Key había escapado de todo pensamiento referente a esa noche, hasta que tuvo que hacerles frente dos días después al sentir los golpes de Jonghyun en la puerta de su departamento en Seúl.

No tenía agujero mágico en su puerta, pero estaba seguro que nadie podía golpear con tanto ímpetu como él… sobre todo después de haber enviado al buzón de voz cada una de las llamadas del moreno, para posteriormente acabar apagando el celular.

La única que atendía al mayor era la –ya venidos a un tiempo -larguirucha Miniki que del otro lado de la puerta la flanqueaba de lado a lado en una cómica versión de un pequeño león enjaulado. De todos modos, parecía entender que su dueño quería pasar desapercibido, así que no emitió ningún sonido que pudiera delatarlos.

Kibum se sentó en el sofá en posición hindú, los ojos cerrados y un té humeando en la mesa de centro –había perdido la cuenta de cuántos se había tomado desde que había vuelto a casa. Ya dudaba de la propiedad calmante que tanto le atribuían su madre y su hermana -. Sólo volvió a abrir los ojos cuando los golpes insistentes dejaron de sentirse.

Dio un suspiro largo y se dedicó a pensar en lo sucedido. Qué bola de contradicciones se sentía.

Una parte de él, se arrepentía tanto como era posible para un mortal hacerlo. Había besado a Jonghyun a sabiendas de que era terreno peligroso, de que era su ex y de que actualmente se encontraba en una relación. Otra parte suya le decía que no había de qué alterarse, había sido algo del momento y simplemente había hecho eso para saciar la sed de sus hormonas con las que tanto había tenido que guerrillear en las últimas semanas, y con un poco de suerte si hacía como si nada hubiese pasado, Jonghyun también olvidaría el hecho. Había sido cosa del momento y nada más, le decía aquella parte, la más calmada de él. Pero una tercera le decía que aunque no había nada de que arrepentirse, más que nada por el hecho de que no podía deshacer lo ya hecho –y porque por muchos remordimientos que tuviera lo había disfrutado y eso no iba negárselo -, no podía tampoco mentirse y decir que era una cosa de hormonas, porque las había calmado, de buena y sana manera, todo lo que quisiera, pero aún así seguía queriendo más. Y no era sólo cosa de que quisiera más, sino que quería más de Jonghyun. Esa última parte de él fue la misma que lo hizo deshacer la posición hindú y largarse a por un café.

El té no había funcionado ni iba a funcionar. No era calma lo que él necesitaba precisamente.



Arreglaba su maleta en su –antigua –habitación cuando escuchó dos golpes macizos pero suaves en la puerta. Dio su permiso para entrar a quien fuera que estuviera afuera sin dejar de arreglar las prendas en el pequeño espacio.

-¿Muy ocupado? –la voz de su padre le pilló desprevenido.

-Sólo un poco… ¿pasa algo? –preguntó cerrando su maleta y dejándola a un lado para tomar asiento en la cama.

-No, nada –dijo su padre con el mismo rostro sereno con el que de todos modos hubiera sido capaz de darle la peor de las noticias.

Su padre era así: calmo para todo. Por el bien de su madre, esperaba que para amar no tuviera la misma mala costumbre.

-Y… ¿cómo va todo? ¿La universidad? ¿Los estudios? ¿Cómo está Woohyun?

-Eeh... –por un momento no supo qué responder, su padre no era alguien de conversaciones y era muy raro que estuviera intentando entablar una en esos momentos. –Todo bien. Ya les he dicho que mis notas van bien… y Namu también va okey, ahora se fue a ver a sus padres. Debe volver en una o dos semanas.

Su padre asintió. Lo más probable es que pensaba en cómo seguir la conversación. Kibum estuvo a punto de decir algo para sacarlo del apuro, cuando al fin se decidió.

-Estoy muy orgulloso de ti, ¿sabes? Bueno, los dos, tu mamá y yo –soltó el hombre con la voz algo atropellada. –Es bueno saber que estás haciendo las cosas bien y que ya eres un hombre maduro.

Era raro que su papá se lo estuviera diciendo, pero dados al caso de que lo había hecho no podía hacer nada más que sentirse bastante conmovido, y sin poder evitarlo comenzó a llorar. Aunque pudiese ser que fueran otras sensaciones las culpables, pero esa rebalsó el vaso.

