Sonó
su alarma y la apagó con desgana. Esa había sido otra noche de dormir sin
descansar realmente.
Caminó
hacia la cocina aún refregándose los ojos, intentando desperezarse un poco,
pero el sonido proveniente desde su puerta obtuvo un mejor resultado. ¿Quién podía ser a esas
horas de la mañana?
Se
apresuró a abrir y casi literalmente se quedó congelado. Key estaba de pie fuera
de su puerta con el color castaño natural de su cabello reinándole sobre la
cabeza y, ya perfectamente vestido y maquillado, lo recorría con la mirada y no
fue sino hasta ese momento que se dio cuenta que sólo traía puestos unos
pantaloncillos, sintiéndose expuesto en cierto modo.
-¿No me vas a invitar a
pasar?
Si
otra persona hubiera dicho esas mismas palabras lo hubiera enviado al otro lado
del mundo en un viaje sin regreso, pues creía sinceramente que esas no eran
horas para hacer visitas sociales ni nada por el estilo, por el contrario sólo
asintió como un idiota y abrió más la puerta.
Key
caminó dentro del departamento ajeno con la misma prestancia que hubiera
caminado por sobre una pasarela hasta que llegó al sofá y se sentó. Jonghyun
permanecía con su mano en la manilla de la puerta ya cerrada siguiendo los
movimientos del menor.
-¿Vas a quedarte allí?
El
moreno no atendía a nada. Primero había sido el shock de su pelo, y luego verlo
caminar por su departamento con tal ligereza como si fuera suyo.
-Necesito
hablarte de... algo.
Y
luego eso. No quería, realmente no
quería creer que su tono hubiera sonado tan
sugerente, pero tampoco iba a mentirse a sí mismo. Era exactamente eso lo que
creía y estaba casi seguro de que así había sido. Sólo esperaba que su mente no
estuviera jugándole una broma, mucho menos cuando Key se encontraba en su sofá
sentado cómodamente mientras cruzaba las piernas y palmeaba el espacio vacío a
su lado del sofá indicándole que se acercara.
Sin
reaccionar a nada que no fueran los movimientos del menor, avanzó hasta quedar
sentado a su lado; sus ojos nunca dejando de mirar aquellas orbes perfectamente
delineadas que se clavaban entorno a él, casi afilando sus pupilas, acentuando
más su forma gatuna.
-Jjong~
-susurró Key, haciéndole desviar su atención hacia los labios que habían
producido su nombre, esos labios que de un momento a otro parecían más cercanos
de lo recomendable. Más apetecibles de lo
recomendable.
Un
movimiento lo sacó de su burbuja, así de repente, así como si no se lo hubiera
esperado. Sólo así.
Los
ojos de Key clavándose aún más en los suyos, con su rostro a cinco centímetros
de distancia, pasando todos los límites del espacio personal.
Y
aún así quería más.
-Jjong~
-volvió a susurrar Kibum, golpeándole el rostro con el aroma de su aliento y
embotándolo con sensaciones. -Jjong, tu celular -susurró con una sonrisa
maliciosa. Sabía que él también lo escuchaba, pero no quería contestar. Fuera
quien fuera se podía ir a la mierda. -Tu celular -volvió a advertirle Kibum y luego
se rió. Todo en un susurro que le hizo casi imposible el desviar la mirada para
buscar el maldito aparato.
Pero
cuando miró a su alrededor parecía que su departamento fuera otro lugar, ¿o
sólo era ese estúpido reloj que había puesto en la pared, el que ahora no
estaba? No, estaba seguro de que algo pasaba ahí. Pero Kibum no lo dejó pensar
mucho más.
-Jjong~
-lo llamó una vez más.
En
menos de lo que pudo decir tres, Kibum presionó apenas sus labios contra los
suyos. Fue un contacto suave, apenas perdurable pero que le bastó para sentir
que todo a su alrededor se nublaba y luego... un remezón.
Un
remezón que lo volvió a la realidad y a hacerlo verse aún recostado en su cama,
con el celular vibrando en su buró mientras la apestosa decepción le recorría
el cuerpo.
