-Podrías pedirle que
salieran alguna vez –sugirió Taemin entrando en el auto.
-Lo más probable es que
siquiera sea gay –dijo dejando un tono de resignación en sus palabras.
-No te voy a dar
esperanzas, porque pienso lo mismo. Pero, ambos sabemos que cualquier
homosexual bien disimulado pasa por hetero. Y… sabemos muy bien que puedes
poner a cualquier heterosexual contra las cuerdas si te lo propones -lo animó
el menor.
-Me lo tomaré como un
halago –comentó rolando los ojos. –Maneja con cuidado. Quiero llegar vivo al
trabajo, y la única razón por la que me quedé a ayudarte fue porque prometiste
que llegaría a tiempo.
-Vale, vale.
Enfermantemente puntual, como siempre. Siguiendo con lo otro, ¿piensas o no
invitarlo?
-No, Taemin. Perdí la
virginidad con un hombre, pero no voy a perder la dignidad con otro. Además,
sea o no sea gay, prefiero no involucrarme con alguien del trabajo. Prefiero
evitar problemas.
-Aburrido. Como si no
hubieras intentado ligarte a un hetero antes.
-Di lo que quieras, pero
quiero conservar el trabajo.
-¿Y no te ha dado señales
de nada? –dijo el rubio de pronto, después de un corto silencio.
-¿Quién? ¿Sobre qué?
–preguntó Kibum confundido.
-El contador, Kibum. ¿No te
ha mencionado nada las veces que te trajo a casa?
-¿Sobre qué?
-No sé… te habrá dado a
entender de qué lado de la cama se acuesta.
-¡Taemin!
-Eso es un no.
-Estaciona allí –le indicó
el otro sin decir nada más sobre el asunto. –¿Pasan hoy por el bar?
-No. Recuerda que hoy vamos
a salir –le recordó con una mirada
significativa.
-Lo siento, lo siento. Lo
había olvidado. Suerte –le animó con un guiño.
-La voy a necesitar.
-Sabes que no. Te ama.
Ánimo –le dijo agitando su puño en el aire.
-Gracias. Que te vaya bien.
-Nos vemos –se despidió ya
fuera del auto.
Kibum cruzó la calle y sólo
entonces se dio cuenta de que la cortina metálica de la entrada estaba
levantada y las puertas del bar estaban abiertas, pero el cartel de cerrado
seguía colgado. Dio un paso cauteloso dentro del local, oscuro debido a que el
resto de las ventanas seguía con las cortinas abajo, y miró hacia todos lados
con rapidez, pero no había nadie a la vista y todo estaba ordenado, así que
desechó la idea de que hubieran entrado a robar. Se llevó la mano al pecho y
suspiró aliviado.
-Así que otros pueden
llevarte y traerte, pero tu jefe no –oyó que le decía una voz a su espalda.
Dio un giro asustado en
menos de lo que él mismo se hubiera imaginado y se encontró con Jonghyun.
-Qué susto me dio, señor
Kim.
-Lo siento, no era mi
intención –se disculpó el otro riendo y saliendo de detrás de la barra.
-Justo iba a llamar. Como
no vi a nadie.
-Ah, sí. Minho no ha
llegado, quizás llegue más tarde… quizás no llegue.
-¿Por qué? –preguntó
mientras caminaba a dejar su chaqueta tras la puerta de la bodega.
-Mujeres –fue todo lo que
recibió por respuesta.
Kibum asintió
comprendiendo. Él había pensado que cuando cumplías los 30 o más, había algo en
tu cerebro que te imponía el hecho de ser cabal, de dejar atrás los hábitos que
aún en tus últimos 20 te hacían sentir un adolescente. Minho le había
demostrado que esa regla no aplicaba para todo el mundo.
-Y Kibum, hablaba en serio.
Si te digo que no es molestia llevarte es porque de verdad no lo es. Y, por
favor, soy al único que aún tratas de señor… dime Jonghyun.
Kibum, sin saber de dónde
provenía la sensación, se sintió cohibido ante las palabras de su jefe.
Situación en la que pocas veces se encontraba. Asintió y se dirigió al sector
de mesas para ordenarlas como cada jornada.
