Sonó su alarma y la apagó con desgana. Esa había sido otra noche de dormir sin descansar realmente.

Caminó hacia la cocina aún refregándose los ojos, intentando desperezarse un poco, pero el sonido proveniente desde su puerta obtuvo un mejor resultado. ¿Quién podía ser a esas horas de la mañana?

Se apresuró a abrir y casi literalmente se quedó congelado. Key estaba de pie fuera de su puerta con el color castaño natural de su cabello reinándole sobre la cabeza y, ya perfectamente vestido y maquillado, lo recorría con la mirada y no fue sino hasta ese momento que se dio cuenta que sólo traía puestos unos pantaloncillos, sintiéndose expuesto en cierto modo.

-¿No me vas a invitar a pasar?

Si otra persona hubiera dicho esas mismas palabras lo hubiera enviado al otro lado del mundo en un viaje sin regreso, pues creía sinceramente que esas no eran horas para hacer visitas sociales ni nada por el estilo, por el contrario sólo asintió como un idiota y abrió más la puerta.

Key caminó dentro del departamento ajeno con la misma prestancia que hubiera caminado por sobre una pasarela hasta que llegó al sofá y se sentó. Jonghyun permanecía con su mano en la manilla de la puerta ya cerrada siguiendo los movimientos del menor.

-¿Vas a quedarte allí?

El moreno no atendía a nada. Primero había sido el shock de su pelo, y luego verlo caminar por su departamento con tal ligereza como si fuera suyo.

-Necesito hablarte de... algo.

Y luego eso. No quería, realmente no quería creer que su tono hubiera sonado tan sugerente, pero tampoco iba a mentirse a sí mismo. Era exactamente eso lo que creía y estaba casi seguro de que así había sido. Sólo esperaba que su mente no estuviera jugándole una broma, mucho menos cuando Key se encontraba en su sofá sentado cómodamente mientras cruzaba las piernas y palmeaba el espacio vacío a su lado del sofá indicándole que se acercara.

Sin reaccionar a nada que no fueran los movimientos del menor, avanzó hasta quedar sentado a su lado; sus ojos nunca dejando de mirar aquellas orbes perfectamente delineadas que se clavaban entorno a él, casi afilando sus pupilas, acentuando más su forma gatuna.

-Jjong~ -susurró Key, haciéndole desviar su atención hacia los labios que habían producido su nombre, esos labios que de un momento a otro parecían más cercanos de lo recomendable. Más apetecibles de lo recomendable.

Un movimiento lo sacó de su burbuja, así de repente, así como si no se lo hubiera esperado. Sólo así.

Los ojos de Key clavándose aún más en los suyos, con su rostro a cinco centímetros de distancia, pasando todos los límites del espacio personal.

Y aún así quería más.

-Jjong~ -volvió a susurrar Kibum, golpeándole el rostro con el aroma de su aliento y embotándolo con sensaciones. -Jjong, tu celular -susurró con una sonrisa maliciosa. Sabía que él también lo escuchaba, pero no quería contestar. Fuera quien fuera se podía ir a la mierda. -Tu celular -volvió a advertirle Kibum y luego se rió. Todo en un susurro que le hizo casi imposible el desviar la mirada para buscar el maldito aparato.

Pero cuando miró a su alrededor parecía que su departamento fuera otro lugar, ¿o sólo era ese estúpido reloj que había puesto en la pared, el que ahora no estaba? No, estaba seguro de que algo pasaba ahí. Pero Kibum no lo dejó pensar mucho más.

-Jjong~ -lo llamó una vez más.

En menos de lo que pudo decir tres, Kibum presionó apenas sus labios contra los suyos. Fue un contacto suave, apenas perdurable pero que le bastó para sentir que todo a su alrededor se nublaba y luego... un remezón.

Un remezón que lo volvió a la realidad y a hacerlo verse aún recostado en su cama, con el celular vibrando en su buró mientras la apestosa decepción le recorría el cuerpo.

