tostadas. Mientras esperaba por el agua para su café, se reclinó
contra el mueble de la cocina, pensando en el sueño que hace poco estaba
teniendo y que ya parecía haber desaparecido de su memoria. Sólo una cosa tenía
clara: había vuelto a soñar con Kibum.
Hacía unos días atrás había
soñado por primera vez con su rubio empleado. Lo único que aún tenía en su
mente sobre aquel sueño era que ambos estaban sentados frente a frente. Lo que
le molestaba era no saber de qué habían hablado. Y ahora, de su sueño de
aquella mañana sólo recordaba que él estaba presente, pero no sabía qué hacía
allí, en medio de su subconsciente.
El hervidor le avisó con un
clic que su café ya podía ser preparado, sacándolo de sus pensamientos. Volvió
a gruñirse que ya era un hombre bastante viejo como para estar pensando en lo
que sus sueños significaban.
Le dio una mordida a sus
tostada pensando en lo que debía llegar a hacer ese tarde al bar. Jinki de
seguro se pasaría antes de que abrieran para buscar las facturas y todo el
papeleo. Sus pensamientos volvieron, persistentes, a Kibum. Sabía que se estaba
comportando como un idiota. Intentar tener el menor contacto con él sólo estaba
consiguiendo, seguramente, verse como un idiota frente al barman y estar de mal
humor todo el tiempo. Sin contar que ahora había empezado a soñar con él. ¿Qué
hacía Kibum en su inconsciente? No era como si él tuviera la culpa, lo sabía.
Debía dejar de comportarse así o el menor acabaría pensando que tenía algo
contra él, si es que no lo hacía ya.
Movió la cabeza en
clara desaprobación para sí mismo. Acabó de comer intentando dejar de pensar.
Ya tendría bastante de ello cuando llegara al bar esa tarde.
Llegó unos
momentos antes de lo usual. Para cuando Kibum apareció por las puertas del
local, agitado por su carrera desde un auto que lo había dejado frente al bar
hasta sus puertas para resguardarse de la lluvia que caía a esas horas, la
mitad de las mesas y sillas estaban dispuestas para su uso.
El menor lo saludó
como siempre, pero Jonghyun pudo percibir una rigidez en sus modos. Se amonestó
internamente. Siguió con lo que hacía mientras esperaba que Kibum se le uniera,
lo que no fue mucho después de su entrada. Estuvieron en silencio, y Jonghyun
percibía una extraña atmósfera. Podía ser su paranoia, pero presentía que el
menor quería hablarle de algo. La sensación lo puso a la defensiva, pero cuando
pareció que Kibum iba a hablar, las puertas del bar se abrieron dando paso a
Jinki. Oportuno o inoportuno, le sobresaltó verlo a pesar de que esperaba su
llegada en algún momento de la tarde.
-Buenas tardes.
-Jinki –lo saludó
Kibum sonriendo. –Hace tiempo que no te veía por acá.
-He estado ocupado
–le sonrió el mayor de regreso.
Jonghyun se acercó
al mayor y le dio la mano.
-Tengo los papeles
tras la barra –le indicó. Jinki tomó asiento y esperó. –¿Quieres tomar algo?
-No, no. Sólo
venía por los papeles, no tengo mucho tiempo estos días. –Jonghyun y Kibum lo
vieron escanear el local con la vista. -¿Y tu socio? –preguntó al fin
dirigiéndose al moreno.
-No lo sé –dijo
rolando los ojos. –Ya llegará… hoy o mañana. Muerto te puedo asegurar que no
está.
-Asumo que ya
están hablando de mí –los sobresaltó la voz de Minho abriendo la puerta y
quitándose el casco.
-Y siquiera
dijimos su nombre –murmuró Kibum siendo audible sólo para Jinki ya que era el
más próximo. Ambos se miraron y rieron. Jonghyun y Minho los observaron
curiosos, pero no hicieron preguntas.
-Sí, estaba
preguntando por ti –le contestó Jinki cuando acabó de reír. –Ya te vi, así que
ahora me voy.
-Está lloviendo la
vida allá afuera.