Se
tocó los labios en un burdo intento por sentir resabios del contacto de su
sueño, pero ni eso había, lo que aumentó su desanimo.
Tomó
el aparato odiando de antemano a cualquier ser que estuviera del otro lado de
la línea.
-Aló.
-Jonggie~. Lamento despertarte -le
contestó una voz dulce del otro lado.
Se
sentó en la cama intentando cambiar el rumbo de sus pensamientos, moviendo su
cabeza en un intento por ayudarse a sí mismo.
-No
te preocupes, Sekyung. ¿Qué pasa? ¿Pasó algo malo? No sueles llamarme tan
temprano.
-El carro de mi tio se averió o algo así
-intentó explicar la castaña. -, y no
tengo cómo llegar a la universidad-
-Pasaré
a buscarte -se ofreció él rápidamente.
-Te amaría aún más, Jonggie. -Sekyung
sonaba jubilosa.
-Paso
a buscarte en... una hora, ¿te parece? -decidió luego de mirar en su reloj de pulsera
que había dejado sobre el mismo mueble.
-Estaré más que lista para entonces, lo
prometo -rió la castaña del otro lado, siendo vagamente secundada por
Jonghyun.
-Te
veo, entonces.
-Nos vemos.
Ni
Sekyung ni nadie tenía la culpa de sus sueños, así que debía calmarse. Seguro
que luego de un café y una ducha estaría más que despejado.
Salió
de la habitación rumbo a la ducha, luego de decidir que lo mejor era enfriar
sus pensamientos antes que cualquier otra cosa.
Una
vez en calma, si es que podía considerar calma a evadir cada flash de recuerdo
de su sueño -¿Por qué no podía
simplemente ser de esos sueños que olvidas al despertar? -, se enfiló, aún con
la toalla rodeándole la cintura, hasta la cocina a por un café, pero no había
alcanzado a llegar a la entrada de la estancia cuando golpes en su puerta lo
congelaron en su lugar.
Dudó
entre pellizcarse para verificar que no estaba soñando de nuevo o ir a abrir la
puerta como cualquier persona normal haría. Por lo que le iba quedando de
sanidad mental, eligió lo segundo. Pero fue allí donde dudó nuevamente de su
cordura.
Tal
como en su sueño, Kibum estaba fuera de su departamento completamente
arreglado, con vestimenta y maquillaje, pero a diferencia, su pelo seguía
siendo de ese rubio atrevido y cargaba consigo ya su casco y su bolso. Apenas y
recordó que lo único que llevaba puesto era una toalla cuando Kibum lo recorrió
con una mirada interrogativa.
-¿Puedo pasar? -preguntó el
menor al darse cuenta que Jonghyun no parecía muy presto a decir nada por el
momento, lo que fue confirmado cuando en lugar de musitar un "sí"
como último recurso de habla, el mayor sólo asintió.
Tal
como en su sueño, Key recorrió su departamento con prestancia hasta llegar al
sofá mientras él cerraba la puerta sin dejarle de ver.
-Mmm...
¿Vine en un mal momento?
Ceja
alzada y mueca en los labios, lo último que Kibum le permitía a Jonghyun era
pensar.
-Jonghyun
necesito hablarte de algo, pero-
Kibum
iba a regañarlo tácitamente por no acercarse aún haciendo extraña la
conversación a tal distancia cuando Jonghyun se acercó precipitadamente a él,
sentándose a su lado en el sofá. No sabía que apenas aquella frase había
detonado cierto recuerdo en el moreno.
-Necesito
pedirte... un favor -dijo dubitativo el rubio al ver el rostro casi inexpresivo
del mayor.
-Sí,
claro.
-Aún
no sabes lo que voy a pedirte, Jonghyun -puntualizó el rubio dudando si había
sido una buena idea acudir al moreno.
-Claro,
o sea... Dime.
-Quería
saber si ibas a estar por acá al mediodía. Normalmente vengo yo, porque es la
hora de comer de Miniki, pero hoy no puedo... y necesito que alguien la
alimente-
-Sí,
no te preocupes, yo lo hago.