-¿Y a qué se refiere con
que Minho no ha llegado por “mujeres”? –preguntó, más que nada por conversar de
algo, gesticulando con las manos al tiempo que Jonghyun se acercaba a ayudarlo.
Jonghyun notó el usted
tácito y sonrió pensando que quizás iba a ser un poco difícil que lo tratara de
tú luego de aquel mes y medio de la distancia jefe-subordinado que se había
establecido entre ellos.
-¿Recuerdas la clienta que
lo espero fuera del bar anoche? –El menor asintió. –Lo más probable es que aún
esté con ella. Ya lo ha hecho antes y como no contesta el teléfono, es como lo
más obvio.
El menor lo quedó mirando
extrañado. ¿Y si realmente le había pasado algo a Minho?
-Siempre es así –añadió su
jefe hundiéndose de hombros justo antes de tomar una de las sillas.
Gracias a ello, Kibum tuvo
una vista privilegiada a sus bíceps de los cuales no había tomado nota antes.
Su jefe solía usar chaquetas de cuero que dejaban todo a la imaginación, pero
al parecer el amable calor de aquella tarde de otoño había hecho posible aquel
pequeño despliegue de su bronceado cuerpo. Si no fueran tan obvias las muestras
de su heterosexualidad- eso y el hecho de que era su jefe-, el rubio chico ya
hubiera hecho algún movimiento de ataque para llevarlo consigo a algún lugar
más privado. En cambio, tuvo que recordarse que estaba en el trabajo y que
estaba intentando mantener una conversación allí.
-¿Con las chicas de la
barra también solía desaparecer? –preguntó volviendo su atención a la
desaparición de Minho.
Jonghyun se detuvo a
mirarlo mientras le hablaba. Tenía una mirada de fachada inocente, pero que
parecía hipnotizante en el interior. Lo que sólo llevó a Kibum de regreso a sus
pensamientos anteriores. Se dijo que debía desechar aquellos pensamientos.
-No. Al menos con ellas
tenía una razón para venir al bar. Las épocas antes de que se las pudiera
llevar a la cama eran así. Se acostaba con alguna clienta y luego la dejaba por
la chica en turno.
Kibum asintió sin querer
opinar más al respecto. Ambos se movieron por el bar sin decir nada hasta que
Kibum volvió a hablar.
-¿Cómo está su hija?
–preguntó para cambiar el tema, y poder sentirse en un terreno algo más seguro.
-Bien, gracias. Preguntó por
ti hace unos días. Le caes muy bien.
-Es una niña bastante
dulce.
-¿Y tu hijo? No hablas
mucho de él.
-Nos vemos poco. Es pequeño
y su madre es algo… aprehensiva.
-¿Qué edad tiene? –preguntó
el mayor intentando recordar si es que Kibum se lo había mencionado o no antes.
-Va a cumplir cuatro.
Apenas lo veo semana por medio.
-¿En casa de su mamá o en
la tuya?
-Se queda a dormir en mi
casa. Como los lunes no trabajo, lo llevo al jardín.
-¿Vives solo?
Por un segundo, Kibum se
sintió reticente a contestar. Esa pregunta la había escuchado cientos de veces.
Pero su jefe no estaba coqueteándole y eso era una conversación sobre su hijo,
no había ninguna segunda intención en ella, por lo que contestó intentando
sacarse cualquier pensamiento fuera de contexto de la cabeza.
-Sí. Como les conté, tengo
un departamento a algunas cuadras de aquí.
-Pensé que vivías con
alguno de tus amigos. No sé bien por qué, pero tenía esa idea.
-No, no… Aunque viven en el
mismo edificio. Taemin arrienda un departamento dos pisos más arriba, y lo más
probable es que Jongin se mude con él uno de estos días.
-¿Llevan mucho tiempo
juntos?
-Mmm… No recuerdo exacto
cuánto tiempo exactamente… Jongin conoció a Taemin poco antes de que naciera
Joonyoung –dijo, intentando sacar cuentas -, así que ya deben ser unos cuatro
años.
-Bastante tiempo.
-Si…
Un silencio estático se
apoderó del bar cuando ya habían terminado de ordenar las mesas y poner todo
como de costumbre. Kibum sentía que su jefe tenía más preguntas en la punta de
la lengua, pero que por alguna razón se estaba conteniendo a hacerlas.