El hombre sin saber qué hacer, pasó toscamente sus brazos por los hombros de su hijo y le preguntó si es que estaría mejor que llamase a su madre, percibiendo como respuesta el movimiento de cabeza de Kibum que le indicaba que no.

-Yo… bueno, sé que no lo digo seguido, tu mamá siempre me regaña por eso, pero no es que no lo sienta... –se intentó explicar el mayor, sintiéndose culpable por hacer llorar a su hijo.

La última vez que se había visto en la obligación de consolarlo, el rubio tenía unos seis años y no había sido más que una caída de su bicicleta. La llantina del pequeño se había acabado luego de que le dijera con una suavidad impenetrable que dolores como esos no eran nada en comparación con otros, lo que para la mentecilla dramática de seis fue equivalente a decirle que se prepara porque lo peor aún no venía. El sólo pensamiento de que un dolor más grande que aquel existía fue capaz de dejarlo callado en aquel entonces.

-Es imposible que no me sienta orgulloso de ti… -soltó de pronto en un susurro. –Has hecho lo que has querido, no te has detenido, y sé que no te fuiste a vivir con Boah por eso, pero aún así decidiste llegar lejos y ahora eres responsable de ti mismo.

Para aquellos momentos, Kibum había comenzado a hipar, pero los sollozos se habían detenido.

-¿Aún cuando mamá y tú pagan mis cuentas? –preguntó haciéndolos reír quedamente a ambos.

-Aún así, Bum. Aún así. Yo… nunca hubiera tenido el coraje para hacer las cosas que has hecho… todo lo haces con el corazón y eso no hace más que enorgullecerme… y agradecer que seas más como tu madre y no tanto como yo.

-No digas eso…

-Es la verdad. Creo que la única cosa que hecho con el corazón fue haberla elegido a ella… lo que demuestra lo bien que has hecho siguiendo al tuyo.

Seguir al corazón. ¿Tenía que hablarle justo en esos momentos de seguir al corazón? Se sintió al borde de las lágrimas de nuevo, pero se las apañó para no volver a sollozar. Lo único que pudo hacer fue volver a abrazar a su padre.



Miniki se movía de un lado a otro de la cocina, jugando con una pequeña pelota de lana a la que empujaba y luego seguía, todo bajo la atenta mirada de Key… que de atenta no tenía nada. Seguía a la gatita con la vista, pero realmente no la miraba.

Jonghyun. Jonghyun. Jonghyun.

Jonghyun.

Eso era todo lo que le pasaba por la cabeza, pero tenía miedo de abrir la puerta en el momento que el mayor volviera por él. Mucho más miedo le daba enfrentarlo directamente.

¿Cómo era que había pasado de evitar cada pensamiento relacionado con el moreno a pensar en él de forma irremediable?

Uno, dos, tres, luego se volvieron incontables.

Los golpes de Jonghyun se volvían a sentir en su puerta y él apretó con ahínco sus manos en la taza hasta dejarse los nudillos blancos.

-Seguir al corazón –murmuró recordando la conversación con su padre.

Quince minutos después y Jonghyun volvió a desistir.

Pero Key no dudaba que fuera a insistir. Dentro de poco volvería, eso seguro.

-Miniki, quédate aquí. Yo… iré por aire –le avisó a la minina que sólo lo quedó viendo como diciendo: “si crees que es lo mejor…”

Apenas se calzó sus zapatillas y salió, poniendo sumo cuidado en cerrar el departamento y no ser escuchado.

Siquiera bajó al estacionamiento a buscar su Vespa, simplemente quería caminar. Si es que eso le ayudaba en algo.

* * *

Jonghyun apenas volvió de la casa de sus padres se dedicó a acechar a Key, sin avance alguno en sus pesquisas.

No sabía a ciencia cierta si es que el rubio se encontraba dentro, pero no se iba a cansar hasta dar con él. ¿No estaría pensando que luego de ese beso lo iba a dejar así como así, cierto?

Ese beso le había dicho cuanto necesitaba, no hacía falta nada más para armar el rompecabezas que traía hecho los pensamientos. Kibum también lo quería, de un modo u otro, pero algo sentía por él –decir que estaba rogando porque fuera tan fuerte como lo que sentía él mismo era quedarse corto-. No quería meter las manos al fuego en una apuesta sin más antecedentes que un beso olvidado, otro fallido y un último con intenciones de olvido, pero se mantenía optimista, al menos en ese aspecto.

