La espalda le dolía horrores por haber dormido sobre su colchón acomodado de manera poco ortodoxa en el suelo de su nueva habitación y aún sentía sueño, a pesar de haber dormido cerca de diez horas.

¿Descansar? Nada de eso, había pasado una pésima noche.

Y eso era sólo el comienzo, luego venía el caos que iba a resultar encontrar un tazón en el cual prepararse un buen café en todo el desorden que era aún su departamento. Había desembalado apenas la mitad de las cajas que había traído consigo desde Japón, lo que no era mucho decir, y sin contar las que su madre había enviado desde Daegu.

El recuerdo de aquellas encomiendas lo hizo sonreír. Podía apostar que allí encontraría lo que necesitaba.

Con un trote animado, Jonghyun llegó a la sala recordando mentalmente que ese día por la tarde llegarían los sillones y el televisor. Entre todo divisó una de las cajas que había llegado desde el pueblo de su adolescencia la tarde anterior… justo antes de que viera a Kibum salir por la puerta del edificio.

Kibum…

Tenía que reconocer que la sorpresa había sido mayor que la estimada cuando el rubio abrió la puerta del departamento que estaba justo a la izquierda del suyo, le había parecido una gran coincidencia ya que el chico presionara el botón 5 una vez arriba del ascensor, pero de los ocho departamentos en aquel piso que fuera justo el de su izquierda en el que residía el rubio lo había dejado casi anonadado. También tenía que reconocer que la sorpresa no le había parecido nada de mala.

Sabía de antemano, sí, eso era verdad, que el menor vivía en ese edificio, aquello no era siquiera una novedad para él. Incluso desde antes siquiera de firmar el contrato de compra del departamento en el que ahora se encontraba Jonghyun ya lo tenía claro. Se negaba a reconocerse a sí mismo que por una razón que aún desconocía quizás había sido ese el motivo de que buscara por una vacante justo allí, encontrándola. Simplemente no sabía por qué motivos egoístas había conseguido un departamento en el mismo edificio que, según un viejo amigo con el que se había contactado antes de regresar, habitaba su ex.

Pero sí se era sincero cuando pensaba en la inmensa casualidad que había resultado el hecho de que el chico viviera justo al lado. Justo al lado.

Eso sí que había sido una sorpresa.

A lo largo de su estadía fuera de Corea, Jonghyun había sabido algunos datos sobre la vida de Kibum en la capital de su país natal, así como intuía que también le podía haber pasado al menor en cuanto a él. Supo meses después de su llegada a Tokio que el antes castaño había aclarado su cabello contra todo pronóstico suyo en el que el chico permanecería siempre con ese tono chocolate que en algún momento tanto le había gustado. Claro, nunca supo que Kibum había hecho tan drástica decisión sobre su imagen apenas llegado a Seúl guiado por el deseo de comenzar de cero, empezar otra vez sin tener nada que le recordara a su extinta relación. El menor quería olvidar a Jonghyun a como diera lugar, incluso si eso significaba tener que nacer de nuevo.

Varios meses después llegó a sus oídos que el menor había entrado a la carrera que siempre había soñado y no pudo evitar sentirse feliz por él. En ese momento quiso hacerle llegar sus felicitaciones, pero se había visto imposibilitado. No tenía su nuevo número de teléfono y en aquel entonces aún no tenía su dirección actual. Su única posibilidad era enviarle una carta o un presente a la casa de sus ex suegros en Daegu, pero sabía que eso siquiera era una opción. El chico nunca llegaría a saber de sus intenciones.

Agitó su cabeza de pronto con fuerza, sacudiéndose los pensamientos, estancando allí el curso de sus recuerdos.

Abrió la caja, que era la más pequeña de todas y que indicaba en uno de sus costados en grandes letras rojas el hecho de que era frágil. Su sonrisa sólo pudo ensancharse cuando encontró en ella lo necesario para prepararse un buen desayuno, junto con una nota de su madre que le indicaba que conociéndolo había intuido que era necesario enviarle aquel paquete, que lo quería mucho y que la llamara apenas tuviera un respiro, pero que de todos modos no se demorara mucho en hacerlo. De verdad, su madre era la mejor del mundo.