-¿Y usted… perdón… vives
solo? Asumo que tu hija vive con su mamá, también.
Jonghyun lo siguió con la
mirada hasta que Kibum estuvo detrás de la barra.
-Sí –contestó acercándose y
tomando asiento frente al menor. –Tengo una casa a media hora de aquí. Gwiboon
y Sodam se quedan conmigo semana por medio.
-Ella, su hermana, ¿está
casada?
Sólo cuando acabó la
pregunta, Kibum se dio cuenta de lo entrometida que sonaba. Se disculpó
enseguida y le aseguró a Jonghyun que no era su intención enterarse de cosas
que no le incumbían. Estaba en su naturaleza decir cuánto se le venía en mente,
pero meterse en la vida de los demás no figuraba dentro de sus actividades
favoritas.
-No te preocupes –lo calmó
Jonghyun riendo por la imprudencia descuidada del menor. –No, Sodam no está
casada. Lo estuvo, pero el tipo era un idiota y se divorció. Mejor así.
Kibum asintió, pensativo en
si indagar en otra duda que le surgió.
-¿Qué pasa?
-Me preguntaba si Minho
estuvo con su hermana antes o después de que estuviera casada.
Jonghyun volvió a reír.
Trabajar solo con Kibum, sin la extensa y siempre retorcida conversación de su
socio, le estaba pareciendo más entretenido de lo que había pensado. La
experiencia estaba resultando simpática y enriquecedora.
-¿Importa? –preguntó sólo
por curiosidad. Kibum se hundió de hombros. –Fue antes. Minho y Sodam
estuvieron juntos un año y algo cuando recién abrimos el restaurant. Luego
terminaron y a los meses Sodam conoció a este tipo y se casó. Se divorció
cuando Minho y yo estuvimos fuera. Supongo que la independencia que le dio el
hacerse cargo del local la hizo darse cuenta de que no lo necesitaba. En
general, Sodam no necesita a un hombre para ser feliz.
-¿Está seguro de que es
feliz? –Kibum no pudo evitar preguntárselo y, a su vez, arrojarlo como un
anzuelo a su jefe. Quizás el amor de hermano le estaba cegando un poco la
visión real sobre la vida de su hermana.
-¿Por qué lo dices?
-No se enoje- No te enojes
por lo que voy a decir –contestó Kibum, tocándole la frente, llamándole a
desfruncir el ceño que sin haberse dado cuenta había arrugado. –Pero a veces
uno ve lo que quiere ver. La he visto reírse contigo y con Gwiboon, burlarse de
Minho y responder siempre cortés a lo que digo, pero… ¿no querrá algo propio?
–añadió apoyando los codos en la barra. -Gwiboon es su sobrina y puede tratarla
como una hija todo el tiempo que esté con ella, ¿qué pasa cuando Gwiboon se va
con su mamá? Es una semana sin poder hacerse cargo de ella, y no es el hacerse
cargo de ella en el sentido de que le dé que hacer sino que no puede cuidar de
ella.
Jonghyun lo miraba, cruzado
de brazos sin decir nada. Podía ver el punto de Kibum y comenzaba a reflexionar
en ello. Lo que le causaba impresión era que Kibum pudiera hablarle así sobre
algo de lo que él nunca se hubiera esperado. Aparentemente, en cuanto a
madurez, lo había subestimado.
-Sé que quizás pueda sonar
raro de alguien que tiene un hijo propio, pero aunque tenga a Joonyoung no
significa que lo pueda tener todo el tiempo, y en eso me tienes que entender.
Es lo mismo. Pero para alguien que siquiera tiene eso, que ni siquiera puede
decir “es mi hijo” aun con todo el cariño y esfuerzo entregado… debe ser algo
que le dé qué pensar por las noches. –Kibum finalizó su frase con una mueca en
sus labios y una ceja alzada.
Su jefe asintió, aún
pensando en lo oído, sin saber muy bien qué opinar al respecto. Era su hermana
después de todo de quien estaban hablando.
Kibum le vio levantarse y
pasarse por detrás de la barra sin decir palabra. Casi da un salto de la sola
impresión cuando sintió la mano de Jonghyun sobre su cabeza, despeinándolo
justo antes de darle una amistosa palmada en el hombro y un aviso de que ya iba
siendo hora de abrir.