Por lo mismo iba más o menos cada una hora a aporrear la puerta del departamento a su izquierda, y luego, cuando no conseguía nada se dirigía a la azotea buscando tener más suerte… la que parecía cada vez más esquiva.

Se lanzó de lleno en el sofá, dejándose caer en la frustración. Esto no estaría pasando si hubiera sido más sincero desde un principio. Con Kibum… y con él mismo principalmente.



Entró en casa de sus padres una vez que se hubo repuesto del mar de sensaciones que Key le había dejado luego de haberlo besado.

Parecía perdido en una casa que le había sido familiar durante bastantes años.

Una voz que no esperaba le hizo sentirse ubicado y nervioso al mismo tiempo.

-Kibum. ¿Qué hay de Sekyung? Yo no te enseñé a jugar con las personas, Kim Jonghyun.

Su madre lo miraba con gesto severo. Los había visto, de eso no había duda.

-Yo… te lo iba a decir… bueno, no es que… -soltó un bufido frustrado intentando saber qué decirle, justo después su madre le hizo una seña para que la siguiera a la cocina.

La mujer se movió por la estancia acabando sentada sobre un taburete sirviendo jugo para ambos.

-Entonces –pronunció ella en tono definitivo, pero dando el pie para que su hijo comenzara a explicarse.

Jonghyun se sentó justo en frente de ella y dio una larga inhalación antes de comenzar.

-Mira, sé que estás pensando que aquí pasa algo, pero no. Lo que viste… es primera vez que pasa, y Kibum me acaba de decir que olvide que pasó –dijo él, mintiendo apenas. No creía que fuera necesario que su madre, al igual que Lee, lo tachara de aprovechado. –No estoy engañando a Sekyung con Kibum, pero… pero la verdad es que… ya no puedo seguir con ella porque no la quiero… no al menos en la forma que se necesita para llevar una relación.

Ella se quedó en silencio y ambos se quedaron mirando por algunos momentos.

-¿Y Kibum?

No había que ser adivino para interpretar la pregunta. Al menos, Jonghyun la entendió perfectamente.

-Lo más probable es que nunca lo olvidé…

Para su madre fue como si lo único que hubiera salido de su boca fuera: “nunca lo olvidé”, y eso era mucho más preciso a decir verdad.

-¿Entonces?

-¿Entonces, qué?

-Entonces qué haces aún con Sekyung.

-Yo… no sé… Ella dejó todo en Japón por venirse a Corea conmigo y se me hace injusto-

-¿Herirla? –completó ella. –Y te entiendo, pero, ¿no se te hace más injusto mentirle, hijo?

Ambos volvieron a beber en silencio durante unos momentos. No era como si su madre fuera la primera en decírselo, Lee se lo había repetido hasta el cansancio.

-¿Qué debería hacer?

-¿Qué crees tú?



Había pasado los suficientes minutos en su sofá como para armarse de valor y volver a insistir. Se había fijado una meta: ese día no dormía hasta que no hablara con Kibum.

Salió con paso firme y no más bien llegó a la puerta del rubio, escuchó las puertas del ascensor. No alcanzó a llamar en el departamento y se giró para encontrarse con la figura de Jinki, quien lo quedó viendo del mismo modo extrañado, y con el mismo rostro de frustración. Esperaba que el motivo de su rostro no fuera él.

Ambos se quedaron mirando aún cuando el mayor ya estaba a su lado frente a la puerta. Ninguno sabía muy bien qué decir, pero Onew se las apañó para hablar.

-Hola, Jonghyun.

-Hola.

-¿Llamaste ya? –preguntó indicando la puerta.

El moreno negó con un movimiento de cabeza.

Onew no lo pensó mucho y se acercó a la puerta para luego introducir la clave correspondiente, interponiéndose entre el visor y Jonghyun para que éste no pudiera saberla. Jonghyun pudo fijarse de lo marcada que tenía las ojeras. Se veía bastante mal.

-¿Estás bien? –se atrevió a preguntar.

-No, pero no es algo que voy a conversar contigo.