-De todos modos,
me tengo que ir. Que tengan una buena tarde… noche. Que estén bien –se despidió
levantándose.
-Siquiera voy a
mencionar la hora que es –farfulló Jonghyun una vez que Jinki se hubo ido.
-No hace falta
–respondió Minho sacándolo un buen tanto fuera de quicio.
El moreno roló los
ojos y se dirigió a la puerta. El bar estaba abierto.
Para cuando
acabaron la jornada, después de una noche tranquila debido a ser día de semana
y a la descomunal lluvia afuera, Kibum y Jonghyun se encontraron escuchando
explicaciones que nunca pidieron. Por primera vez desde que trabajaba en el
Éxtasis, el barman escuchaba a Minho justificarse por su atraso de esa tarde –y
sólo había sido un atraso.
-Me siento
deprimido –había dicho el pelinegro sentándose a la barra.
-¿Deprimido?
–preguntó Kibum sin mirarlo, revisando las botellas vacías.
-Sí…
-¿Deprimido por
qué? –preguntó Jonghyun desde la caja.
-¿No es obvio?
-Déjame adivinar:
No te has acostado con nadie en una semana y eso ya te tiene pensando en
tirarte del puente más cercano –se burló Kibum.
-Sí y no –dijo
Minho dándole una mirada casi reprobatoria. –Sí a lo primero, y ojalá fuera
solo una semana, y no a lo segundo. ¿Y sabes de quién es la culpa?
Sus dos oyentes se
lo quedaron mirando a la expectativa de lo que estaba a punto de decir. Les
sorprendía que podía haber un tercero involucrado en el hecho de que Minho no
encontrara alguien con quien satisfacer sus deseos sexuales.
-Tuya –dijo en el
tono más acusador que encontró, mirando fijamente a Kibum.
-¿Qué tiene Kibum
que ver en esto? –preguntó Jonghyun viendo a Minho con rostro de no entender
cómo funcionaba el cerebro de su socio. –Que yo sepa, Kibum no se ha est-
-Sé que Kibum no
se ha estado acostando con ninguna de las clientas –lo frenó Minho,
dejando la ambigüedad rondar en el aire. –Pero ya no es más una novedad, y el
número de mujeres que fluctúan el local son…
-¿Las mismas con
las que ya te acostaste? –preguntó Jonghyun alzando las cejas y dándole una
mirada acusatoria.
Minho dejó que el silencio
respondiera por él.
-No veo cómo Kibum pueda tener
la culpa en eso.
Kibum sonreía de gracia frente
a las palabras de su jefe. Parecía estar de mejor humor que en las últimas
semanas.
-Bueno, ya que soy el
problema, te sugiero una solución –dijo de pronto sin dejar de sonreír.
Sus jefes lo quedaron mirando
esperando a que prosiguiera.
-Tengo a dos hombres de
negocios frente a mí, y ¿a ninguno se le ha ocurrido preparar algo para navidad
y año nuevo? Ya no estará lloviendo sino nevando, y mucha gente joven busca
locales en la que pasar esas fechas con sus amigos. Se puede poner un televisor
o un proyector incluso para ver los fuegos artificiales.
Minho pareció pensárselo unos
momentos, pero no supo qué decir así que lo instó a continuar.
-Además, una de las cábalas
femeninas de año nuevo es besar al hombre más guapo que tengan cerca, en una de
esas, si tienes suerte, puedes ser tú –le dijo a Minho señalándolo. -Es una
sugerencia –finalizó hundiéndose de hombros.
-Fiestas… -Minho pareció
pensarse la idea solo un momento. -¿Podemos? –le preguntó luego a Jonghyun con
el ánimo de un niño al que se le ocurrió que para su cumpleaños toda la familia
podía ir a DisneyWorld.
-Hay que ver… habría que
hablarlo con Jinki.
-Pero es una buena idea. No
creo que Jinki nos diga que es mala idea. Sabes que es rentable –continuó
Minho.
-Hay que ver. No te emociones
tan rápido.
Minho hizo un puchero que hizo
reír a los dos detrás de la barra.