Jonghyun
siquiera estaba seguro de poder, no sabía si tenía clases a esa hora o si tenía
algún compromiso, pero ahí estaba asintiendo como un poseso.
-¿En serio? De verdad, te lo
agradecería. Iba a pedírselo al señor Jang, pero no quiero molestarlo-
-De
verdad, no me molesta.
-Genial.
Bueno, mira -dijo entregándole un papel. -, ésta es la contraseña de mi
departamento y éste es mi número de teléfono. Por favor, llámame en caso de
cualquier cosa. La verdad no creo que sea necesario, pero prefiero prevenir
-explicó levantándose del sofá.
-No
te preocupes, todo estará bien -soltó sonriendo sin despegar los ojos de Key
que ya se dirigía a la puerta.
-Igual
y si no puedes, llámame y buscaré una forma de poder venir o buscar a alguien
más -seguía en el umbral mirando a Jonghyun como si esperara de él algo más
coherente que quedarse ahí de pie viéndolo. -Y Jonghyun... arréglate o se te
hará tarde -lo señaló con un dedo acusador de arriba abajo antes de marcharse.
Ni
el mismo Jonghyun sabría decir si fue el hecho de que Kibum saliera de su campo
de visión, el sonido de la puerta al cerrar o ambos hechos lo que lo hicieron
caer de regreso al presente. Lo último que hizo antes de regresar a su cuarto
fue quedarse viendo el papel donde estaba escrito el número de teléfono y la
contraseña de Kibum.
-Key
-musitó quedo con una media sonrisa en los labios, que fue lo único que pudo
manejar en su rostro, pensando que, después de todo, aquella pequeña bestia
amarilla no era del todo mala.
Kibum
llegó a su vespa aún con las mejillas sonrosadas. ¿Cómo se le ocurría a
Jonghyun atender a la puerta apenas y cubriéndose con una toalla? ¿Dónde había
perdido el pudor ese chico?
No
era como si Jonghyun tuviera impacto en él, pero después de todo, alguien tenía
que tener piedad de sus hormonas. Él no era de fierro ni lo sería nunca: un
buen cuerpo sería siempre un buen cuerpo, sin importar de quién fuera. Tampoco
iba a decir que Jonghyun estuviera en malas condiciones, todo lo contrario. Los
años le habían dado al moreno ese toque masculino del que él mismo no se creía
poseedor.
Se
aseguró bien el bolso y se puso el casco mientras aún intentaba regular su
respiración, tenía que tener algo de sangre fría por el amor de Dios.
* * *
Cuando
Jonghyun pasó por Sekyung a la casa de sus tíos, la castaña ya lo esperaba
lista como había prometido.
Se
acercó al moreno con la intención de besarlo, pero su intento se vio frustrado
cuando sintió los brazos de su novio rodearla, apretándola sutilmente en un
abrazo.
-Jonggie~.
¿Tanto me extrañaste? -intentó reír ella.
-Ajá
-musitó el moreno a modo de respuesta, dándole un beso en la coronilla y luego
separándose de ella para brindarle una sonrisa antes de abrirle la puerta del
carro.
La
castaña lo vio rodear el auto, su rostro habiendo perdido la sonrisa que hasta
hace unos instantes le había otorgado dando paso a un rostro casi inexpresivo.
Lo
vio sentarse, asegurarse el cinturón de seguridad y encender el auto en lo que
a ella le pareció un estado de piloto automático.
Tenía
miedo. Pero quería seguir negándose el hecho de que Jonghyun fuera técnicamente
otra persona desde que habían regresado a Corea. No quería ponerlo en palabras
porque creía que si lo hacía, las cosas empeorarían; y no es como si estuvieran
mal... simplemente no estaban. Jonghyun no era el animado y cariñoso Jjong que
conoció en Tokio, últimamente siempre estaba con la mente en la luna o en
cualquier otro lado, sus abrazos eran fríos, sin contar los escasos besos que
ahora recibía por su parte.