Antes de hacer cualquier otra cosa, hizo el recorrido de regreso a su cuarto y tomó su celular para llamar a su progenitora para darle las gracias… por eso y por todo. Si no hubiese sido por ella, convencer a su padre de dejar sus estudios en Japón por regresar a Corea a estudiar Música hubiera sido casi imposible. Más que eso: imposible y ya.

Cuando encontró el número correcto entre sus contactos presionó suavemente la pantalla táctil para comenzar la llamada.

-¿Aló? ¿Hijo? –le contestó la mujer del otro lado casi de inmediato.

-Sí, yo, mamá -se rió de la pregunta pues, ¿quién más podría estarle llamando desde su celular? Aún así se contuvo de jugarle cualquier broma.

-¿Cómo llegaste? ¿Ya te has acomodado? ¿Recibiste las cajas que te envié?

-Sí, madre, las recibí por eso te llamaba, quería darte las gracias -contó con una sonrisa. -Aún tengo mucho que desembalar y digamos que tu caja me va a servir bastante -dijo riendo ahora más audiblemente, haciendo que su madre lo imitara.

-Me lo imaginé -replicó su madre aún riendo.

-Gracias, mamá, en serio, gracias.

-Es mi responsabilidad, tengo que cuidarte no importa cuan lejos estés, Jonggie, sobre todo ahora que estás mucho más cerca que antes, querido.

-Tampoco exageres, mamá. Ya estoy bastante grande como para que te preocupes tanto.

-Kim Jonghyun, soy tu madre y me preocupo cuanto quiera -lo regañó en un tono dulce. -Ahora bien, ¿cómo llegó Sekyung? ¿o aún no viaja?

Sekyung. Ahora que su madre la nombraba cayó en cuentas de que no había reparado en su llegada. De hecho, desde que se subió al avión, o quizás antes, luego de que diera la vuelta al despedirse de ella rumbo a la puerta de embarque, Sekyung había pasado a un plano que le daba pena mencionar.

-¿Jonghyun? ¿Hijo, sigues ahí?

-Sí-sí, mamá. Eeh, esto... Sekyung. Sí, ella no llega aún, viaja la próxima semana en lo que sus tíos acomodan algunas cosas para que se instale.

-Muero por conocerla, querido - mencionó con entusiasmo.

-Sí... ella igual, mamá. ¿Sabes? Tengo que colgar, aún tengo cosas que hacer y... Bueno, un beso, te quiero.

-También te quiero, hijo. No dudes en llamarme en cualquier caso, ¿eh?

-Sí, mamá -repitió. -Bueno, te dejo. Saludos a papá. Que estén bien.

-Cuídate mucho, Jonggie. Te amo.

Volvió a tocar la pantalla táctil aunque sin tanta suavidad como antes y cortó la llamada, sintiendo un extraño sabor amargo en la boca.

Sekyung. ¿Hace cuánto ya se había despedido de ella en el aeropuerto de Tokio? ¿Horas, días? No había pensado en ella desde que abordó sino hasta ahora que su madre, que siquiera la conocía aún, la había nombrado. Y ahora se sentía pésimo. Había pasado el viaje y todo el tiempo hasta ese momento, pensando en lo que sabía le esperaba en Seúl, sus clases, entre otras cosas y no había posado ni un segundo sus pensamientos en el recuerdo de la chica.

¿Cómo podía olvidar a su novia de ese modo?

Sabía que tenía que llamarla. Contarle que había llegado bien y preguntarle cómo iban los preparativos de su viaje. Pero lo haría más tarde, por el momento no se sentía con el ánimo suficiente.

Regresó a la sala, tomando la caja de su madre en dirección a la cocina. Tenía suerte de que la señora que había vivido allí no se había llevado todo, dejándole entre otras cosas, la cocina casi completamente equipada. Aunque mirándola bien, pensó en que sería necesario renovar algunos muebles, aún así y de momento era todo cuanto tenía y era suficiente.



Luego de un café bastante cargado y unas rebanadas de pan tostado se sintió con el ánimo para comenzar a desempacar. Lo primero que hizo fue armar su cama y poner su ropa en sus cajones y clóset, con lo que reducía en una parte considerable el número de cosas a desempaquetar.

Pasado de la una de la tarde acabó con todo y se dio una ducha, tomándose su tiempo para relajarse.

Una vez vestido, sonrió al entrar en la sala y observar la vista que le entregaba su nuevo departamento -obviando el hecho de que aún faltaba el sofá y el televisor, claro-. Se veía hermoso, todo pulcro y ese olor a limpio que parecía brotar de cada rincón.

Qué poco duraría eso.

Jonghyun rió para sí mismo al pensar que con lo desordenado que era aquello no iba a prolongarse por mucho y cómo en el pasado Kibum le hubiera ayudado a poner todo de vuelta a su lugar, a limpiar cada espacio que no diera un buen aspecto y prendería inciensos para que todo oliera mejor.

¿Por qué de pronto volvía a pensar en Key?

Recordaba que le había dicho sutilmente que no lo llamara así. Cuando lo corrigió en la cafetería se había sentido extrañado, pero supo manejarlo y prefirió dejarlo pasar.

Ese tono decidido en la voz del menor lo hacía sentir diferente, como si el antiguo y dulce Key no estuviera allí. Como si fuera otro. ¿Cuánto habría cambiado realmente en todo aquel tiempo?

Quizás mucho. Quizás lo suficiente como para que en lugar de reencontrarse con él tuviera que conocerlo de nuevo. No lo sabía y eso lo intrigaba. Lo intrigaba y parecía que la idea no dejaría su mente hasta que lo descubriera. Algo en él le decía que a pesar de cualquier cosa Kibum no podía haber cambiado tanto. Tenía que quedar en él algo de su Key.

Su Key.

Tenía que dejar de pensar de ese modo sobre su vecino. Pero ahora que lo volvía a tener cerca parecía inevitable el hacerlo.

Volvió a mover su cabeza con fuerza en ambas direcciones por enésima vez en lo que iba del día y se dirigió una vez más a la cocina.

Oh. Su alacena daba pena. Más vacío sólo podía estar un lugar que no existiera. Se golpeó la cabeza al recordar que ya estaba demasiado cansado para cuando quiso ir a hacer algunas compras por lo que lo había dejado para el día siguiente.

Arrastró sus pies hasta la puerta, y aún siquiera había tomado la manija, cuando sintió suaves golpes en la puerta contigua. Sin asomarse más que lo suficiente para echar un vistazo, sólo por si acaso, pudo ver frente al departamento del rubio a un chico más o menos alto de cabello castaño oscuro que se balanceaba hacía adelante y atrás con las manos en los bolsillos de sus jeans esperando por que lo dejaran pasar.

¿Quién sería? ¿Un amigo? ¿Su novio?

Key no le había contado que tuviera pareja, bueno, no es como si él se lo hubiera preguntado tampoco.

Pronto oyó como se habría la puerta y él se metió rápidamente a su departamento para evitar ser visto, escuchando no mucho después cómo se volvía a cerrar. Cuando volvió a asomar su vista el chico había desaparecido.

Las mismas tres preguntas se repitieron una y otra vez en su camino al supermercado.

* * *

-Joon, Joon, Joon -repetía el rubio con un enfado fingido. -No te veo hace más de una semana y lo único que escucho es que hablas sobre ese chico. ¿En serio que no te has enamorado de él, Onew? -le preguntó mientras se acercaba al mayor en una pose que esperaba intimidarlo.

-Bum, te he dicho mil veces que no. Es sólo que me cae muy bien y por el trabajo paso mucho tiempo con él, así que por eso a veces hablo mucho sobre lo que hace, además, sabes que no juego así -respondió el otro chico intentando manejar la mirada que le daba el rubio.

-Uy, bueno, perdón por "jugar así" -le dijo en un tono ofendido.

-No me malinterpretes, Kibum -rebatió en un tono casi implorante para que el menor no acabara enojado por sus palabras. -Pero es algo que no va a pasar. Sabes perfectamente que nunca he estado con un hombre y que eso no va a pasar en un futuro. Ni próximo ni lejano.

-Está bien, está bien. Pero si pasa, no me vengas a decir que no te lo advertí -dijo recuperando el buen ánimo.

-Como digas. -El mayor roló los ojos. Kibum era todo un cabezota cuando se lo proponía. -Pero sabes que eso no va a pasar. Tú pasas mucho tiempo con Nicole y siempre hablas de ella, eso no significa que algún día te vaya a interesar de otro modo que no sea como una amiga, ¿o me equivoco?

-¿Quién sabe? Podría ser. Nada está escrito, Onew -le bromeó guiñándole un ojo.

-Kibum, hablo en serio. No va a pasar.

-Muy bien, señor "no-va-a-pasar", como usted diga. Voy a buscar mi chaqueta y nos vamos.

-¿Podrías recordarme por qué vamos a salir a comer afuera cuando podríamos habernos quedado a comer aquí cualquier cosa deliciosa que tú mismo podrías preparar? -preguntó al menor alzando la voz para que éste lo escuchara desde su habitación a donde se había ido en busca de algo para abrigarse.

-Porque la última vez que cociné para ti, me dejaste plantado con todo servido mientras tú te quedabas más tarde trabajando en ese periódico roba-amigos -le contestó asomándose por el pasillo con su chaqueta de mezclilla favorita y un gorro negro que antes tampoco traía.

-Okey, okey. Entendido -dijo Onew en tono de derrota.

-Y en compensación, debes pagar tú la cuenta -dijo tomando su celular desde la mesa de café de la sala.

-Supongo que es lo justo -comentó abriendo la puerta. -Después de ti -le dijo haciendo una seña a Kibum para que saliera primero.

-Idiota -musitó Kibum con una sonrisa, saliendo por la puerta y esperando a que Onew hiciera lo mismo para luego ponerle seguro.

Se giró para seguir a su amigo rumbo al ascensor, pero este seguía con su papel de ser caballero con el menor como pago por haberlo dejado comiendo solo la vez anterior, y le tendió uno de sus brazos curvados para que Kibum pasara el suyo por el espacio que quedaba.

Kibum decidió seguirle el juego y enganchó su brazo al del castaño.

-¿Estás seguro que no te gustan los hombres? Porque ser galán con uno te sale de lo más natural -dijo Kibum riéndose. -De hecho, me sorprende que nunca te me hayas insinuado -comentó en juego mientras presionaba el botón del ascensor y esperaban.

-Lo siento, es que no eres mi tipo. No me gustan rubios -comentó entre risas siguiéndole la broma.

-Pero si tu última novia era rubia, Jinki. Bueno, artificial, pero rubia al fin y al cabo.

-Oh, perdón. Se me olvidaba que hablo con el rey de los rubios naturales -dijo Onew soltando una carcajada.

-No seré natural, pero a mí me queda mucho mejor.

-De todas maneras, no eres mi tipo.

-Mentiroso. Sé que me amas en secreto. -Le dio una mirada pícara lanzándole un beso.

-Me has descubierto, tengo mi habitación tapizada en fotos tuyas y un altar en tu nombre. Estoy perdidamente enamorado de ti, Kim Kibum -exclamó tomando la pálida mano entre las suyas.

-¡Yah! Tampoco exageres -dijo golpeándole el brazo con su puño libre haciendo que el mayor soltara un quejido mezclado entre risas que contagiaban al menor.

Estaban riéndose a carcajadas cuando el ascensor se abrió dando paso al recién llegado al edificio.

Kibum paró de reír casi al instante, haciendo que Onew lo imitara sólo por la expresión reflejada en el rostro de su amigo. No recordaba haber visto a aquel chico antes.

Avanzando fuera del ascensor, Jonghyun carraspeó y se detuvo.

-Hola, Key.

-Hola, Jonghyun -saludó en un tono que a su amigo que se mantenía mirándolo le pareció casi inerte.

Jonghyun dirigió su mirada hacia Onew, a la vez que éste miraba significativamente al rubio.

-Oh, sí. Onew, él es Jonghyun, mi nuevo vecino, vive en el departamento que dejó la señora Park. Jonghyun, él es Jinki. -Hizo una seña para indicar a quien se encontraba a su lado.

-Un gusto, Jonghyun -saludó el mayor con una sonrisa. -Te daría la mano, pero veo que sería algo complicado -comentó al notar las bolsas que traía el más bajo en sus manos. Kibum volvió a golpearlo en el mismo brazo que lo había hecho antes, esperando que la acción pasara desapercibida, pero el nuevo quejido de Onew lo hizo imposible.

-Creo que sí -concordó Jjong dándole una pequeña sonrisa amable.

-Bueno, nos tenemos que ir. Nos vemos, Jonghyun. -Kibum hizo una seña con su mano antes de tomar a su amigo y jalarlo dentro del ascensor.

-Nos vemos, Jonghyun -se despidió el mayor justo antes de desaparecer dentro de la cabina metálica.
Kibum presionó casi con desespero el botón que los llevaría al primer piso.

-¿Por qué me pegaste? -preguntó Jinki una vez que las puertas se hubieran cerrado, aún sobándose su brazo adolorido.

-¡No sé! -exclamó Kibum en un grito ahogado.

Bueno, si no lo sabía al menos eso, fuera lo que fuera, parecía estarlo exasperando.

-Espera -dijo el mayor como si estuviera conectando ideas. -Dijiste que era tu vecino nuevo, pero te llamó Key... y hasta donde yo sé la única persona que te llama así es Taemin...

-Y Minho, pero sólo para exasperarme -dijo el rubio rolando los ojos.

-Además de tu ex -prosiguió Onew. -Y este chico se llama-

-Jonghyun -lo cortó Kibum completando sus pensamientos.

-Como tu ex. ¿Kibum, no irás a decirme que...?

-Sí, Onew. Brillante, descubriste el caso. Ese chico es mi ex. ¿Ahora que sigue? ¿Descubrir por qué la Torre de Pisa está inclinada?

-Kibum, eso ya se sabe. Es de conocimiento público que-

-¡Ay! ¡Onew! Era sólo un decir -dijo soltando un suspiro hondo. Quizás más de lo que hubiese querido.

-Pero, Bum, eso significa que ahora tienes a tu ex viviendo al lado tuyo... ¿Cuándo pasó esto? ¿No quieres que te pida una cita en el psicólogo o algo?

-Pasó ayer, Onew, y lo único que quiero ahora es salir de aquí -soltó en un tono pesado mientras salían del ascensor.

-Presiento que esto significara más helado en el menú -comentó Onew mientras pasaban por el hall y saludaban con señas al conserje que se encontraba al teléfono.

-Todos los que sean necesarios -soltó entre dientes el rubio.

Ahora, era una confirmación. No había sido un sueño ni una pesadilla ni una alucinación.

Era más real de lo que esperaba, de hecho.

Había pasado toda la mañana desde que despertó intentando creer que no era cierto y que simplemente haber visto a Jonghyun el día anterior y haberse tomado hasta un café con él era un juego de su imaginación.

Pero no lo era.

Jonghyun realmente estaba ahí, viviendo en el departamento a su derecha.

Mierda.

En serio, esperaba poder calmarse frente al hecho, pero no podía. Su última resolución del día anterior había sido que intentaría llevar la situación lo mejor posible, pero de acuerdo a su reacción de hace poco no le iba a resultar fácil.

-Simpático el bajito, de todas maneras -comentó el castaño mientras se subía a su auto, trayéndolo al presente de nueva cuenta.

Kibum le dedicó una mirada gélida y asesina desde el asiento del copiloto, dándole, por cuarta vez, un golpe en el brazo.

-¡Pero, Kibum! ¡Yah! Deja de golpearme -se quejó volviendo a la tarea de sobar su brazo para mitigar el dolor. -A este paso acabaré con los brazos morados.

El rubio no replicó. Se puso el cinturón, se cruzó de brazos y se quedó mirando hacia al frente en lo que Onew conducía.

-Okey, Kibum. ¿Tanto te molesta que haya regresado? ¿O es otra cosa la que te pasa? -Onew rompió el silencio luego de varios minutos.

-¡No es que me moleste! -soltó saliendo de su mutismo. -O sea, sí... pero... ¡Ah! Es lo que vengo intentando saber desde ayer.

-¿Lo viste apenas llegó?

-Sí, supongo que es por eso que no me acostumbro a la idea. Aún es demasiado pronto. -Ubicó sus palmas sobre su rostro como si no quisiera ver algo que tuviera en frente.

Frustrado. Esa era la definición de lo que veía Jinki. Kibum estaba acostumbrado a tener las situaciones bajo su control y esto simplemente no se lo había visto venir.

-Es que no puede ser posible que de todos los edificios en Seúl se haya venido a vivir al mismo en el que vivo yo. -Se apuntó con el dedo índice para hacer énfasis en lo que decía.

-Y al departamento de al lado -acotó Onew.

-Súmale eso -dijo en un tono lánguido.

-Pero, Kibum, ¿qué más te importa? Hasta donde yo supongo el chico podría haberse ido a vivir al ombligo del mundo y a ti te daría igual.

-Pero ese es el punto. No se fue a vivir al ombligo del mundo. Se fue a vivir al depto de al lado. ¡A mi lado!

-Creo que estás dramatizando, Kibum. No creo que sea muy terrible. Ustedes dos terminaron hace años. A ti no te interesa, lo normal sería que tú no le intereses. No veo el problema -dijo dándole una mirada de soslayo.

-Tú no entiendes. Nobody understands. -Se inclinó hacia adelante dejando su frente pegarse a la puerta de la guantera.

-Entonces, explícame. No soy tan tonto -pidió aparcándose en el estacionamiento del restaurant.

-Tan...

-Kibum...

-Es que... ¡Ah! Onew, dime que no te sería raro que Luna se fuera a vivir a la casa que está justo al lado de la tuya, ¿ah? -cuestionó entrando en el lugar, dirigiéndose a una mesa cerca de los ventanales.

-Bueno, sí, pero...

-Pero nada. ¿Ves? Es raro y ya. Me inquieta. Eso es todo.

-¿Eso es todo?

-Sí, eso es todo -respondió sabiendo en qué dirección iba la pregunta de su mejor amigo. En la misma dirección en la que había ido la de su hermana, sólo que ella había sido menos sutil y más directa. -Mejor... mejor dejemos la conversación hasta aquí, ¿sí?

Onew se limitó a asentir mientras esperaban a que una mesera los atendiera.

Su amigo estaba preocupado y podía sentirlo, pero él no le veía sentido. Kibum se había caracterizado por ser alguien de decisiones firmes y concisas. Sí, tenía que reconocer que le costaba hacer resoluciones, pero una vez que las hacía, no había manera de que cambiara. ¿Qué era diferente ahora?

Recordaba muy bien lo que una vez le había dicho el menor. "Si alguna vez vuelvo a verlo, simplemente haré como que nada pasó. La página ya está pasada, no hay nada más que hacer ahí."

¿Tanto lo había marcado esa relación para que ahora no pudiera ceñirse a su pensamiento?

-¿Y cómo van las cosas en el diario? -soltó de pronto el menor intentando cambiar el tema de conversación.

-Bien, como siempre. Con un jefe explotador, pero disfrutando de lo que hago -resumió terminando con una sonrisa.

-Buenas tardes -les saludó una chica vestida de mesera. -¿Qué desean comer?

-¿Podemos ver la carta? -preguntó Onew en el tono más galante que pudo mientras la escaneaba con los ojos.

-Sí, claro -respondió ella enrojeciendo al notar la mirada que le daba el castaño y entregándoles una muestra del menú a cada uno.

Ya se sabían el menú de memoria, no era primera vez que iban allí. Pero sí era primera vez que veían a esa chica. El rubio ya veía el juego en los ojos de su amigo.

-Lo evaluaremos y te llamamos, gracias -le indicó Kibum a la chica llamando su atención, brindándole una sonrisa antes de que la joven los dejara a solas. -Lee Jinki, te conozco. -Apuntó a su amigo con un dedo acusador.

-¿Qué? ¿Qué hice ahora? -Onew puso cara de inocente, pero luego de año y medio de amistad Kibum ya sabía qué escondía ese rostro.

-Por ahora, nada… por ahora. -Hizo una mueca que hizo reír al mayor, pero frunció el ceño cortándole la gracia al hecho.

-Kibum, no pasa nada. Bueno, puede que la invite a un trago después de su turno…

-Y luego la invites a tu casa y no la vuelvas a llamar.

-Kibum -comenzó a protestar. -Si tú, que eres mi amigo, piensas así de mí no quiero saber qué piensan los demás.

-No, no quieres -le aseguró el rubio cerrando sus ojos y negando con la cabeza, claramente burlándose de Onew. -Bueno, yo ya sé qué pediré. ¿Y tú?

-Sí, sabes que siempre pido lo mismo.

Llamaron a la chica que los había atendido antes y ordenaron.




Una hora más tarde, al salir del lugar, Onew dejó una tentadora invitación y su número de teléfono anotado en un papel junto a la propina.

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