-Ya es tarde, y hay que irse
–comentó Jonghyun dirigiéndose hacia la parte de atrás del bar, cerrando así el
tema. –Te llevo a tu casa, Kibum –dijo antes de desaparecer por la puerta.
El menor se quedó unos
segundos buscando por el tono de pregunta, pero no lo encontró. Para su propia
sorpresa, sonrió complacido y partió por su chaqueta.
Jonghyun condujo hasta la
entrada del edificio de Kibum y se detuvo sin apagar el motor.
-Gracias por traerme –dijo
Kibum a modo de despedida, pero Jonghyun lo detuvo.
-Denante… o sea, en la tarde,
antes de que… llegara Jinki. ¿Querías decirme algo?
Kibum se lo pensó un poco y
luego lo negó.
-Ah. Entonces… sólo fue mi
impresión. Okey, te dejo ir. Nos vemos mañana.
-Nos vemos mañana. Que duerma
bien.
-Si vuelves a aparecerte en mi
sueño, ¿eso es dormir bien? –preguntó retóricamente cuando Kibum hubo cerrado
la puerta del carro. Sólo soltó el freno cuando vio al menor desaparecer tras
la puerta del edificio.
Qué era lo que realmente le
pasaba con Kibum, eso era lo que ahora le preocupaba. En primera instancia,
había sido sentido que no era más que un deseo; el chico era bien parecido y,
para ser sincero consigo mismo, llevaba demasiado sin acostarse con nadie. Pero
ahora… ahora había comenzado a soñar con él, a sentir que era injusto que se
riera con Jinki y no con él, había llegado al punto de conducir hasta su
edificio sin razón alguna y contentarse con quedarse sentado dentro del auto
mirando el frontis, esperando a que apareciera, pero que no lo viera.
Estaba a un paso de
reconocérselo, pero se lo negaba a sí mismo. Así sentía que no llegaba a ningún
lado.
Se pasó más de un semáforo en
rojo esa noche antes de llegar a su casa.
* * *
No había pasado ni una semana
desde la conversación de las fiestas de fin de año, pero al siguiente martes
cuando Kibum se abrió paso dentro del bar, las cosas no estaban como las había
dejado el domingo en la madrugada.
Minho se levantó de la silla
en la que se encontraba sentado y comenzó a agitar los brazos con entusiasmo
mientras sostenía un control remoto en su mano derecha.
-Kibum, Kibum.
-¿Y esto?
-Un televisor –mencionó con
entusiasmo, pero al mismo tiempo haciéndole notar que era la cosa más obvia del
universo.
-No pensé que lo fueran a
considerar… o que lo fueran a… traer tan luego.
-Era una buena idea, así que,
¿por qué no? –dijo Jonghyun saliendo de la bodega. –Minho, deja de jugar con
eso y ayuda con las mesas.
-Pero, hay que enseñarle a
Kibum cómo usarlo.
-Después de ordenar las mesas.
Después de que se saque el abrigo mojado. ¿Te viniste caminando?
-No, no –se apresuró a negar
Kibum. –Tomé un taxi, pero le esperé fuera del edificio. Demoró en llegar –se
hundió de hombros y los ojos de Jonghyun se colgaron de la pequeña mueca que
hizo su boca, hasta que Kibum decidió que hacerle caso y sacarse el abrigo era
la mejor idea en esos momentos.
Movieron mesas y sillas entre
los tres y, mientras tanto, Minho puso al rubio al tanto sobre todo el asunto
referente al uso que tendría el televisor. No era que fuera mucho, pero para
Minho cualquier cosa que atrajera más público significaba carnada para mujeres
y, a la vez, se transformaba en su objeto favorito en el mundo.
-La idea es poner los videos
de la música que se va reproduciendo, lo que hace el local un poco más vivo…
-Lo más probable es que
necesitemos a alguien más para ayudarte en la barra esos días. Aunque aún nos
quedan unas semanas, así que no hay apuro
-Podría pedirle a Jongin que
me ayude. Si les parece bien.
