Kibum entró a su casa y, como esperaba,
encontró a su sobrino allí. Cuando entró a la cocina, donde estaban Taemin y su
abuela, el menor notó el cambio en el semblante del rubio. Él no lo había
dejado así cuando se apartó. Algo había salido mal.
Ambos se miraron buscando indicios en el
otro, pero ninguno mostró más expresiones de las que ya tenían, así que Taemin
se quedó con la duda y Key prefirió creer que el menor no había hecho nada con
un propósito.
Aún así la madre del rubio notaba algo.
-¿Pasa algo, Kibummie? -le preguntó a su
hijo.
-No-no, nada -respondió sonriendo.
-Taeminnie me dijo que se habían separado
y que decidió venirse a casa cuando comenzó a llover, ¿te mojaste?
-No. Tienes un nieto bastante precavido.
Gracias por el paraguas, Minnie.
-De nada -musitó el menor, aún intentando
dilucidar algo desde las expresiones de su tío.
Consiguiendo nada.
Kibum comenzó a caminar fuera de la
estancia luego de eso.
-¿Dónde vas? ¿No quieres ayudarnos?
Estamos preparando un pastel -le llamó su madre.
-Yo… no. Estoy cansado.
Su madre simplemente asintió, dándole con
ello el permiso necesario para retirarse definitivamente.
Apenas el rubio se hubo ido, ella y su
nieto compartieron una mirada dubitativa.
Siquiera había tenido las fuerzas para
llegar a su cama, se quedó a un lado de ella, recargando su espalda contra la
armadura y reposando su cabeza en el colchón.
Lo había querido. Claro que sí.
¿Por qué? ¿Por qué si se suponía que él no
sentía nada por Jonghyun? ¿Por qué si él sabía que existía alguien más? ¿Por
qué?
Las hormonas, por sobre cualquier cosa,
tenían que ser sus hormonas.
Intentando poner esa seudo-explicación
como la única razonable en su cabeza se dejó caer en el piso.
Una lágrima se deslizó por el borde de sus
ojos, admitiendo que ese razonamiento no era suficiente.
* * *
Los siguientes días Kibum inventó mil y
una excusas para mantenerse encerrado en su casa o hacerse de algún compromiso
que lo mantuviera totalmente alejado de los alrededores de ella.
Esa tarde había quedado con unos excompañeros
en un pub discoteque en el que Kibum nunca había estado. Tampoco era como si
sus últimas estadías en la ciudad hubieran sido tan largas como para encontrar
lugares como aquel.
Reencontrarse con Amber fue algo bastante
mejor de lo que él mismo había esperado. La chica estaba al tanto de lo que
había ocurrido años atrás, sin ir más lejos, había sido ella quien lo había
sostenido en varios de sus peores momentos tras el quiebre, y aún así, y contra
las predicciones de Key, ella no hizo alusión a aquellos tiempos siquiera en broma.
No dijo nada, pero internamente se lo
agradeció.
Por otro lado, había sido él mismo quien
no pudo evitar traer al moreno a sus pensamientos una y otra vez durante la
velada.
-¿Otro trago?
-Sí, gracias -contestó con esa fingida
coquetería que había utilizado a lo largo de la noche.
Se había dejado seducir toda la noche por
Dongwoon, uno de los chicos que siempre estuvo detrás de él en su época de
escolares. Necesitaba sacarse el peso de sus hormonas de encima, porque sí, se
había apegado a ese razonamiento aún sabiendo que no era honestamente la verdad
detrás de su comportamiento.
Había aceptado cada uno de los tragos que
el chico le había ofrecido, obviamente, con una segunda intención.
Se dejó guiar hasta la pista de baile y se
movió tal como lo hacía en Seúl cuando buscaba conseguir algún ligue de una
noche. Se acercaba al chico, tentándolo, seduciéndolo con la mirada, sólo para
aumentar la apuesta, pues sabía que hiciera lo que hiciera Dongwoon caería.
Se volvió a acercar a él, luego de haberse
alejado un poco para bailar por su cuenta frente al chico y mostrarle sus mejores pasos. Se apegó al cuerpo ajeno,
moviéndose aún al ritmo de la música y pasó sus brazos por su cuello, aún sin
verlo, en un intento de parecer despreocupado, de no darse cuenta de lo que
esperaba que estuviera por venir.
Y que no vino.
No porque Dongwoon no quisiera, no porque
él no quisiera. Pero Jonghyun estaba ahí, y eso, por alguna razón, lo
imposibilitaba.
Y tampoco era como si Jonghyun estuviera
ahí en aquella pista de baile. Jonghyun estaba en su mente, en sus recuerdos,
en sus pensamientos.
Simplemente estaba.
Jonghyun no decía nada. Jonghyun estaba
allí de ese modo omnipresente en que están los fantasmas, advirtiéndote cosas
de las que no te has dado cuenta o de las que no quieres darte cuenta.
Salió del lugar sin decir ni una sola
palabra a Dongwoon, apenas y se despidió de Amber. Le dijo que se iba, que
tenía compromisos que atender temprano al día siguiente.
Caminó lento desde la parada del autobús
hasta su casa, pensando en nada, vaciando la mente, aunque no sabía muy bien de
qué.
Si en algún segundo pensó en llamar a
Jonghyun, le bastó la cordura para retractarse al siguiente.
Cuando al fin entró en su casa y en su
habitación, se metió bajo las cobijas sin siquiera quitarse la ropa, y cuando
minutos después Taemin entró en la habitación y lo llamó se fingió dormido. Y
cuando su sobrino se acercó a darle un beso en la frente y le susurró que al
otro día hablaría con él, siguió fingiéndose dormido… aunque ya no fuera
necesario.
-¡Buenos días, dormilón! -vociferó el
menor abriendo las cortinas de par en par.
-Taemin, Taemin, ¡Taemin!
-¿Qué?
-Cállate. ¿Cómo puedes venir a despertarme
tan temprano? -lloriqueó el mayor.
-¿Temprano? -comenzó a reírse el menor. -
Van a ser las dos de la tarde. Así que levántate. La abuela quiere que la
ayudemos.
-¿En qué? -preguntó el mayor con desgana
escondiendo su cabeza debajo de la almohada.
-No lo sé -dijo juguetón, jalando las
cobijas que cubrían a Key. -Dijo algo sobre el jardín y… No sé -soltó una
carcajada al descubrir del todo a su tío. -Debes apestar, date una ducha
-demandó al darse cuenta de que había dormido con su ropa puesta.
-Lo haré, pero después. ¿Cuál es el apuro
por ayudarla hoy? Aún nos quedan unos días, podemos ayudarla… mañana mismo si
quiere.
-Mañana no podemos -notificó Taemin.
-¿Por qué? -sacó su cabeza de donde la
había escondido, mirando inquisitivamente al menor que seguía sonriendo con
gracia.
-Porque tenemos planes.
-¿Tenemos planes?
-Si.
-Taemin -lo llamó en una clara petición de
explicaciones.
-Iremos a un lugar… con Jonghyun. Así que
cámbiate. Nos vemos en el jardín de la abuela -soltó como si hubiera vomitado
lo dicho y se fue de la habitación dando un portazo.
Kibum no dio un portazo, pero si su grito
no lo hubiera ahogado contra el cojín que tenía entre las manos en esos
momentos, podría haber despertado a cualquiera que estuviera a una cuadra de
distancia.
Frustrado. Otra vez se estaba sintiendo de
ese modo que lo desesperaba. No tenía control de la situación, lo que no era de
extrañarle porque siquiera tenía control de sí mismo, aunque eso no le servía
de consuelo, y no tenía a quien regañar una vez que su sobrino se hubo ido.
De todos modos, cuando lo tuvo a su
alcance no dijo nada al respecto.
* * *
El viaje hacia el Parque Duryu era hecho
en tren así que no había mucho tiempo ni momentos para incomodarse, si no
contaba la mirada de Jonghyun que parecía pegada a su rostro. En su momento
dudó si recriminarle el hecho o cambiarse de asiento sin mediar una
explicación, pero desistió de ello mientras pensaba en lo que ocurría dentro
suyo cuando topaba sus ojos con los de Jjong.
Una vez llegados al lugar, Taemin, como
durante el resto del trayecto, se dedicó a hacer gran parte de la plática,
aunque Kibum se veía menos diligente para cooperar que la última vez que habían
estado los tres juntos.
El menor caminaba flanqueado por los
mayores que de vez en cuando hacían comentarios sobre el lugar, lo que no era
mucho, porque ambos tenían algunos recuerdos allí.
Key amaba ese parque, pero así como lo
amaba, lo odiaba al mismo tiempo. Era un mar de pensamientos que quería alejar.
Su sobrino los guió hasta la Torre del parque, hasta
donde lo siguió casi como en modo automático.
Subieron tomados de la mano, esperando que no quedara
tanto para llegar hasta la cima de la torre. Era segunda vez que estaban juntos
en el Parque Duryu y ya que la primera no les había alcanzado el tiempo para
llegar hasta allí decidieron que ese sería su primer destino dentro del lugar.
-Último piso, Torre de Daegu, vista completa hacia la
ciudad -anunció Jonghyun como todo un presentador, haciendo reír a Key. -Tu
risa es hermosa.
-¡Yaa! No digas cosas como esas -se quejó el menor que
avergonzado se dio media vuelta, mirando hacia la hermosa vista que la torre le
entregaba, aún sin acercarse al barandal pues la altura lo asustaba, pero de
todos modos no quería regresar a ver a su novio.
-Okey, no lo diré más -prometió abrazándolo por la
espalda. -, pero sólo si prometes dejar de ser tan lindo -y afirmando su mentón
en el hombro ajeno dejó un descuidado beso en el blanco cuello que hizo que el
menor temblara y se olvidara al menos por unos momentos de su miedo.
-¿Qué? ¿Me vas a decir que no te gustan
las alturas? -se quejó Taemin al verlo quedarse a una distancia prudente a
diferencia de él y Jonghyun que se habían acercado enseguida.
Sin que Kibum tuviera tiempo de contestar,
Jjong le hizo una seña de que así era.
-Bueno, un poco -admitió el rubio
desviando la mirada de ambos.
-Pero desde ahí no ves nada… Acércate al
menos un poco más -y en lo que decía eso, Jonghyun se ubicó detrás del rubio
rompiendo el nulo contacto que habían tenido durante toda la fracción del día
que habían pasado juntos y le empujó hacia adelante sujetándolo desde los
brazos.
Key quedó paralizado al verse acercado con
suma decisión hacia el barandal. Su temor a las alturas le jugaba en contra y
le secaba la garganta, dejándolo inútil para emitir cualquier tipo de reclamo e
incluso su movilidad parecía afectada. En otra situación no hubiera dudado en
golpear a cualquiera que lo pusiera en un eminente peligro. En esa situación,
estaba imposibilitado.
Al no poder ver hacia delante, Jonghyun no
se dio cuenta de qué tan cerca estaban del barandal, y Taemin creyendo que la
cara de espanto de Key era sólo debido a la personalidad dramática de su tío no
le advirtió que ya estaban casi pegados a la barra metálica. Sólo el grito
ahogado de Kibum lo alertó.
-¡Jjong! -logró articular con voz
estrangulada, asiéndose al cuerpo de Jonghyun que había quedado sorprendido
ante la rapidez con que el rubio se había girado casi desesperado para
abrazarlo.
Kibum seguía sin abrir los ojos y con su
brazos engarrotados entorno al cuello de Jonghyun. El moreno podía sentirlo
temblar del miedo.
-Jjong -repitió otra vez, aunque parecía
más una súplica que un reclamo.
-Está todo bien, está todo bien -comenzó
él a repetir en una voz conciliadora, esperando calmarlo, acariciándole el
cabello y alejándolo lo más posible del detonador de su fobia. -Lo siento, lo
siento. Yo no... Soy un idiota -se recriminó sin dejar de acunar al rubio entre
sus brazos.
-Jjong -repitió una vez más, casi en un
sollozo.
El mayor lo sacó de ahí sin perder un
segundo. Key no se sentiría a salvo hasta que estuviera en tierra firme.
Taemin los siguió de cerca, verdaderamente
preocupado por su tío.
En ningún momento, incluso cuando Jonghyun
lo sentó en una banca, se soltó de él, fue el moreno quien finalmente y a
regañadientes tuvo que decirle que ya estaba todo bien y que podía soltarlo.
-Voy por agua -avisó Taemin antes de salir
corriendo.
-Kibum. Key, mírame -le indicó el mayor
ubicándose a su lado. -Key -le llamó de nuevo, tomando su cara para que al fin
se decidiera a mirar su rostro. -Lo siento, fui un idiota.
-Pensé que lo había superado -dijo de
pronto el rubio en un susurro alejando su vista del moreno. -Pero la terraza
está bien cercada, es normal que me sienta seguro…
-Pero, ¿y el balcón? -preguntó Jonghyun
intentando reconfortarlo.
-¿Algunas vez me has visto más allá de los
ventanales? -soltó en un tono retórico, alejando de una vez las manos de
Jonghyun de su cara aunque sin brusquedad.
Jonghyun suspiró al darse cuenta de que
no.
-Toma -dijo Taemin recuperando la
respiración, entregándole una botella a su tío. -Yo… pensé que estabas
exagerando. También es mi culpa. Te vi complicado y no hice nada.
-Me asusté, me quedé en blanco –dijo a
modo de responsabilidad propia.
Se levantó de pronto y comenzó a caminar.
Jonghyun y Taemin lo siguieron de cerca, mientras el menor le hacía señas a
Jjong como para que se adelantara y dijera algo, pero el moreno seguía tan
ensimismado en la sensación de tener a Key entre sus brazos y el modo en que le
había vuelto a llamar “Jjong” que no respondió a los gestos de Tae.
Antes de que el menor pudiera acabar de
exasperarse por la falta de cooperación, su teléfono comenzó a sonar. Kibum
apenas se giró a ver a su sobrino supo quién era por la sonrisa que se dibujo
en la cara del menor quien apenas le dio a contestar se alejó de ellos.
-Minho –explicó el rubio una vez que
Jonghyun se hubo decidido acercarse.
-Key… lo siento, de verdad fui un idiota,
olvidé que-
-It’s
okey, Jonghyun. –Ahí estaba de nuevo su nombre, ya nada del diminutivo con
el que solía llamarlo. –No vuelvas a decir que lo sientes, ¿de acuerdo? –Su
tono suave.
-Okey –acordó en un susurro.
Siguieron caminando por los senderos del
parque vislumbrando los últimos cambios, y haciendo acotaciones del tipo “¿recuerdas
como solía ser aquello?”, “eso estaba mucho mejor antes” o “ahora está mejor”.
Acotaciones que, a pesar de ser simples, vagamente los llevaban a momentos
juntos. Aún así, nunca salió de sus bocas un comentario del tipo “recuerdas
cuando nosotros”, pero ambos estuvieron a punto de dejarlo salir cuando se
acercaron a la fuente Osaek.
-Si mamá se entera de que me salté las clases para
venir aquí me mata, seguro –soltó Kibum cuando se hubieron sentado en aquella
banca junto a la fuente Osaek.
Esa era la primera vez que iban juntos al parque Duryu,
lo que no hubiera sido problema de no ser porque era día de semana y en esos
momentos deberían haber estado en clases, pero Kibum se vio incapaz de negarse
cuando su amigo le propuso la idea. Aunque Jonghyun le hubiera propuesto un
viaje al Medio Oriente lo hubiera seguido de todos modos.
-No se va a enterar. Confía en mí –respondió
guiñándole un ojo, haciendo que con ese sólo gesto el menor se enrojeciera.
Ambos se quedaron mirando la fuente y el agua correr
por ella, aunque Kibum estaba más pendiente de mirar de soslayo a su amigo que
a la fuente, por eso cuando de pronto vio que el mayor se sentaba un tanto más
cerca de él casi dio un respingo.
-¿Sabes que la historia del agua de Osaek es que tiene
cinco diferentes sabores?
El menor asintió intentando decir algo más sin que se
le toparan las palabras en la boca. Y tenía algo bueno que contar, recordaba
algo sobre una torre con el mismo nombre y una roca con cinco colores, pero se
le olvidó la conexión entre una cosa y la otra y ya no supo qué decir.
-¿Sabes que no es una fuente de los deseos, cierto?
-Pensaba que todas las fuentes concedían deseos –dijo
riendo, volteándose a ver al mayor. Jonghyun le clavaba los ojos. Y los nervios
de Kibum comenzaron a fallarle.
-¿De verdad? ¿Crees que si pidiera uno, se me
cumpliría
-No lo sé –dijo con el nerviosismo y la incertidumbre
en la voz -, ¿cuál es tu deseo?
La respuesta de Jonghyun lo tomó desprevenido.
-No te alejes –respondió con una sonrisa indescifrable
mientras se acercaba con algo de timidez al menor.
Kibum no se movió. Apenas y cerró los ojos, dejándose
llevar por el sabor del primer beso.
Kibum se sentó en la banca de sus
recuerdos y Jonghyun a su lado, como en aquel entonces, ambos siendo invadidos
por el mismo pensamiento. Ninguno dijo nada más desde ahí, pero ambos se
miraban de vez en cuando, siempre que no sintieran la mirada del otro clavada
en sus rostros.
-Kibum-
-Jonghyun-
Al igual que en su primer encuentro en
Seúl, ambos se habían interrumpido luego de un silencio extraño. Y aunque, como
la vez anterior, Jonghyun no tenía nada que decir, Kibum sí. Más bien lo que
tenía era una invitación.
-¿Acompáñame a un lugar mañana? No, mejor,
pasado mañana, ¿sí?
A Jonghyun le costó caer en cuentas de que
Key realmente lo estaba invitando a acompañarlo, pero la incredulidad le
ganaba, así que no pudo evitar saciar la curiosidad antes de dar un sí que era
obvio.
-¿A un lugar?
-Sí, es más bien un antro, pero ha estado
bien. Fui con algunos antiguos conocidos, hace poco y no lo conocía. Quisiera
ir de nuevo antes de regresar a Seúl.
-Sí, sí, claro, te acompaño –aseguró sin
siquiera tener que pensárselo.
-Te envío un mensaje luego y te cuento,
entonces –soltó con una media sonrisa. -Viene Taemin, así que no digas nada.
Jonghyun alcanzó a asentir antes de que
llegara el menor.
-Minho les envía saludos –anunció el
menor, sentándose al lado de su tío.
-¿Y te rogó que volvieras a Seúl?
–preguntó su tío con un poco de burla y gracia.
Taemin se rió dejando notar que, en cierto
modo, Minho lo había hecho.
Jonghyun no acotó nada, siquiera se rió
del asunto como hubiera sido lo normal en él, lo único que hacía era mirar a
Key. Y Taemin no notó nada extraño porque para él lo más normal del mundo era
que alguien enamorado mirara de ese modo a la persona que ama.
* * *
A través de mensajes, habían quedado de
acuerdo en encontrarse fuera del local. Jonghyun llegó más que puntual, así que
se quedó fuera esperando por Key que no debía tardar en llegar.
Y no tardó.
Y se veía impresionante.
Y tenía que haber sido demasiado mentiroso
consigo mismo como para decir que no guardaba esperanzas sobre esa noche. Tanto
que se le hizo poco el beso en la mejilla que recibió a modo de saludo.
Entraron y lo primero que hizo Kibum fue
arrastrarlo a la pista de baile. Se le veía animado.
Key se movía como lo hubiera hecho con
cualquier amigo, con soltura, pero sin esmeros. Pensaba en que no podía caer por
Jonghyun de nuevo, en que habrían personas lastimadas, en que verlo de ese modo
no era posible, no en esos momentos. Y seguía bailando para alejar los
pensamientos. Todos.
Jonghyun se sentía todo un idiota moviéndose
al lado del rubio, no sabiendo qué hacer, más que seguir sosamente el ritmo de
la música. Quería acercarse más, pero tenía miedo y al mismo tiempo se regañaba
porque había tenido suficiente de sus miedos en los últimos años.
De pronto la música cambió de ritmo y Key
decidió que era tiempo de beber algo. El lugar estaba lleno y se sentía como si
tuvieran que rozarse con todos para llegar al bar, así que Kibum tomó la mano
de Jonghyun para jalarlo hacia su propósito, mientras el mayor tomado por
sorpresa con el gesto no hizo más que disfrutar del contacto sabiendo que no
tenía otra razón de ser más que guiarlo.
-Prometo no beber tanto hoy –soltó de
pronto Kibum, mientras esperaban sus tragos, acercándose a Jonghyun para hablar
ya que estaba seguro de que el atronador sonido de la discoteque no le
permitiría al otro oír.
El punto fue que, aún habiéndolo oído,
Jonghyun no supo a qué venía la acotación tan repentina.
-La última vez te di algunos problemas
–dijo el rubio como en un intento de darle pistas.
Ahí estaba Kibum, recordándole como había
acabado esa noche besándolo sin siquiera intentarlo. Pero haciéndolo de todos
modos.
-No me molestaría tener que llevarte de
nuevo. –No pudo evitar el toque de invitación que se escapó entre sus palabras.
-No estamos en Seúl.
Esas cuatro palabras decían más de lo que
significaban por sí solas, y ambos lo sabían.
El barman les entregó sus copas y ambos se
quedaron un momento en silencio, viendo hacia la pista –dentro de lo que les
era posible -.
-¿Qué pasaría si lo estuviéramos?
–preguntó el moreno luego de lo que le pareció mucho.
Kibum miró su copa y luego lo miró a él.
Una sonrisa algo divertida y una mirada casi perdida fueron toda la respuesta
que recibió el mayor.
Luego, y sin previo aviso, el rubio acabó
su trago y se dirigió de regreso a la pista de baile.
¿A qué había venido eso?
Jjong acabó su copa de igual modo, y lo
siguió. Lo encontró moviéndose casi en medio de la pista, pero así como le era
obvio al rubio, él tampoco era ciego sobre el par de ojos que esperaban por
acercarse a Kibum en el mejor momento.
Momento que Jonghyun no dejó llegar.
Se acercó a Kibum y comenzó a bailar junto
a él, notando la casi imperceptible sonrisa de medio lado que surcó los labios
del menor. Luego pudo constatar como la chica que había estado mirando al rubio
se alejaba de la pista un tanto desilusionada. Jonghyun se encontró pensando
muy seguro de sí mismo, que la chica tenía el camino perdido desde antes de
empezar… y lo pensaba con malicia.
Siguieron bailando el resto de la noche,
acercándose cada vez más, pero en el preciso instante que Jonghyun sentía que
tenía la oportunidad de hacer algo… Kibum parecía notarlo y alejarse. O al
menos eso sentía el mayor.
Para el final de la noche, Jonghyun no
sabía qué pensar. A ratos Key parecía querer lo mismo que él, ambos sabían muy
bien qué. Pero a ratos, también,
parecía que Key sólo buscaba un buen momento junto a un amigo, y eso lo
decepcionaba y lo hacía sentir bipolar. No sabía por cuál de las dos
sensaciones dejarse llevar.
En esas preocupaciones internas estaba
cuando el menor le dijo que iba siendo hora de que pidieran un taxi.
El vehículo los dejó a una cuadra o poco
más de sus casas, por lo que no había problema en caminar lo demás.
-Gracias.
-¿Por qué? –preguntó el mayor, nuevamente
desconcertado.
-Por acompañarme.
-No te hubiera dejado ir solo.
-Anyway.
Thanks.
Jonghyun le sonrió y siguieron caminando. La
desesperanza tocándole la puerta. Suspiró audiblemente, y Kibum estuvo a punto
de reír si no hubiera sido porque él se sentía en las mismas condiciones.
Las calles estaban vacías y apenas una luz
tenue delineaba las figuras de las casas, entre esas las de ellos que ya se
podían vislumbrar unos metros más adelante.
Era hora de despedirse, y ambos sentían el
peso de lo que pudiera pasar.
Se sentiría culpable luego.
Kibum se detuvo justo en frente de
Jonghyun y le plantó cara. Antes de que el mayor pudiera preguntar si pasaba
algo, el rubio lo estaba besando, y él le estaba correspondiendo.
Estaban en medio de la calle, pero a esas
horas de la madrugada nada les podía importar menos.
El rubio fue a por más y fue justo lo que
consiguió. Jonghyun permitiendo que Kibum se entrometiera en su boca en medio
de una guerra insufrible librada por sus labios que se reconocían de nuevo.
No contento con sólo eso, el moreno apresó
a Key entre sus brazos para acercarlo más, pero éste pareció paralizarse por un
momento, y luego alejó su rostro del de Jjong y lo miró directo a los ojos.
Parecía como si quisiera decir algo, pero no decidirse si hacía bien o no en
hacerlo.
-Esto nunca pasó –susurró al fin; y en
contra de su propio raciocinio, volvió a unir sus labios a los de Jonghyun, sin
que el otro se negara, aún cuando su cabeza le daba vueltas, por las
sensaciones, por las palabras, por todo. –Y esto tampoco –susurró de nuevo.
Finalmente se separó por completo de Jjong
y antes de que éste pudiera alcanzarlo entró en su casa.
Por segunda vez, en lo que fue de ese
viaje, Kibum lo dejaba en medio de la calle sin saber qué pensar, qué hacer y
en si siquiera era sano sentirse así respecto a alguien.
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