Taemin lo llamó a eso de
las 11 de la noche para avisarle del grato recibimiento que había tenido su
propuesta. Kibum no pudo hablar mucho pues con sólo dos personas a cargo del
bar –Minho siquiera había llamado avisando de su ausencia. -, las cosas no
estaban lo más calmadas que digamos.
Se alegraba por ellos de
todos modos.
Taemin había estado
nervioso y dudoso de que Jongin fuera a aceptar. Dejar la casa de sus padres, a
quienes el mismo Tae quería tanto como a los propios, podía ser un gran reto que
quizás el moreno no se viera en necesidad de realizar. Pero como Kibum se había
encargado de decirle más de un vez: no era como si Jongin no pasara gran parte
de las noches de la semana en su departamento. El reto real era que ahora iban
a compartir responsabilidades, a eso debía tenerle más miedo que a cualquier
otra razón infundada.
Compartir la casa con
alguien. Kibum nunca lo había hecho, y entre trago y trago servido se
preguntaba cómo sería eso. La única persona con la que podía decir que había compartido
las tareas del hogar había sido su abuela, de lo que ya habían pasado un par de
años y, de todos modos, eso no podía compararse de ningún modo con lo que
harían Taemin y Jongin desde ese día en adelante. Se rió de sí mismo y se dijo
para sí que debía dejar de preguntarse idioteces. Por años no había tenido una
pareja estable, ¿cómo siquiera iba a pensar en un conviviente?
Kim Kibum no estaba para
eso. Primero que nada estaba su hijo y, ahora, tendría a dos de sus mejores
amigos para contarle de que iba todo aquello de la vida en pareja.
Por primera vez desde que
trabajaba en el bar, Jonghyun dejó a Kibum en la puerta de su edificio esa
noche.
Era una construcción como
ya no se veían por esos lugares. De ladrillo y con apenas cuatro pisos.
Jonghyun asumió que Kibum debía vivir en uno de los dos primeros, recordaba que
el rubio le había dicho que su amigo vivía dos pisos más arriba, y dado la
altura de la estructura sería imposible que viviera en otro nivel.
Se quedó estacionado sólo
para cerciorarse de que su teoría estaba bien, pero pasaron cerca de 10 minutos
y no vio iluminarse ninguna ventana. O el edificio era más amplio de lo que
parecía o Kibum se había ido directo a la cama. Al final decidió marcharse,
pero esa última reflexión lo acompañó un par de cuadras. Esperaba no estar
siendo muy duro con el chico.
* * *
Minho apareció al día
siguiente, muy campante y sin excusas para dar. Su socio sólo movió su cabeza
en desaprobación y le dedicó a Kibum un “te lo dije” cargado de “esto volverá a
pasar” que el pelinegro no pasó por alto, pero que tampoco comentó. No tenía
derecho. Ni argumentos a su favor.
No faltaban muchos minutos
para abrir el local al público cuando Jinki entró en él.
-Hoy es el día de las
apariciones. Kibum dime que no dijiste Lee Jinki tres veces –bromeó Jonghyun
dándole la mano a su contador, quien luego saludó a los otros presentes.
-¿A qué viene eso del día
de las apariciones?
-Adivina –le propuso
Jonghyun.
-¿Choi Minho haciendo de
las suyas nuevamente? Díganme que Kibum no va a renunciar, por favor…
Kibum y Jonghyun rompieron
en risas, pero Minho, por primera vez, no encontró gracia en la mofa.
Aparentemente, luego de un año, el chiste comienza a perder simpatía entre los
oyentes.
-Nunca me acostaría con un
hombre. Nunca. Nada personal, Kibum –se
defendió el pelinegro.
-¿Sabes lo que decía mi
abuela? –le preguntó el rubio aún riendo. -“No escupas al cielo.” Y tenía toda
la razón. Yo dije que nunca me costaría con una mujer, y ya sabes que Joonyoung
no nació por arte de magia.
-Pero dijiste que estabas
borracho.
-Y que tenía curiosidad.
Acaso, ¿nunca te has preguntado cómo sería dormir con un hombre?