Se tocó los labios en un burdo intento por sentir resabios del contacto de su sueño, pero ni eso había, lo que aumentó su desanimo.

Tomó el aparato odiando de antemano a cualquier ser que estuviera del otro lado de la línea.

-Aló.

-Jonggie~. Lamento despertarte -le contestó una voz dulce del otro lado.

Se sentó en la cama intentando cambiar el rumbo de sus pensamientos, moviendo su cabeza en un intento por ayudarse a sí mismo.

-No te preocupes, Sekyung. ¿Qué pasa? ¿Pasó algo malo? No sueles llamarme tan temprano.

-El carro de mi tio se averió o algo así -intentó explicar la castaña. -, y no tengo cómo llegar a la universidad-

-Pasaré a buscarte -se ofreció él rápidamente.

-Te amaría aún más, Jonggie. -Sekyung sonaba jubilosa.

-Paso a buscarte en... una hora, ¿te parece? -decidió luego de mirar en su reloj de pulsera que había dejado sobre el mismo mueble.

-Estaré más que lista para entonces, lo prometo -rió la castaña del otro lado, siendo vagamente secundada por Jonghyun.

-Te veo, entonces.

-Nos vemos.

Ni Sekyung ni nadie tenía la culpa de sus sueños, así que debía calmarse. Seguro que luego de un café y una ducha estaría más que despejado.

Salió de la habitación rumbo a la ducha, luego de decidir que lo mejor era enfriar sus pensamientos antes que cualquier otra cosa.

Una vez en calma, si es que podía considerar calma a evadir cada flash de recuerdo de su sueño -¿Por qué no podía simplemente ser de esos sueños que olvidas al despertar? -, se enfiló, aún con la toalla rodeándole la cintura, hasta la cocina a por un café, pero no había alcanzado a llegar a la entrada de la estancia cuando golpes en su puerta lo congelaron en su lugar.

Dudó entre pellizcarse para verificar que no estaba soñando de nuevo o ir a abrir la puerta como cualquier persona normal haría. Por lo que le iba quedando de sanidad mental, eligió lo segundo. Pero fue allí donde dudó nuevamente de su cordura.

Tal como en su sueño, Kibum estaba fuera de su departamento completamente arreglado, con vestimenta y maquillaje, pero a diferencia, su pelo seguía siendo de ese rubio atrevido y cargaba consigo ya su casco y su bolso. Apenas y recordó que lo único que llevaba puesto era una toalla cuando Kibum lo recorrió con una mirada interrogativa.

-¿Puedo pasar? -preguntó el menor al darse cuenta que Jonghyun no parecía muy presto a decir nada por el momento, lo que fue confirmado cuando en lugar de musitar un "sí" como último recurso de habla, el mayor sólo asintió.

Tal como en su sueño, Key recorrió su departamento con prestancia hasta llegar al sofá mientras él cerraba la puerta sin dejarle de ver.

-Mmm... ¿Vine en un mal momento?

Ceja alzada y mueca en los labios, lo último que Kibum le permitía a Jonghyun era pensar.

-Jonghyun necesito hablarte de algo, pero-

Kibum iba a regañarlo tácitamente por no acercarse aún haciendo extraña la conversación a tal distancia cuando Jonghyun se acercó precipitadamente a él, sentándose a su lado en el sofá. No sabía que apenas aquella frase había detonado cierto recuerdo en el moreno.

-Necesito pedirte... un favor -dijo dubitativo el rubio al ver el rostro casi inexpresivo del mayor.

-Sí, claro.

-Aún no sabes lo que voy a pedirte, Jonghyun -puntualizó el rubio dudando si había sido una buena idea acudir al moreno.

-Claro, o sea... Dime.

-Quería saber si ibas a estar por acá al mediodía. Normalmente vengo yo, porque es la hora de comer de Miniki, pero hoy no puedo... y necesito que alguien la alimente-

-Sí, no te preocupes, yo lo hago.