El mayor se adentró en el departamento, seguido de Jonghyun que no había dado oportunidad para que Jinki le cerrara la puerta en la cara.

-¿Bum? –llamó el mayor al no ver a nadie más que a Miniki hecha un ovillo en el sofá.

Luego de una corta inspección por la casa era definitivo que el propietario no se encontraba.

-¿Para qué necesitas a Kibum? Recuerdo haberte dicho que te mantuvieras alejado de él.

-Sí, lo recuerdo… pero no es algo que voy a conversar contigo –soltó el menor con sorna.

Aún cuando pensaba irse, no llegó muy lejos. Apenas se dio la vuelta, se encontró de frente con el chico de ojos felinos.

-Jonghyun. –Era apenas un susurro, pero Kibum no había podido contener la sorpresa y el desconcierto de ver al moreno en su casa cuando había estado evitándolo tan habilidosamente.

-Key, yo quería-

-Qué bueno que llegas, Bum –dijo Onew acercándose a su amigo y abrazándose a él antes de que cualquiera de los otros pudiera decir nada más.

-¿Qué pasa, Onew? –El mayor no solía tener esos arranques, Kibum supo de inmediato que algo no iba para nada bien.

Jinki le dio una mirada a Jonghyun pensando en que no quería que él escuchara lo que tenía para contarle al rubio, luego dirigió su mirada a éste, transmitiéndole exactamente aquello. El moreno entendiendo eso, se adelantó.

-Key, quiero- Necesito –se corrigió. –hablar contigo.

-No creo-

-Onew, espérame en la cocina.

El mayor miró a Kibum casi como si le hubiera salido otra cabeza, pero sin decir nada más se fue donde le habían indicado.

-¿Qué pasa, Jonghyun? –soltó una vez que su amigo estuvo fuera de su vista y en un tono lo suficientemente alto para ser escuchado por Jonghyun, pero no por Onew.

-¿En serio, me lo preguntas? –cuestionó en el mismo tono. -Key, no puedes esperar a que en serio me haya olvidado de-

-De nada. Se supone que lo olvides. De hecho, no sé de qué hablamos. I don’t know. ¿Pasó algo en el edificio? Acabo de ver al señor Jang y no me dijo nada –comenzó a cambiar de tema, pero Jonghyun dio un paso adelante casi negándole el camino para continuar con sinsentidos.

Kibum retrocedió el paso dado por el moreno y no supo qué decir, pero Jonghyun le quitó el problema, haciéndose de todo el coraje que había dejado relegado en los pasados meses.

-No vas a pretender que no pasó nada, Kibum. Por la mierda, llevo meses preguntándome si está mal que me sienta así por ti y ahora vienes y-y es como si todo calzara. Después de esa noche no vas a decirme que no te pasa lo mismo que a mí.

¿Cómo iba a negárselo? ¿Cómo? Si ni siquiera había sido capaz de convencerse a sí mismo en primer lugar.

-Jonghy-

-Bum, estoy esperando.

-Jonghyun, vete, ¿sí? –su voz cansada, su rostro evidenciando el hecho de que sabía que una conversación aún más agotadora estaba por venir y que aunque estuviera reacio, de una u otra forma, estaba dispuesto a tenerla.

De todas maneras, Miniki que había  estado al pendiente de todo desde su cómoda ubicación en el sofá le clavaba los ojos al moreno como esperando a saltarle a la yugular en el exacto momento en que Kibum se lo pidiera. Lo que no fue necesario, ya que Jonghyun decidió ceder… de momento.

-Voy a volver, Key. Y esta vez, espero que me abras la puerta.

Kibum y apenas pudo reaccionar, Jonghyun antes de salir le aferró las muñecas –en caso de cualquier intento de escape –y le plantó un beso que no tuvo tiempo de responder, pero que lo dejó inútil para cualquier cosa que no fuera caminar.

-No voy a olvidarlo, Key. Tenlo claro -sentenció antes de irse.

En ese estado de no saber quién era ni dónde se encontraba llegó a la cocina, donde su amigo se jalaba el cabello con aparente desesperación, y tal como lo había hecho Jonghyun, Kibum esperó que la culpa no fuera suya.

-Onew, ¿estás bien? –preguntó intentando sacar el resabio de haber sentido los labios de Jonghyun nuevamente contra los suyos y concentrarse en su amigo que parecía hundirse en la desesperación con cada minuto que pasaba.