La pregunta iba para Minho,
pero tuvo cierta repercusión en el resto de su audiencia.
-No –se apresuró a negar el
pelinegro. –No quiero ser grosero, pero me parece que no, eso no es lo mío.
-Da igual. Aunque te lo
preguntaras eso no te haría gay. Yo me quité mis dudas (más o menos), y eso no
me hizo hetero.
Kibum se retiró de la barra
riendo, acarreando botellas vacías a la bodega para traer botellas llenas. Y,
aunque no lo admitieran, los tres que permanecieron allí siguieron pensando.
-Yo venía por los
documentos –dijo Jinki cuando Kibum ya venía de regreso.
-Los tengo… los tengo en el
auto, vamos a buscarlos. –Jinki asintió. –Minho, Kibum, ya va siendo hora de
abrir.
-Nos vemos –se despidió
Jinki siguiendo a Jonghyun fuera del local.
Por cómo caminaban uno al
lado del otro, hubiera sido fácil decir cuál de los dos estaba realmente
planteándose –y dándole respuesta a -la pregunta de Kibum. ¿Nunca te has preguntado
cómo sería dormir con un hombre? Mala suerte para el barman, no estaba atento a los
hombres que salían del bar.
-¿No que no querías
involucrarte con alguien del trabajo?
-Bueno, uno guarda sus
esperanzas –se defendió Kibum hundiéndose de hombros.
-Entonces,… no –zanjó
Taemin. –No es gay.
-No, ya te lo había dicho.
No debe ser ni gay ni heterocurioso ni nada que se le parezca. El gaydar no se equivoca, debí haberle
hecho caso al mío. –Kibum soltó un suspiro inaudible con la música de fondo.
-Siento escucharlo, Key
–murmuró Jongin.
-No es como si fuera mi
culpa. Es así –murmuró acompañado de una mueca de resignación. -¿Te vas a
servir algo más?
-Por hoy, no.
-De hecho, nos vamos.
-¿Por qué? –preguntó
haciendo amago de sus dotes actorales para poner cara de pena.
-Porque mañana temprano voy
a mover mis últimas cosas de la casa de mis papás –aclaró el moreno.
-Y porque el tipo de allí
no para de mirarte y si no nos vamos, nos echa –añadió Taemin.
Kibum con el poco arte de
disimular que lo caracterizaba miró en la dirección que le había señalado su
amigo y vio sentado a una mesa a un chico bastante guapo con una cerveza en la
mano que no recordaba haberle entregado él. Luego de la inspección general,
Kibum se dio cuenta de que ciertamente no le quitaba los ojos de encima y que
siquiera intentó disimularlo cuando sus ojos se encontraron.
-Okey, sí, es hora más que
prudente para que se vayan.
-Rápido se te pasó la pena
por el contador –comentó Jongin riendo.
-Cállate –le ordenó enseñándole
la lengua.
-Nos vamos. Hasta mañana,
Key.
-Hasta mañana.
-Que duerman bien… si es
que duermen –añadió para sí.
Cuando los chicos salieron
del bar despidiéndose de Minho que estaba cerca de la entrada conversando con
la misma mujer con la que lo había visto noches antes -probablemente, la misma
por la que se había ausentado la noche anterior del bar-, volvió su vista a su
observador, llevándose una sorpresa… grata, pero no por eso menos invasiva.
-¿Te puedo ayudar en algo?
–le preguntó sonando tan casual como pudo a la corta distancia a la que se
encontraban intentando hacerse oír por sobre la música de fondo.
-Sí, claro. Una pregunta.
¿Puedo?
-Claro… ya veo si la puedo
responder –contestó coqueteándole abiertamente.
-¿A qué hora sales de
trabajar?
La noche había vuelto a
tomar un rumbo tranquilo gracias a la presencia de Minho quien por lo visto
volvería a irse acompañado aquella noche.
-Tus amigos se fueron
temprano –lo asustó Jonghyun, haciendo parecer que estaba tomando el asunto
como un hábito recreativo.
-Sí… tienen cosas que hacer
mañana temprano.
-Hoy.
-¿Hoy?
-Sí, ya es de madrugada,
así que prácticamente es hoy.
-Ah, claro.