El
trayecto lo hicieron en silencio. Jonghyun parecía siquiera notarlo. Sekyung
devanaba su cerebro buscando una razón, un algo
que le dijera qué era lo que pasaba con su novio. Estaba haciendo lo que
quería, para eso habían decidido mudarse a Seúl, ¿no? Entonces, ¿qué podía
tenerlo así?
No
lo entendía y cuando se bajó del auto en dirección a su facultad seguía sin
entenderlo y la frustraba, la atemorizaba, le
dolía ver cómo su relación parecía caer en un estado de mutismo siendo ella
la única aparentemente consciente de ello.
¿Hace
cuánto no oía un "te amo" espontáneo? ¿Uno que no viniera justo luego
de que ella hubiera pronunciado las palabras primero? ¿Hace cuánto que no
recibía un mensaje a medianoche sólo contándole un pensamiento por más idiota
que fuera? ¿Hace cuánto que los ojos de Jjong
ya no brillaban cuando la miraban?
* * *
Iba
saliendo de su última clase antes del almuerzo directo hacia su carro para
poder cumplir con lo que le había pedido Key en el preciso momento en que oyó
una voz llamándolo. Justo la voz menos oportuna.
-Jonghyun
-volvió a llamarlo Woohyun cuando alcanzó al moreno. -¿Vas a almorzar? ¿Vamos
juntos?
No
podía decirle que sí, tenía que ir a alimentar a esa amarilla bola de pelos... querida bola de pelos, se obligó a
pensar. Después de todo, gracias a ella había conseguido el número telefónico
del rubio. Sí, hasta por pequeñeces como esa se alegraba.
-Yo...
yo quedé de almorzar con Sekyung -mintió. -De hecho, ahora voy a buscarla.
-Aah,
tu novia -recordó el menor. -Hoy no es mi día. Tú comerás con tu novia, Minho
con Taemin, Onew con Luna y Kibum no me querrá ver por estar metido en ese
proyecto -pronunció con desprecio lo último. -En fin... tendré que ver qué
hago, sino acabaré comiendo solo -dijo haciendo un puchero antes de soltar una
carcajada que casi hizo saltar a Jonghyun quien se había quedado pensando en
dos cosas dichas por Nam. -Bueno, me voy entonces, no te quito más tu tiempo
sino tu chica me odiará. Nos vemos.
-Nos
vemos -musitó mientras lo veía alejarse.
Caminó
hacia su auto y siguió atando cabos mientras acomodaba su guitarra en el
maletero.
Así
que Onew tenía novia. O al menos sentía que eso significaba que lo hubiera
puesto en la misma categoría con la que lo había señalado a él y a los demás
-omitiendo el hecho de que hubiera calzado a Key consigo mismo -.
Y
Kibum estaba en medio de un proyecto, y era por eso que no podía ir a su
departamento ese día. La verdad es que no lo había pensado mucho, estaba
bastante más interesado en las ventajas propias del hecho que no se había
parado a preguntarse por qué razón Key no iría a alimentar a Miniki. Un
proyecto sonaba bastante entretenido ahora que lo pensaba.
Pero
las cosas no fueron tan entretenidas cuando Miniki al no ver entrar a Kibum por
la puerta erizó su cola y mostró aquellos finos dientes antes de ir a
refugiarse detrás de un sillón.
¿Qué
había hecho él para que esa pequeña bola de pelos lo odiara tan abiertamente?
Roló
los ojos y antes que darle comida a "la cosa amarilla esa",
inspeccionó la casa. Sabía que no debía de hacerlo pues como diría su madre:
"Yo no te enseñé a andar hurgando en
las pertenencias de los demás", pero ella no estaba ahí para regañarlo
y la curiosidad era más poderosa.
La
cocina era el lugar más prolijo que había visto y siquiera en comparación con
la suya -ya que siquiera se atrevía a ponerla al mismo nivel, casi ni la
ocupaba y sinceramente el lugar era un asco. -sino con la de su madre o la del
restaurante en el que había trabajado como mozo a medio tiempo en Japón. Cuando
decidió salir de la estancia, luego de una rápida inspección se dio cuenta de
que Miniki lo seguía a cierta distancia.