Jonghyun siquiera estaba seguro de poder, no sabía si tenía clases a esa hora o si tenía algún compromiso, pero ahí estaba asintiendo como un poseso.

-¿En serio? De verdad, te lo agradecería. Iba a pedírselo al señor Jang, pero no quiero molestarlo-

-De verdad, no me molesta.

-Genial. Bueno, mira -dijo entregándole un papel. -, ésta es la contraseña de mi departamento y éste es mi número de teléfono. Por favor, llámame en caso de cualquier cosa. La verdad no creo que sea necesario, pero prefiero prevenir -explicó levantándose del sofá.

-No te preocupes, todo estará bien -soltó sonriendo sin despegar los ojos de Key que ya se dirigía a la puerta.

-Igual y si no puedes, llámame y buscaré una forma de poder venir o buscar a alguien más -seguía en el umbral mirando a Jonghyun como si esperara de él algo más coherente que quedarse ahí de pie viéndolo. -Y Jonghyun... arréglate o se te hará tarde -lo señaló con un dedo acusador de arriba abajo antes de marcharse.

Ni el mismo Jonghyun sabría decir si fue el hecho de que Kibum saliera de su campo de visión, el sonido de la puerta al cerrar o ambos hechos lo que lo hicieron caer de regreso al presente. Lo último que hizo antes de regresar a su cuarto fue quedarse viendo el papel donde estaba escrito el número de teléfono y la contraseña de Kibum.

-Key -musitó quedo con una media sonrisa en los labios, que fue lo único que pudo manejar en su rostro, pensando que, después de todo, aquella pequeña bestia amarilla no era del todo mala.



Kibum llegó a su vespa aún con las mejillas sonrosadas. ¿Cómo se le ocurría a Jonghyun atender a la puerta apenas y cubriéndose con una toalla? ¿Dónde había perdido el pudor ese chico?

No era como si Jonghyun tuviera impacto en él, pero después de todo, alguien tenía que tener piedad de sus hormonas. Él no era de fierro ni lo sería nunca: un buen cuerpo sería siempre un buen cuerpo, sin importar de quién fuera. Tampoco iba a decir que Jonghyun estuviera en malas condiciones, todo lo contrario. Los años le habían dado al moreno ese toque masculino del que él mismo no se creía poseedor.

Se aseguró bien el bolso y se puso el casco mientras aún intentaba regular su respiración, tenía que tener algo de sangre fría por el amor de Dios.

* * *

Cuando Jonghyun pasó por Sekyung a la casa de sus tíos, la castaña ya lo esperaba lista como había prometido.

Se acercó al moreno con la intención de besarlo, pero su intento se vio frustrado cuando sintió los brazos de su novio rodearla, apretándola sutilmente en un abrazo.

-Jonggie~. ¿Tanto me extrañaste? -intentó reír ella.

-Ajá -musitó el moreno a modo de respuesta, dándole un beso en la coronilla y luego separándose de ella para brindarle una sonrisa antes de abrirle la puerta del carro.

La castaña lo vio rodear el auto, su rostro habiendo perdido la sonrisa que hasta hace unos instantes le había otorgado dando paso a un rostro casi inexpresivo.

Lo vio sentarse, asegurarse el cinturón de seguridad y encender el auto en lo que a ella le pareció un estado de piloto automático.

Tenía miedo. Pero quería seguir negándose el hecho de que Jonghyun fuera técnicamente otra persona desde que habían regresado a Corea. No quería ponerlo en palabras porque creía que si lo hacía, las cosas empeorarían; y no es como si estuvieran mal... simplemente no estaban. Jonghyun no era el animado y cariñoso Jjong que conoció en Tokio, últimamente siempre estaba con la mente en la luna o en cualquier otro lado, sus abrazos eran fríos, sin contar los escasos besos que ahora recibía por su parte.