Jonghyun lo vio reírse de
su comentario y su sonrisa le recordó a la que le había dedicado a Minho
aquella tarde durante su conversación. "¿Nunca te has preguntado
cómo sería dormir con un hombre?"
Él, personalmente, nunca lo
había hecho. Nunca se lo había preguntado, sino que simplemente cuando tuvo la
curiosidad, tal como lo había hecho Kibum, se había quitado las dudas en la
práctica.
Cuando las dudas habían
surgido, su relación con Hyoyeon estaba técnicamente muerta, hacía meses que
siquiera tenían sexo, y una noche que había ido a dar un bar tras un largo día
en el restaurante, se había hecho de valor y había decidido que no perdía nada
con probar. Él no era el único que hacía cosas como esas en el mundo después de
todo, ¿no? Esa misma noche se fue a una disco alternativa ubicada en la
periferia de la ciudad; su juventud y su gran sonrisa fueron lo suficiente para
conseguir alguien con quien acostarse aquella noche… y algún par más.
Poco después de que sus
andanzas hubiesen comenzado decidió acabar con su matrimonio. Quería a Hyoyeon,
pero no podía estarla engañando de la manera descarada en que lo había estado
haciendo aquel último tiempo. Pero eso no significaba que estuviese dispuesto a
contarle sobre el asunto. Ni a ella ni a nadie. Aún no estaba preparado, era
muy pronto.
Pero igualmente pronto,
llegó el servicio militar al que no podía seguir esquivando. Estuvo 22 meses
pensando en cómo decírselo, a Hyoyeon, a su hermana, a Minho, a sus padres…
Para cuando los 22 meses terminaron aún no conseguía una respuesta.
Habían pasado años y aún no
la conseguía.
Y luego, ahí estaba Kibum,
haciéndoles preguntas que podrían haberlo dejado al descubierto si se hubiese
puesto apenas un poco más nervioso cuando lo preguntó. Se sintió casi en
evidencia.
¿Kibum lo sabría? Esa era
la duda que tenía desde el día en que había entrado por la puerta del bar y
Minho le había pedido que lo contrataran. Siempre había oído que para un
homosexual es más fácil saber cuándo otro lo es, aun cuando este otro lo
niegue.
-Jonghyun –el propio Kibum
lo trajo de regreso al aquí y ahora. -¿Pasa algo? De repente te quedaste
callado y… -“y te me quedaste mirando fijo.”
-Lo siento, no sé. Estaba
pensando en el impuesto, creo. Jinki me dijo que iba a necesitar otros papeles
este mes. No se me pueden olvidar –mintió.
Se alejó de allí
reprendiéndose por su poca lucidez del momento. Quizás qué cara tenía mientras
pensaba. Tenía que haber parecido un completo idiota.
-¿Piensas caminar otra vez?
Kibum…
-Kibum súbete al auto y
dale en el gusto al anciano –le pidió Minho que ya se encontraba en su moto, abrazado por la espalda por la
chica a la que apenas se le veía el cabello salir por debajo del casco, unas
mechas pelirrojas que brillaban a la luz del farol sobre sus cabezas.
-Caminaré por hoy. No nos
quedan muchas noches como éstas antes de que llegue el invierno. Quiero
caminar, de verdad.
-Okey, no insistiré más –se
rindió Jonghyun, aunque secretamente se preguntaba si Kibum se negaba a irse
con él por lo de su “trance” un par de horas atrás. Ahora sí que se preguntaba
qué cara había puesto.
Minho se despidió y se
alejó de ellos. Kibum volvió a aclararle a su otro jefe que no era necesario
que lo fuera a dejar.
-Como quieras. Vete con
cuidado –le recomendó.
-Eso haré. Hasta mañana.
-Hasta mañana, que
descanses.
Kibum se quedó viéndolo hasta que Jonghyun dobló en
una esquina y su vehículo desapareció. Se sintió culpable de que el mayor se
preocupara por él, cuando realmente no tenía de qué preocuparse. Si lo que no
quería era que él anduviera caminando solo por las calles a esas horas, él ya
lo tenía todo resuelto. En dirección opuesta a la que Jonghyun se había ido, un
auto azul con un extraño bastante atractivo en el asiento del piloto esperaba
por Kibum para llevarlo más que sano y a salvo a su departamento.
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