-Gata
tonta -le bufó siguiendo su camino hacia el pasillo.
Primera
puerta a la derecha, un cuarto simple. Estaba seguro que ese no podía ser el
cuarto de Key. Sólo había una cama de color azul, o lo que él percibía como
azul. Estaba seguro que si Kibum estuviera ahí lo regañaría, para luego pasar a
dar énfasis en la diferencia entre el azul y el color de la cama. Río de sólo
pensarlo. Además del lecho, lo único que poseía el cuarto era un pequeño buró
de madera, un escritorio simple sobre el que había un par de libros y una
pequeña cómoda, que sólo reafirmaba su pensamiento de que esa no era la habitación del rubio. Daba por
firmado que Key no había cambiado su manía por la ropa.
Salió
de la habitación y por inercia miró hacia atrás, como si pudiera ser pillado,
pero lo único que vio fue a Miniki viéndolo con cara de pocos amigos.
Apenas
abrió la puerta a la habitación que quedaba casi en frente a la anterior supo
que esa sí era la habitación de Key.
Podía
sentir un olor dulce en el aire, y como cada cosa en el lugar decía Kim Kibum.
Todo era muy él.
La
cama amplia y bien arreglada con ese color rosado que, por lo visto, seguía
siendo su favorito, el escritorio con los cuadernos, las hojas, los lápices,
todo en su lugar; el inmenso ropero anclado a una de las paredes que llegaba a
ironizar con la modesta cómoda de la otra habitación, y el espejo en la pared
del fondo. Sin contar en los detalles como las fotografías en las puertas del
ropero, algunos paisajes que claramente podía reconocer de Daegu y otros que no
supo identificar, además de los rostros de los amigos que ya le conocía entre
varios que parecía le faltaban por conocer, o las pequeñas luces que adornaban
un perchero sobre el que pendía una chaqueta de mezclilla.
Se
paseó por el cuarto con lentitud, intentando captar en su memoria cada cosa que
veía. Estar ahí era como estar en frente de Kibum casi pudiendo mirarle a los
ojos... pero aún así se sentía como si él le quitara la mirada.
Abrió
la puerta al balcón y se afirmó en la baranda observando la vista que realmente
no difería mucho de la que él tenía desde su propio balcón.
¿En
qué minuto había pasado el límite? ¿En qué momento se dio cuenta de que aún...
de que nunca-
El
maullido de Miniki detrás de él le recordó su motivo en ese departamento. Sabía
que la gata no hablaría y no iría a contarle a Kibum lo tarde que se había
acordado de su minúscula existencia, pero también sabía que era desconsiderado
de su parte no haberla alimentado aún.
Pero
con hambre y todo, Miniki no iba a ceder con Jonghyun.
Cuando
el moreno le sirvió su comida, la gata se le quedó mirando desde la entrada de
la cocina como si fuera insultante que la estuviera llamando con ese estúpido
canto de "cuchito-cuchito-cuchito" que para nada serviría porque ella
no era un "cuchito". Ella tenía nombre.
-Mini-Key
ven aquí y come -le dijo a la pequeña mientras empujaba el plato más hacia
ella. -Realmente te pareces a él... podrían hacer una competencia de cuál me
quiere más lejos -rodó los ojos y se levantó del suelo. Apenas se alejó del
plato lleno de comida para gato, Miniki se acercó. -Bueno, quizás tú le ganes.
Aunque me encantaría saber por cuánto -siguió hablándole a la minina que comía
afanada.
Luego
de cerciorarse de que Miniki hubiese comido y tomado leche salió de la casa.
¿Qué
más podía hacer?
Con
guitarra en mano subió hasta la azotea, pero con la cabeza como la traía en
lugar de sacar notas desde su preciada amiga sólo conseguía desgarrar las
cuerdas.
Tomó
un hondo respiro y volvió a empezar.
Así
pasaron muchas horas.