El trayecto lo hicieron en silencio. Jonghyun parecía siquiera notarlo. Sekyung devanaba su cerebro buscando una razón, un algo que le dijera qué era lo que pasaba con su novio. Estaba haciendo lo que quería, para eso habían decidido mudarse a Seúl, ¿no? Entonces, ¿qué podía tenerlo así?

No lo entendía y cuando se bajó del auto en dirección a su facultad seguía sin entenderlo y la frustraba, la atemorizaba, le dolía ver cómo su relación parecía caer en un estado de mutismo siendo ella la única aparentemente consciente de ello.

¿Hace cuánto no oía un "te amo" espontáneo? ¿Uno que no viniera justo luego de que ella hubiera pronunciado las palabras primero? ¿Hace cuánto que no recibía un mensaje a medianoche sólo contándole un pensamiento por más idiota que fuera? ¿Hace cuánto que los ojos de Jjong  ya no brillaban cuando la miraban?

* * *

Iba saliendo de su última clase antes del almuerzo directo hacia su carro para poder cumplir con lo que le había pedido Key en el preciso momento en que oyó una voz llamándolo. Justo la voz menos oportuna.

-Jonghyun -volvió a llamarlo Woohyun cuando alcanzó al moreno. -¿Vas a almorzar? ¿Vamos juntos?

No podía decirle que sí, tenía que ir a alimentar a esa amarilla bola de pelos... querida bola de pelos, se obligó a pensar. Después de todo, gracias a ella había conseguido el número telefónico del rubio. Sí, hasta por pequeñeces como esa se alegraba.

-Yo... yo quedé de almorzar con Sekyung -mintió. -De hecho, ahora voy a buscarla.

-Aah, tu novia -recordó el menor. -Hoy no es mi día. Tú comerás con tu novia, Minho con Taemin, Onew con Luna y Kibum no me querrá ver por estar metido en ese proyecto -pronunció con desprecio lo último. -En fin... tendré que ver qué hago, sino acabaré comiendo solo -dijo haciendo un puchero antes de soltar una carcajada que casi hizo saltar a Jonghyun quien se había quedado pensando en dos cosas dichas por Nam. -Bueno, me voy entonces, no te quito más tu tiempo sino tu chica me odiará. Nos vemos.

-Nos vemos -musitó mientras lo veía alejarse.

Caminó hacia su auto y siguió atando cabos mientras acomodaba su guitarra en el maletero.

Así que Onew tenía novia. O al menos sentía que eso significaba que lo hubiera puesto en la misma categoría con la que lo había señalado a él y a los demás -omitiendo el hecho de que hubiera calzado a Key consigo mismo -.

Y Kibum estaba en medio de un proyecto, y era por eso que no podía ir a su departamento ese día. La verdad es que no lo había pensado mucho, estaba bastante más interesado en las ventajas propias del hecho que no se había parado a preguntarse por qué razón Key no iría a alimentar a Miniki. Un proyecto sonaba bastante entretenido ahora que lo pensaba.

Pero las cosas no fueron tan entretenidas cuando Miniki al no ver entrar a Kibum por la puerta erizó su cola y mostró aquellos finos dientes antes de ir a refugiarse detrás de un sillón.

¿Qué había hecho él para que esa pequeña bola de pelos lo odiara tan abiertamente?

Roló los ojos y antes que darle comida a "la cosa amarilla esa", inspeccionó la casa. Sabía que no debía de hacerlo pues como diría su madre: "Yo no te enseñé a andar hurgando en las pertenencias de los demás", pero ella no estaba ahí para regañarlo y la curiosidad era más poderosa.

La cocina era el lugar más prolijo que había visto y siquiera en comparación con la suya -ya que siquiera se atrevía a ponerla al mismo nivel, casi ni la ocupaba y sinceramente el lugar era un asco. -sino con la de su madre o la del restaurante en el que había trabajado como mozo a medio tiempo en Japón. Cuando decidió salir de la estancia, luego de una rápida inspección se dio cuenta de que Miniki lo seguía a cierta distancia.

-Gata tonta -le bufó siguiendo su camino hacia el pasillo.

Primera puerta a la derecha, un cuarto simple. Estaba seguro que ese no podía ser el cuarto de Key. Sólo había una cama de color azul, o lo que él percibía como azul. Estaba seguro que si Kibum estuviera ahí lo regañaría, para luego pasar a dar énfasis en la diferencia entre el azul y el color de la cama. Río de sólo pensarlo. Además del lecho, lo único que poseía el cuarto era un pequeño buró de madera, un escritorio simple sobre el que había un par de libros y una pequeña cómoda, que sólo reafirmaba su pensamiento de que esa no era la habitación del rubio. Daba por firmado que Key no había cambiado su manía por la ropa.

Salió de la habitación y por inercia miró hacia atrás, como si pudiera ser pillado, pero lo único que vio fue a Miniki viéndolo con cara de pocos amigos.

Apenas abrió la puerta a la habitación que quedaba casi en frente a la anterior supo que esa era la habitación de Key.

Podía sentir un olor dulce en el aire, y como cada cosa en el lugar decía Kim Kibum. Todo era muy él.

La cama amplia y bien arreglada con ese color rosado que, por lo visto, seguía siendo su favorito, el escritorio con los cuadernos, las hojas, los lápices, todo en su lugar; el inmenso ropero anclado a una de las paredes que llegaba a ironizar con la modesta cómoda de la otra habitación, y el espejo en la pared del fondo. Sin contar en los detalles como las fotografías en las puertas del ropero, algunos paisajes que claramente podía reconocer de Daegu y otros que no supo identificar, además de los rostros de los amigos que ya le conocía entre varios que parecía le faltaban por conocer, o las pequeñas luces que adornaban un perchero sobre el que pendía una chaqueta de mezclilla.

Se paseó por el cuarto con lentitud, intentando captar en su memoria cada cosa que veía. Estar ahí era como estar en frente de Kibum casi pudiendo mirarle a los ojos... pero aún así se sentía como si él le quitara la mirada.

Abrió la puerta al balcón y se afirmó en la baranda observando la vista que realmente no difería mucho de la que él tenía desde su propio balcón.

¿En qué minuto había pasado el límite? ¿En qué momento se dio cuenta de que aún... de que nunca-

El maullido de Miniki detrás de él le recordó su motivo en ese departamento. Sabía que la gata no hablaría y no iría a contarle a Kibum lo tarde que se había acordado de su minúscula existencia, pero también sabía que era desconsiderado de su parte no haberla alimentado aún.

Pero con hambre y todo, Miniki no iba a ceder con Jonghyun.

Cuando el moreno le sirvió su comida, la gata se le quedó mirando desde la entrada de la cocina como si fuera insultante que la estuviera llamando con ese estúpido canto de "cuchito-cuchito-cuchito" que para nada serviría porque ella no era un "cuchito". Ella tenía nombre.

-Mini-Key ven aquí y come -le dijo a la pequeña mientras empujaba el plato más hacia ella. -Realmente te pareces a él... podrían hacer una competencia de cuál me quiere más lejos -rodó los ojos y se levantó del suelo. Apenas se alejó del plato lleno de comida para gato, Miniki se acercó. -Bueno, quizás tú le ganes. Aunque me encantaría saber por cuánto -siguió hablándole a la minina que comía afanada.

Luego de cerciorarse de que Miniki hubiese comido y tomado leche salió de la casa.

¿Qué más podía hacer?

Con guitarra en mano subió hasta la azotea, pero con la cabeza como la traía en lugar de sacar notas desde su preciada amiga sólo conseguía desgarrar las cuerdas.

Tomó un hondo respiro y volvió a empezar.

Así pasaron muchas horas.

* * *

Por tercer día consecutivo estaba en la azotea torturando a la pobre morena entre sus brazos. La música parecía más simple antes... y su vida también.

En los últimos días se había negado a ver a todo mundo. Se había negado a la invitación de Lee para salir de tragos y cada vez que se lo encontraba en los pasillos se excusaba con que había algo importante que debía hacer, y con Woohyun la historia no era muy diferente. Con Sekyung le había resultado algo difícil, pero se las había ingeniado.

Pero no eran ellos realmente de quienes más tenía miedo enfrentar. Era Key. Era del que más estaba escapando. Necesitaba poner sus ideas en claro.

Se sentía como en un juego de niños. El corre-que-te-pillo o algo por el estilo. Pero al estar evitando a la gente, había tenido bastante tiempo para pensar, que era lo que había estado buscando. Sin embargo, era peor a cada segundo que pasaba, cada pensamiento que tenía, cada emoción que se reconocía lo hacía sentirse peor. Pero ya no podía negarse más, nada más.

Pero, ¿qué ganaba con reconocerse lo que pasaba, de todos modos?

Se sentía como un maldito bastardo. O bien sabía que algo así le dirían si fuera un personaje en alguno de esos dramas que veía su madre por las tardes.

Dentro de él, algo le decía que se merecía el calificativo.

Y aún así, esto era la vida real. Apoyó su cabeza en la barda intentando dejar de pensar mientras tenía los ojos cerrados, porque era eso todo lo que podía hacer, cerrar los ojos. Hasta del sueño había estado huyendo en los últimos días.

Pero cuando los abrió le pareció estar soñando, otra vez. Key estaba de pie en la puerta, mirándolo dubitativo entre si avanzar o regresar por donde había llegado.

Una sola cosa le dijo que no estaba soñando.

Kibum traía a Miniki entre sus brazos. Si estaba dormido esto iba a ser una pesadilla.

-¿Interrumpimos? -preguntó el rubio acercándose mientras hacia un movimiento para indicar la guitarra.

-No, no -se apresuró a decir Jonghyun.

-Hace días no te veía -comentó Kibum dejando a su pequeña mascota en el suelo y comenzando a darle cuerda a algo que traía entre sus manos.

-Mmm -asintió. -He estado algo ocupado.

Para ese momento Miniki seguía al ratoncillo mecánico por la azotea, en un simpático intento por cazarlo. No pudieron evitar reír cuando de pronto el ratoncillo dejó de andar y la gatita se quedó casi petrificada en su lugar en posición defensiva a la espera de que volviera a moverse.

Kibum se acercó a ellos aún riendo, sin darse cuenta de que Jonghyun ya no reía con él. Lo observaba desde su lugar, sin quitarle la vista, siquiera cuando Key regresó sobre sus pasos y se sentó frente a él, sin dejar de ver a su gata. Cálido, así se sentía el tenerlo así de cerca, así de quieto, así de sonriente.

-Espero que no te haya dado problemas, me di cuenta que... bueno, que no simpatiza mucho contigo...

-No me dio problemas, no te preocupes. Supongo que el hambre le quitó la aversión -mintió.

Pasaron algunos minutos en silencio. Key volvió a levantarse ya que Miniki había dejado de morder el ratoncillo al ver que éste no volvería a moverse. Al parecer no era entretenido si no ponía resistencia.

-¿Cómo va tu proyecto? -soltó de pronto, en un afán por seguir una conversación.

-Yo- ¿Cómo sabes lo del proyecto? -Kibum se volteó a verlo. Realmente no recordaba haberle contado a Jonghyun sobre ello.

-Esto... Woohyun me lo comentó.

-Ah... Bien, de hecho ya lo terminamos.

-Me alegra.

Volvieron a quedar en silencio mientras Kibum intentaba jugar con su gatita intentando obviar la mirada significativa que sentía por parte del mayor.

-Key, ¿puedo hacerte una pregunta? -soltó de pronto Jonghyun.

-Supongo -dijo el rubio no tan convencido, acercándose de todos modos.

-¿Tú-

Una melodía monótona lo detuvo a medio camino.

-Tu celular -advirtió Kibum trayendo involuntariamente hasta Jonghyun recuerdos que él siquiera sabía que existían.

Sólo una segunda melodía sacó a Jonghyun de aquella fase ensimismada en la que parecía envolverse cada vez más seguido.

-Ahora es el mío -comentó Key antes de contestar. -Aló.

Luego de eso, Jonghyun se apresuró a tomar el suyo.

-¿Aló?

-Jonggie. ¿Dónde estás? Estoy fuera de tu departamento... Pensé que estarías y quería darte una sorpresa- De algún modo Jonghyun sabía que Sekyung formaba un puchero del otro lado.


-¿Estás en el edificio?

-Sí, estaba a punto de irme, pero quise llamarte primero.

-Okey, espérame voy enseguida.

-¿Estás dentro del departamento?

-No, pero estoy en el edificio. Espérame ahí -fue su última orden antes de cortar.

-Debiste avisarme antes, desconsiderado... Está bien, está bien. Los espero... Sé puntual, Onew, por favor... Bueno, al menos sé que de ella me puedo fiar... Okey, hasta luego -le oyó decir a Key antes de que él también colgara.

-Surgió algo, me tengo que ir.

-Espero que no sea algo grave.

-No, no te preocupes. Me voy... Nos vemos.

-Nos vemos, Jonghyun.

Antes de cerrar la puerta de la azotea, lo último que oyó fue la risa de Kibum llamando a Miniki quien al parecer no le hacía caso.

Esa misma risa lo acompañaría por varias horas haciéndose eco en su cabeza.

* * *

No había estado ni tres horas, de eso podía estar casi segura, ni tres horas en el departamento de Jonghyun... y más derrotada no podía sentirse. Su relación oficialmente se estaba yendo por el desagüe y ella no sabía qué hacer para salvarla. Y que Jonghyun estuviera a su lado en el ascensor sin decir palabra y sin siquiera tomarle la mano no era más que otra confirmación... una más a la lista.

Una vez que llegaron al primer piso, era difícil determinar cuál de los dos se sentía más incómodo. Frente a las puertas ya abiertas del ascensor, Onew y Luna esperaban por su turno para usarlo.

-Sekyung. Qué... coincidencia encontrarte aquí -dijo la rubia.

-¿Se conocen? -preguntó Jinki algo confundido.

-Sí... somos compañeras. ¿De dónde se conocen ustedes? -cuestionó de regreso Luna.

-Nos conocimos en la obra de teatro que te comenté que había ido a ver con mi novio. Por cierto, Jonghyun, ella es Luna, mi compañera. Ha sido de las más simpáticas conmigo.

Ambas compartieron una mirada simpática.

-Un gusto, Luna, y gracias por cuidar de Sekyung.

-No es nada, Sekyung también ha sido bastante amable. Es casi imposible no querer cuidarla -soltó Luna riendo.

-Qué pequeño es el mundo -acotó Onew. -Ustedes son compañeras, y Jonghyun es vecino de Kibum -aclaró frente a la mirada de desconcierto de su novia.

-¿En serio? -preguntó Luna casi anonadada por la gran coincidencia que estaba resultando ser aquella visita.

-Sí, lo que me recuerda que nos está esperando y si nos retrasamos me matará -expuso Onew riendo.

-Está bien -coincidió la rubia. -Nos vemos, Sekyung. Un gusto, Jonghyun.

-Hasta luego chicos -se despidió Jinki antes de subir al ascensor tras Luna.



El camino a casa de los tíos de Sekyung fue otro viaje en silencio, pero al menos para uno de los dos las cosas acabaron de quedar más claras, aunque eso no significara que eso le hiciera más feliz.

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