-¿Qué pasó con Jonghyun?

-Nada.

-Kibum no soy sordo, lo escuché decirte que no esperaras que él hiciera como si “nada  hubiera pasado”. ¿Qué pasó?

-Lo mismo pregunto yo. Onew, ¿qué pasa? Cuando me fui estabas bien.

-Estaba. Kibum es insoportable. Soy un idiota, pero tengo miedo. Tengo miedo y no sé qué hacer. – Ambos parecían tan volátiles que no les importaba el salto de una conversación a otra.

-¿De qué hablas? Onew, no te entiendo.

-Joon. Joon está saliendo con ese idiota de Cheolyong.

-Y eso te molesta, porque…

Kibum sabía perfectamente bien porqué le molestaba, pero por experiencia propia sabía que si no lo decías en voz alta, era como no admitirlo.

-Porque-porque- Porque me gusta, Bum, porque me gusta, porque siento… cosas por él. ¿Contento?
-Mas que pagado, la verdad. ¿Un té?

Por muy irónico que sonara, estaba ofreciéndole un té a Jinki en su momento de desesperación. Si bien ni él mismo creía en que eso fuera a ser lo necesario para calmar al castaño, era costumbre arraigada en la familia, al parecer.

-¿Hablas en serio?

-Sí, ¿quieres un té?

-Kibum, te estoy diciendo que siento cosas por Joon, ¿y todo lo que vas a hacer es ofrecerme un té?

-¿Qué más esperas que haga? Te lo vengo diciendo hace meses, Onew. ¿Quieres que aplauda? Pues, bien –y no más lejos lo hubo dicho, comenzó a golpear sus manos entre sí.

-No, pero-pero pensé que me dirías algo…

Realmente Onew parecía haberse calmado, al menos en cierto sentido, quizás era simplemente un tipo de shock al ver a su amigo tan inexpresivo, casi acomodado con un tema que a él lo tenía fuera de sí.

-Kibum, dime ahora qué fue lo que pasó con Jonghyun –exigió mientras el rubio preparaba dos tazas de té pareciendo ajeno a la pregunta del castaño.

-Cualquier cosa es mucho menos importante que tu situación, Onew –dijo Kibum con toda la calma de la que se pudo hacer, intentando convencerse más a él mismo que a Jinki.

-Kibum, ¿qué pasó?

-Y, ¿se lo dijiste a Joon?

-¿Crees que si se lo hubiera dicho estaría aquí? ¿Así?

Onew levantó las cejas y él se quiso dar contra el mueble por la pregunta tan tonta, pero se contuvo.

-No, certainly not –reflexionó. -¿Y qué esperas? –preguntó entregándole una taza.

Jinki lo miró entre perplejo y pasmado.

-Joon es-¡es un hombre!

-Onew, yo soy hombre, tú eres hombre, Joon es hombre. Todos claros. Repito: ¿qué esperas?

-Es que no entiendes.

-Explícame.

Pero al parecer Kibum estaba pidiéndole una misión imposible a su amigo.

-Mira, Lee Jinki. Voy a hacerte una pregunta: ¿alguna vez te ha molestado que yo no sea hetero?

-No –se apresuró a negar el mayor.

-Okey. ¿Alguna vez te pareció raro que me gustaran los hombres?

-No…

-¿Cuál es la diferencia con que seas quien está en mi lugar ahora?

Ambos se quedaron en silencio, y luego de unos momentos Kibum se encaminó hacia el sofá. La noche ya había caído y se vislumbraban las primeras estrellas en el cielo a través de la ventana.

Miniki se removió cuando encendió las luces eléctricas y una vez que se hubieron ubicado en el sillón, ella se recostó en el regazo de Jinki como intuyendo lo reconfortante que de cierta manera eso era para el castaño.

-Nunca pensé que fuera a gustarme un hombre… o que fuera a… sentir cosas por uno –se intentaba explicar Onew, dándole largas caricias a la minina en sus piernas.

-Luego te acostumbras –dijo Kibum con una sonrisa ladeada, intentando que por una vez desde que había entrado en su casa su amigo sonriera. –No tiene nada que ver con que sea hombre o sea mujer… es como te hace sentir lo que hace la diferencia.

No sólo Jinki se quedó pensando en esa última frase.

Luego de unos momentos en silencio, el mayor declaró que lo mejor era que se fuera a casa.

-Quédate aquí, no tienes por qué irte. No te veo buena cara.

-Necesito… seguir pensando, Bum –dijo con voz cancina mientas ambos se ponían de pie. –Gracias, aún no sé qué hacer, pero gracias.

Abrazó al rubio con fuerza y su amigo no dudó en devolverle el gesto apresándolo entre sus delgados brazos, intentando reconfortarlo.

-Sabes que hay una habitación disponible…

-De verdad, Bum. Me voy.

-Okey. Cuídate. Good night.

-Bum –lo llamó desde la puerta ya entreabierta.

-¿Qué pasa?

-No, nada –dijo negando. –Luego hablamos. Buenas noches.

Una vez que Kibum se vio solo en su departamento, sin más compañía que su minina que parecía intuir el ánimo en decadencia de su dueño y huía rumbo a la habitación, tomó las tazas que habían quedado en la pequeña mesa de centro. Se encaminó hacia la cocina y oyó suaves golpes en la puerta. Intuyendo que su amigo habría vuelto, recapacitando en su invitación, se apresuró a dejar las tazas y correr a abrir la puerta, aunque no pudo evitar mascullarse a sí mismo que no sabía para qué le daba señas de cada vez que cambiaba la contraseña si no la iba a usar.

-Te dije-

Las palabras se quedaron atoradas en su boca ya que no iban dirigidas a la persona por la que fueron pensadas. Afuera, la figura de Jonghyun se bamboleaba entre impaciente y decidido.

-¿Podemos- Vamos a hablar, ¿sí?

Kibum no sabía si era una afirmación o una sugerencia. Aparentemente, era lo primero, así que le permitió la entrada sin decir nada. Del mismo modo, cerró la puerta y se encaminó al sofá y se ubicó en uno de los extremos. Jonghyun lo siguió aunque no tomó asiento.

-Yo-Mira, lo del otro día-

-Jonghyun, te dije que lo olvidaras.

-¿Cómo puedes pedirme que lo olvide?

-Pidiéndotelo, así de simple –zanjó el rubio sin ver al mayor directamente. -Hagamos las cosas fáciles, te pido disculpas, el arrebato fue mío.

-¿Pedirme disculpas? –Sin querer la voz de Jonghyun se elevó haciendo notar el desespero en el que lo ponía la actitud del menor. –Key, no tengo nada que disculparte, yo también quería eso –“Lo único que te queda es ser sincero” había dicho su madre. –Lo he querido desde-desde hace tanto que estoy comenzando a volverme loco –sentía como si su lengua hubiera tomado por costumbre el trabarse a esas alturas, pero no iba a detenerse. –No me pidas que lo olvide porque no voy a hacerlo.

No había sido sino hasta ese momento que Kibum había levantado la vista para ver a Jjong, justo cuando el mayor se le acercaba. El rubio se levantó en un acto reflejo para alejarse del mayor.

-Jonghyun, te estoy hablando en serio, olvídalo.

-¿No me escuchas? Yo. También. Lo. Quería –dijo remarcando cada palabra mientras intentaba acortar las distancias. –También quería besarte.

El menor se alejaba a cada momento, intentando poner espacio entre ellos para pensar con claridad, pero Jonghyun no le daba el trabajo fácil acortando las distancias en lo mismo que le tomaba al rubio crearlas.

-Jonghyun, ¡ya! Quédate ahí –le ordenó cuando la situación comenzó a desesperarlo. –Jonghyun siquiera te estás escuchando. Esto es idiota. Yo soy tu ex, tú estás con alguien, lo que pasó en Daegu fue-fue un error, ¿vale? Te repito que lo siento.

-Key, no digas que fue un error. Por favor, no lo digas. No voy a creerte.

-¿Y de qué te sirve no creerme? ¿Por qué te mentiría?

-¡No lo sé! ¡Dímelo tú!

-Jonghyun –alargó el nombre lo suficiente como para denotar cuánto quería repetirle que había sido un error, pero a la misma vez cuánto le era imposible el hacerlo.

-¿Jonghyun, qué? –cuestionó intentando acercarse nuevamente. -¿Qué excusa vas a darme? ¿Qué mentira vas a inventar? Key, sabes tanto como yo que no fue un error. Si lo hiciste fue porque quisiste y si te respondí fue porque quise. ¿Por qué estás complicándolo más?

-¿Complicándolo yo? ¿Yo? Yo no soy el que está en una relación y ahora le pide a otra persona que reconozca cosas que no vienen a lugar.

Jonghyun exhaló fuerte como si hubiera estado reteniendo todo el aliento para soltarlo en el momento más dramático y remarcar lo mal que iba todo.

-Key –lo llamó intentando calmarse a sí mismo. –Si estoy aquí, ahora, es porque no quiero seguir complicándolo, porque quiero que te quede claro que quiero comenzar de nuevo contigo, no de cero, no soy estúpido, pero de nuevo.

-¡Escúchate! ¿Cómo me puedes decir eso mientras tienes novia? Jonghyun, vete.

-No, no me voy a ir. Escúchame tú. Sí, tengo novia, pero-pero no la quiero. Y suene lo mal que suene eso, no puedo seguir con ella. Kibum, yo te quiero a ti.

-Cállate. Por favor, cállate, Jonghyun.

-No, porque ya me callé lo suficiente.

Kibum se vio acorralado, cayendo en su propia vía de escape y siendo cercado por Jonghyun. Literalmente no tenía salida.

El moreno apegó sus labios junto a los de Kibum el tiempo que éste se lo permitió, sin forzar nada, lo que tampoco fue mucho ya que el menor lo empujó lejos de sí.

-No vuelvas a hacer eso –espetó apartándose, intentando recuperar la respiración y reconectar sus pensamientos.

-Key, por favor, escúchame, dame una oportunidad.

-¿De qué oportunidad hablas? Jonghyun, por favor, estás en una relación. Ándate.

-No, no me voy a ir. Quiero que me escuches.

-No tengo nada que escuchar.

-Está bien –dijo cambiando de estrategia. –Entonces, me quedaré aquí hasta que cambies de opinión –anunció sentándose en el sofá y cruzándose de brazos.

Key lo miró con gesto severo como en una muestra de lo loco que lo estaba creyendo en esos momentos.

-Ya te dije que no voy a seguir en una relación. No la quiero y no voy a mentirnos a ambos, no más. Tampoco puedo mentirte a ti. Cuando tomé la decisión de volver a Corea, estaba seguro de que lo hacía porque me había cansado de estudiar algo que no era lo mío, pero mientras pasaba el tiempo antes de viajar en lo único que podía pensar eras tú… tanto que le pedí a Lee que consiguiera la dirección de tu hermana, pero averiguó que no vivías con ella y me dio la de este edificio… y conseguí un departamento aquí –Esa última aseveración hizo que Kibum abriera sus ojos tanto como le fue posible. -. Honestamente, fue un impulso y fue tan fácil que no lo pensé dos veces. Eso sí, yo no sabía que vivías en este piso, mucho menos en el apartado de al lado.

-Tú –Kibum lo señalaba boqueando descolocado. -¿Sabías que yo vivía aquí? –El mayor asintió. -Y fingiste sorpresa. Maldito –susurró más para sí mismo.

El moreno volvió a levantarse viendo que ya no estaba recibiendo amplias negativas.

-Key-

-Jjong, yo… yo ya no sé nada. No sé qué pensar. Vienes con todo esto ahora y…

-¿Y?

-Y no puedes esperar que yo lo acepte de buenas a primeras… Vayas o no a dejarla –prosiguió viendo que Jonghyun se preparaba para interrumpirlo. -, estás con ella, y yo… no voy a pasar sobre eso. -Ese fue su turno de sentarse cruzado de brazos.

Eran apenas unas palabras, pero el mayor comenzaba a vislumbrar la esperanza a través de ellas.

-¿Puedo preguntarte algo?

Key lo miró por algunos segundos, pero como no dio un asentimiento, así como tampoco se negó, Jonghyun prosiguió.

-Si no estuviera en una relación… Más bien, cuando la termine… ¿volverías conmigo?

El menor sólo siguió mirándolo, mordiéndose el labio inferior como callándose lo que realmente pugnaba por salir de su boca. Al igual que antes, Key no dio un asentimiento ni tampoco una negación. Jonghyun entendió –al fin -que siempre todo había estado en sus manos.

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