-Sería bueno que le
preguntaras. Si ya sabes cómo trabaja, igual puede ser más cómodo para ti…
-Tendría que preguntarle de
todos modos…
-Como te digo, aún nos quedan
unas semanas. Si tenemos que buscar a alguien, lo buscamos, pero si puede ser
tu amigo…
-Jongin.
-Jongin, nos sería de ayuda.
-Le preguntaré –le aseguró
Kibum con una sonrisa ante la expectativa de poder trabajar junto a su amigo.
Jonghyun intentó pensar en
algo que decir que lo hiciera seguir sonriendo de esa manera, pero no se le
ocurrió nada.
-Yo seré el anfitrión esas
noches, por si te lo preguntas –le comentó Minho a Kibum haciéndolo detenerse
en su trabajo y reír. -¿Qué es tan chistoso? –preguntó con cara de exagerada
indignación.
-Nada, sólo que… pareces
perfecto para el papel –le respondió sin dejar de reír.
Jonghyun se le unió ya que, si
lo pensaba bien, Kibum tenía razón. No había en el mundo persona con más
personalidad que Minho: Nadie con más aplomo para hacer el ridículo.
-¿Cierto? –preguntó Minho
encantado, tomándoselo obviamente como un halago.
Kibum negó con la cabeza
cuando el pelinegro no lo estaba mirando y volvió a lo suyo sin dejar de reír.
Jonghyun, por su parte, decidió volver a ser un hombre de 36 años con la mente
puesta en su trabajo y no en… en cualquier lado que no fuera su trabajo.
Para cuando acabó la noche,
Kibum se acercó a su jefe para hacerle saber que ya había hablado con su amigo
y que para él estaba bien ayudar cualquiera de los dos días o los dos, si es
que así lo necesitaban.
-Genial. Ya tenemos eso
cubierto de momento, entonces.
Kibum le dio una sonrisa y le
indicó que iría a por su abrigo.
-¿Te llevo a tu departamento?
–preguntó Jonghyun más que nada por rutina, ya que la mayoría de las noches
Kibum decía que sí. Pero al parecer esa sería una de la minoría.
-No, gracias. Me están
esperando afuera –le dirigió una sonrisa a modo de disculpa apenada.
-Si es tu amigo, dile que pase
y podemos conversar unos minutos sobre el trabajo-
-No, no es él. Pero le puedo decir
que pase mañana o pasado…
-No, no es necesario –dijo
Jonghyun en un tono bastante vago.
-Bueno, me voy. Buenas noches.
Buenas noches, Minho –alzó la voz para llamar su atención y luego agitó su mano
en despedida. Minho lo imitó con una sonrisa y pronto se hubo ido del local.
Fuera, menos de un minuto
después, ambos socios sintieron un auto acelerar calle arriba.
-Ese debe ser el tipo que
estuvo coqueteándole toda la noche –comentó Minho acercándose a la caja frente
a la cual Jonghyun aún permanecía sentado.
-¿Qué tipo?
Jonghyun sabía perfectamente
de qué tipo hablaba Minho. Había ido solo al bar, lo más probable con un motivo
en mente, quizás había estado antes en el local y él siquiera se había fijado,
pero él obviamente se había fijado en Kibum. Le había invitado a un trago. Lo
había hecho reír de tanto en tanto. En un momento, Jonghyun había pensado que
se quedaría toda la noche en la barra, pero luego se había ido a una mesa, sólo
para lanzarle miradas seductoras a Kibum desde cierta distancia enigmática. Un
jugador. Ese tipo.
-Alto, bien parecido. Tú le
cobraste el trago, tú debes saber mejor que yo. Andaba de camisa y chaqueta.
Sin corbata. Al menos sabemos que no jugarán a las 50 sombras –lanzó a modo de
broma con una risa burlesca que Jonghyun no imitó.
-Creo… creo que lo recuerdo.
¿Lo habías visto antes por aquí? –preguntó fingiendo despreocupación.
-Un par de veces… hace unas
semanas, si no me equivoco, ya lo había intentado, pero Kibum ya había quedado
con alguien más. Será travieso, pero monógamo el muy pillo.
-¿Cómo sabes eso?
-Jonghyun, estás hablando
conmigo. Uno reconoce a los de su especie, y Kibum es absolutamente uno de los
míos.