* * *
Por
tercer día consecutivo estaba en la azotea torturando a la pobre morena entre
sus brazos. La música parecía más simple antes... y su vida también.
En
los últimos días se había negado a ver a todo mundo. Se había negado a la
invitación de Lee para salir de tragos y cada vez que se lo encontraba en los
pasillos se excusaba con que había algo importante que debía hacer, y con
Woohyun la historia no era muy diferente. Con Sekyung le había resultado algo
difícil, pero se las había ingeniado.
Pero
no eran ellos realmente de quienes más tenía miedo enfrentar. Era Key. Era del que
más estaba escapando. Necesitaba poner sus ideas en claro.
Se
sentía como en un juego de niños. El corre-que-te-pillo o algo por el estilo.
Pero al estar evitando a la gente, había tenido bastante tiempo para pensar,
que era lo que había estado buscando. Sin embargo, era peor a cada segundo que
pasaba, cada pensamiento que tenía, cada emoción que se reconocía lo hacía
sentirse peor. Pero ya no podía negarse más, nada más.
Pero,
¿qué ganaba con reconocerse lo que pasaba, de todos modos?
Se
sentía como un maldito bastardo. O bien sabía que algo así le dirían si fuera
un personaje en alguno de esos dramas que veía su madre por las tardes.
Dentro
de él, algo le decía que se merecía el calificativo.
Y
aún así, esto era la vida real. Apoyó su cabeza en la barda intentando dejar de
pensar mientras tenía los ojos cerrados, porque era eso todo lo que podía
hacer, cerrar los ojos. Hasta del sueño había estado huyendo en los últimos
días.
Pero
cuando los abrió le pareció estar soñando, otra vez. Key estaba de pie en la
puerta, mirándolo dubitativo entre si avanzar o regresar por donde había
llegado.
Una
sola cosa le dijo que no estaba soñando.
Kibum
traía a Miniki entre sus brazos. Si estaba dormido esto iba a ser una
pesadilla.
-¿Interrumpimos? -preguntó el
rubio acercándose mientras hacia un movimiento para indicar la guitarra.
-No,
no -se apresuró a decir Jonghyun.
-Hace
días no te veía -comentó Kibum dejando a su pequeña mascota en el suelo y
comenzando a darle cuerda a algo que traía entre sus manos.
-Mmm
-asintió. -He estado algo ocupado.
Para
ese momento Miniki seguía al ratoncillo mecánico por la azotea, en un simpático
intento por cazarlo. No pudieron evitar reír cuando de pronto el ratoncillo
dejó de andar y la gatita se quedó casi petrificada en su lugar en posición
defensiva a la espera de que volviera a moverse.
Kibum
se acercó a ellos aún riendo, sin darse cuenta de que Jonghyun ya no reía con
él. Lo observaba desde su lugar, sin quitarle la vista, siquiera cuando Key
regresó sobre sus pasos y se sentó frente a él, sin dejar de ver a su gata.
Cálido, así se sentía el tenerlo así de cerca, así de quieto, así de sonriente.
-Espero
que no te haya dado problemas, me di cuenta que... bueno, que no simpatiza
mucho contigo...
-No
me dio problemas, no te preocupes. Supongo que el hambre le quitó la aversión
-mintió.
Pasaron
algunos minutos en silencio. Key volvió a levantarse ya que Miniki había dejado
de morder el ratoncillo al ver que éste no volvería a moverse. Al parecer no
era entretenido si no ponía resistencia.
-¿Cómo
va tu proyecto? -soltó de pronto, en un afán por seguir una conversación.
-Yo-
¿Cómo sabes lo del proyecto? -Kibum se volteó a verlo. Realmente no recordaba
haberle contado a Jonghyun sobre ello.
-Esto...
Woohyun me lo comentó.
-Ah...
Bien, de hecho ya lo terminamos.
-Me
alegra.
Volvieron
a quedar en silencio mientras Kibum intentaba jugar con su gatita intentando
obviar la mirada significativa que sentía por parte del mayor.
-Key, ¿puedo hacerte una pregunta?
-soltó de pronto Jonghyun.
-Supongo -dijo
el rubio no tan convencido, acercándose de todos modos.
-¿Tú-
Una melodía
monótona lo detuvo a medio camino.
-Tu celular
-advirtió Kibum trayendo involuntariamente hasta Jonghyun recuerdos que él
siquiera sabía que existían.
Sólo una
segunda melodía sacó a Jonghyun de aquella fase ensimismada en la que parecía
envolverse cada vez más seguido.
-Ahora es el
mío -comentó Key antes de contestar. -Aló.
Luego de eso,
Jonghyun se apresuró a tomar el suyo.
-¿Aló?
-Jonggie. ¿Dónde estás? Estoy fuera de
tu departamento... Pensé que estarías y quería darte una sorpresa- De algún modo Jonghyun sabía que
Sekyung formaba un puchero del otro lado.
-¿Estás en el
edificio?
-Sí, estaba a punto de irme, pero
quise llamarte primero.
-Okey,
espérame voy enseguida.
-¿Estás dentro del departamento?
-No, pero
estoy en el edificio. Espérame ahí -fue su última orden antes de cortar.
-Debiste
avisarme antes, desconsiderado... Está bien, está bien. Los espero... Sé
puntual, Onew, por favor... Bueno, al menos sé que de ella me puedo fiar...
Okey, hasta luego -le oyó decir a Key antes de que él también colgara.
-Surgió algo,
me tengo que ir.
-Espero que no
sea algo grave.
-No, no te
preocupes. Me voy... Nos vemos.
-Nos vemos,
Jonghyun.
Antes de
cerrar la puerta de la azotea, lo último que oyó fue la risa de Kibum llamando
a Miniki quien al parecer no le hacía caso.
Esa misma risa
lo acompañaría por varias horas haciéndose eco en su cabeza.
* * *
No había
estado ni tres horas, de eso podía estar casi segura, ni tres horas en el
departamento de Jonghyun... y más derrotada no podía sentirse. Su relación
oficialmente se estaba yendo por el desagüe y ella no sabía qué hacer para
salvarla. Y que Jonghyun estuviera a su lado en el ascensor sin decir palabra y
sin siquiera tomarle la mano no era más que otra confirmación... una más a la
lista.
Una vez que
llegaron al primer piso, era difícil determinar cuál de los dos se sentía más
incómodo. Frente a las puertas ya abiertas del ascensor, Onew y Luna esperaban
por su turno para usarlo.
-Sekyung. Qué...
coincidencia encontrarte aquí -dijo la rubia.
-¿Se conocen?
-preguntó Jinki algo confundido.
-Sí... somos
compañeras. ¿De dónde se conocen ustedes? -cuestionó de regreso Luna.
-Nos conocimos
en la obra de teatro que te comenté que había ido a ver con mi novio. Por
cierto, Jonghyun, ella es Luna, mi compañera. Ha sido de las más simpáticas
conmigo.
Ambas
compartieron una mirada simpática.
-Un gusto,
Luna, y gracias por cuidar de Sekyung.
-No es nada,
Sekyung también ha sido bastante amable. Es casi imposible no querer cuidarla
-soltó Luna riendo.
-Qué pequeño
es el mundo -acotó Onew. -Ustedes son compañeras, y Jonghyun es vecino de Kibum
-aclaró frente a la mirada de desconcierto de su novia.
-¿En serio?
-preguntó Luna casi anonadada por la gran coincidencia que estaba resultando
ser aquella visita.
-Sí, lo que me
recuerda que nos está esperando y si nos retrasamos me matará -expuso Onew
riendo.
-Está bien
-coincidió la rubia. -Nos vemos, Sekyung. Un gusto, Jonghyun.
-Hasta luego
chicos -se despidió Jinki antes de subir al ascensor tras Luna.
El camino a casa de los
tíos de Sekyung fue otro viaje en silencio, pero al menos para uno de los dos
las cosas acabaron de quedar más claras, aunque eso no significara que eso le
hiciera más feliz.
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