-¿A qué te refieres? –preguntó
no sabiendo si realmente quería escuchar lo que su amigo estaba por decir.
-Que es como yo. Nos gusta
divertirnos, pero no atarnos. Las relaciones no son para gente como nosotros.
Ese tipo, de aquí a una semana, si no es que menos, estará fuera de la vista.
Jonghyun lo miró como se mira
una hoja en blanco: fijamente y sin expresión. ¿Sería Kibum como Minho? De
momento, no tenía ganas de saber.
-Tienes razón –le dijo
conclusivo. –No tener sexo te pone ocioso. Te pone chismoso.
-Lo más bien que estabas
escuchándome chismorrear –le dijo con cara de enojo.
-Ya, ve por tu abrigo, apaga
la luz y vámonos. Tengo sueño.
-A la orden, mi capitán.
-Idiota –murmuró Jonghyun para
sí mientras Minho hacía lo que le había indicado.
A pesar de que le había dicho
a Minho que tenía sueño, Jonghyun no pudo quedarse dormido hasta casi el
amanecer. Ahí, tendido en su cama, no podía dejar de pensar en Kibum
explicándole a ese tipo lo que le gustaba y lo que no le gustaba de un
hombre en la cama, aunque realmente creía que Kibum no tenía nada que
explicarle a ese tipo, porque ese tipo ya debía saber todo lo
necesario… quizás un tanto más. Cada vez que comenzaba a imaginarse a Kibum con
él en la cama se daba vuelta en la suya para espantar las imágenes en su
cabeza. Aparentemente, de uno u otro modo, Kibum iba sí o sí a disturbar sus
hábitos de sueño.
Cuando Sodam y Gwiboon fueron
a despertarlo, no mucho después de que se hubiera finalmente dormido, su
hermana le preguntó si había tenido alguna pesadilla.
-Parece que no dormiste bien.
-La verdad no dormí mucho.
-¿Pasa algo? –le preguntó
Gwiboon sentada a su lado en la cama.
-Nada –le mintió mientras
mascaba una tostada de las que le habían llevado. –Deberías pasarte por el bar
uno de estos días –le comentó a su hermana, cambiando el foco de la
conversación.
-¿Y con quién se queda
Gwiboon? No, de verdad que no.
-Se puede quedar con los
papás. A Gwiboon no le molestaría quedarse
una noche con los abuelos. ¿Cierto, Gwiboon? –miró a su hija en búsqueda
de una afirmación.
La menor por toda respuesta le
dirigió una mirada dubitativa y una mueca en los labios. Sodam se largó a reír.
-Deja. Quizás vaya la próxima
semana. No voy a ir en busca de galán con mi hermano ahí, pero sería divertido
ver a otras personas fracasando en la tarea.
-A veces dan pena –comentó
Jonghyun.
-¿Y yo puedo ir al bar, papi?
–preguntó su hija mirándolo con ojos expectantes esta vez.
-Lo siento, pero no. Ya sabes
que cuando el bar está abierto a más gente no puedes estar ahí. Hay gente
bebiendo y fumando toda la noche. No es lugar para una niña de tu edad.
-Pero tú y mi padrino están
ahí… y Kibum también… -comentó como si ellos fueran el argumento a su favor.
Jonghyun tuvo que fingir no
estar teniendo imágenes en su cabeza en esos precisos momentos ante la mención
del barman.
-No, Gwiboon. Tu padrino,
Kibum y yo ya somos hombres grandes. Cuando tú seas grande también podrás ir al
bar con nosotros, pero por ahora no.
Gwiboon se cruzó de brazos con un puchero en los
labios y Jonghyun le hizo cosquillas que hicieron que la menor se desternillara
de risa. Poco después, Sodam les avisó que tenían el tiempo justo para que
Gwiboon no llegara tarde a clases, y ambas salieron de la habitación. Cuando
Jonghyun las escuchó salir por la puerta de entrada, dejó en el suelo la
bandeja que su hermana le había llevado y hundió su cabeza en la almohada intentando
dormirse esta vez sin imágenes ni interrupciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario