Sintió un repentino dolor en el
estómago que trató que no se reflejara en su expresión. Avanzó con paso
decidido ante la mirada inquisitiva de Jungshin que se había levantado del
suelo.
-Min~...
-Lo
sé, lo sé –le cortó. -“Tengo que hablar contigo” ¿Cierto? –Intentó ser frío al
momento de imitarlo. – asa, no creo que sea buena idea que hablemos aquí
afuera.
Jungshin
asintió con un movimiento de cabeza. Minhyuk abrió la puerta y entró primero.
-¿Qué...
qué te ha hecho cambiar de opinión? -Preguntó Jungshin algo confundido por la
actitud que había adoptado Minhyuk.
-Supongo
que lo que tengas que decirme me interesa... Explicaciones... Creo que al
menos, y después de tanto tiempo, es lo mínimo que me merezco. –Seguía frío,
quería mostrarse inmutable, insensible y le estaba costando un trabajo enorme.
Se
quedaron mirando ahí de pie en la estancia. Jungshin tenía tantas cosas que
decir, pero no sabía cómo empezar y tenía miedo de romper el silencio que se
había puesto entre ellos que parecía inquebrantable, hasta que Minhyuk le
demostró lo contrario.
-Toma
asiento –Le indicó uno de los sillones de esa sala que él recordaba tan bien.
Caminó
adelante, seguido de Minhyuk que se ubicó en el sillón de en frente, mirándolo
con ojos escrutadores.
-Yo...
supongo... que te debo algo más que explicaciones. –Lo miró directo a los ojos,
pero Minhyuk no dijo nada, así que continuó. – Siquiera sé cómo empezar...
-¿Por
qué volviste? – preguntó Minhyuk para su asombro.
-Por
ti –respondió él, asombrando al propio Minhyuk, pero éste seguía firme en su
postura de frialdad.
-No
te creo. –Minhyuk no le dejaría ponerlo nervioso con sus respuestas, esas
mentiras podían volver desde el mismo lugar de donde venían. Él no le creería
eso de buenas a primeras.
-Minnie
~
-No
me digas así –lo paró en seco.
-Lo
siento. Nunca he perdido la costumbre, hasta en mis pensamientos siempre has
sido Minnie.
-Jungshin,
por favor, sólo dime a qué has venido. –Ahora no lo veía a los ojos, no
quería... no podía. Sentía que si lo veía le creería todo.
-Ya
te lo he dicho.
-Okey,
no me contestarás. Cambiemos la pregunta. ¿Por qué te fuiste? –dijo volviendo a
mirarlo fijo.
-Me
fui... porque no quería hacerte daño.
-Pues
fíjate que yo podría decir todo lo contrario –Dejaba notar su enfado en cada
palabra, ese enfado que según Jungshin se debía haber estado aguantando todos
estos años.
-Minn-...
Minhyuk, sé que no debes entenderlo, y te debe estar pareciendo que lo que te
digo es falto de lógica, pero déjame explicarte...
-¡Explícate,
entonces! –se levantó del sillón de la sola exaltación. -Explícame por qué
después de haberme dicho que me amabas, me dejaste solo, sin noticias, sin un
lugar dónde poder encontrarte y saber que estabas bien. Explícame cómo fue que
dejé de importarte de un momento a otro. Explícame cómo es que la persona por
la que daba todo, simplemente decidió que no era suficiente y me apartó de su
vida sin remedio alguno. Explícame.
-Minhyuk...
yo... yo me estaba muriendo.
¿Qué
había dicho? ¿Qué se estaba muriendo? Pues eso tenía que ser metafórico porque
él lo veía de lo mejor sentado ahí en su sala.
-Entonces,
¿por qué no me dijiste que esto ya no funcionaba? ¿Por qué no fuiste sincero?
-Minhyuk
-dijo mirándolo desde donde estaba. –Yo no me estaba muriendo en nuestra
relación. Lo único que me mantenía vivo era nuestra relación. –Minhyuk lo miró
extrañado. ¿A qué se refería, entonces? –Minhyuk... –Jungshin bajó la voz. –Yo
estaba enfermo. Me habían detectado cáncer... mes y medio antes de que me
fuera.
Eso
no podía ser posible. Minhyuk lo miraba estupefacto, no se esperaba una
revelación de ese tipo. Ahora la rabia se había disipado en gran parte, aunque
no por completo en su mirada.
-¿Por
qué no me lo dijiste?
-No
quería que tuvieras que lidiar con un enfermo. Tú tenías tu vida y yo no podía
significar una carga en ella.
-Sí,
yo tenía una vida, pero en esa vida tú siempre ocupabas gran espacio. Yo
hubiera estado contigo a pesar de cualquier cosa. ¿O creíste que te dejaría si
me lo decías? Dime que no me creíste tan imbécil como para dejarte solo. –
Volvió a sentarse.
-¡No!
No, hubiera sido lo último que pensaría. Era yo quien no deseaba ser una carga
para ti. No quería que tuvieras que preocuparte por mí y todo lo que se me
vendría encima.
-Siempre
me preocupé por ti. Siempre estuviste presente en mi mente. A pesar de querer
odiarte, de querer alejarte de mis pensamientos... de mis sueños. –Empezaba a
experimentar una sensación de desahogo que estaba lejos de acabar. Recién había
empezado. –Sí, te soñé, y te soñé y te soñé una vez más y una vez más cada
noche. Por muchos meses no dejé de llorar por ti, por las mañanas sentía que no
podía ya botar mas lágrimas de las que había botado hasta la noche anterior,
pero ahí le seguía otra noche y más lágrimas que no sabía desde dónde venían.
Aún con todo eso, ¿Crees que haberte ido fue la mejor idea para que no me preocupara
por ti?
-Yo...
yo sólo... sólo no quería verte mal por mi culpa.
-Ahí
estás otra vez –le reprochó. –Claro que no me viste, pero eso no quitó el hecho
de que sí lo hiciera.
-Minnie,
mis posibilidades eran del cincuenta por ciento. No sabía si viviría. No quería
que estuvieras al lado de un moribundo. No quería que lo nuestro se basara en
tu compasión. –Se sentía hondamente triste por lo que le decía Minhyuk, pero
todo lo había hecho por él, si se había ido era para que él no tuviera que
pasar por algo que no era su responsabilidad. –Quería que siguieras tu vida.
Prefería que pensaras que me había ido y me odiaras porque así lograrías
olvidarme, antes que me supieras muerto y algún sentimiento te impidiera hacerlo.
-¿Que
siguiera con mi vida? –Los sollozos amenazaban con salir. -¿Cómo? ¿Cómo
pretendías que hiciera eso si la razón por la que lo hacía se había ido?
-Me
fui porque lo creí lo mejor para ti. Siempre pensé en ti.
-¿Por
qué no me diste la opción siquiera? Nunca me preguntaste si te quería lejos de
mí. Nunca pensaste que también me harías daño yéndote. – Una lágrima se escapó
de su ojo izquierdo y rodó por su mejilla. -No fuiste justo en una decisión que
tomaste a solas. Éramos dos en esa relación y tú creíste que lo mejor era decidir
por ambos. ¡Qué injusto fuiste, Lee Jungshin!
Sí,
le dolía en el alma pensar que Jungshin podría haber muerto, pensar que pasó
por esa cruda enfermedad sin su ayuda, pensar que él no había estado cerca
cuando las cosas se pudieran haber puesto insostenibles, pero también le dolía
que Jungshin no hubiera creído en el amor que le tenía, que no hubiera creído
en que eso los mantendría unidos pasara lo que pasara. Le dolía aún haber sido
arrancado de su vida sin haber sido consultado siquiera.
No
se dio cuenta cuando Jungshin se levantó del sillón y se acercó a él para secar
esas lágrimas que le empapaban las mejillas.
-Creéme
que todo lo que hice, lo hice por ti.
-Pero
te fuiste. Yo hubiera estado contigo día y noche, no te hubiera dejado nunca
solo, si te hubieras... muerto, yo me hubiera muerto contigo.
-Esa
clase de sentimientos eran los que quería evitar. Por eso me hice a un lado en
tu vida.
Minhyuk
hizo el gesto de removerse un poco el cabello con la mano para que Jungshin
sacara sus manos de su rostro. Le dolía ese contacto.
-¿A
dónde fuiste? ¿Dónde estuviste todo este tiempo? –preguntó limpiándose las
lágrimas que habían quedado en los bordes de sus ojos.
-Ese
día me fui a Estados Unidos – respondió levantándose y se quedó ahí de pie
mirando a Minhyuk a los ojos, en la medida de lo que eso le era posible. -Tengo
unos tíos allá, ellos me acogieron durante el proceso de mis tratamientos –respondió
a la pregunta que se había formulado en la mirada de Minhyuk.
-¿Por
qué decidiste volver?
-Ya
te lo dije. Vine por ti, pero...
-Pero
ahora yo estoy con Yonghwa –le completó la frase.
-Sí...
Se
quedaron callados. Después de largos minutos de interpelación, desahogo y
aclaraciones no sabían qué decir.
-¿Lo
amas? –preguntó de pronto Jungshin.
-No
estaría con él de no ser así. –No sabía por qué, pero ya no podía verlo a los
ojos.
-¿Me
amas? -El no escuchar un “sí” directo desde su boca hacía que sus esperanzas de
recuperarlo parecieran no del todo vanas.
Esa
pregunta descolocó a Minhyuk, aún más que la anterior.
-Yo...
No, ya no -respondió aún con la vista en el suelo.
Otra
vez el silencio. Minhyuk movía sus manos entrelazando sus propios dedos. Sólo
cuando sintió que la mirada de Jungshin estaba a su misma altura dejó de
hacerlo para mirar hacia delante y sorprenderse de la cercanía a la que se
encontraban.
Jungshin
se había acuclillado otra vez para quedar a la altura de Minhyuk.
-Repítelo,
pero esta vez mírame a los ojos. Dí que no me amas y saldré por esa puerta y no
volveré.
Minhyuk se quedó mirándolo unos instantes. Podía
ver su reflejo en esos ojos café.
-Jungshin...
-le miró bien, escapándose de la presa de esos ojos. –Yo ya no te amo. Hace
tiempo deje de hacerlo.
Sin
decir nada más, Jungshin se levantó. No tenía nada que hacer ahí. Caminó hacia
la puerta, pero se detuvo a medio camino sólo para observar a Minhyuk una vez
más, éste no le devolvió la mirada.
Sintió
cómo se cerraba la puerta y las lágrimas volvieron solas a sus ojos.
Se
había dado una ducha apenas pudo volver en sí y sintió las fuerzas suficientes
para ponerse en pie. Estaba recostado a lo ancho de su cama con las manos
cruzadas por debajo de su cabeza aún con su cabello mojado del cuál pendían
algunas gotas que no se habían querido desprender de él.
“Me habían detectado cáncer... mes y medio
antes de que me fuera.” Sentía tanta impotencia... contra ambos. Con
Jungshin por haberle ocultado algo como eso, algo tan grave, pero más
impotencia tenía consigo mismo, no entendía cómo no se había dado cuenta de que
algo ocultaba. Ahora entendía algunas desapariciones del chico sin reales
motivos y que eran dejadas en el olvido por tratarse de “trámites sin
importancia”. Suponía ahora que el día antes a su última noche juntos lo había
ocupado en realizar los últimos arreglos para su partida y no para visitar a un
amigo enfermo como le había dicho en aquel entonces.
“¿Me amas?” La pregunta le llegó como
una flecha directo a sus pensamientos que merodeaban por los rincones de la
conversación de esa tarde. ¿Cómo había sido capaz de preguntarle aquello?
¿Esperaba, acaso, que después de más de tres años de ausencia aún lo amara? Si
así era, podía considerarse loco. Muchas cosas habían cambiado en esos años, no
podía esperar que a su regreso las cosas estuvieran tal y como las dejó.
Esa
noche también le costó conciliar el sueño, la diferencia era que ahora no eran
las dudas y preguntas las que lo atormentaban sino las respuestas.
Sólo
el ringtone de su celular logró sacarlo del sueño pesado y poco reparador en el
que se encontraba. Ya era mediodía.
-¿Aló?
–contestó sin siquiera mirar quién llamaba.
-Minnie,
¿estás bien? –Era Yonghwa del otro lado de la línea.
-Sí,
¿Por qué lo preguntas? –Apartó un poco el celular de su boca para dar un gran
bostezo y luego se desperezó los ojos, refregándolas con el borde de su mano
derecha en puño.
-Tu
voz se escucha algo ronca. ¿Te sientes bien? Si quieres puedo pedir perm
-No
-lo interrumpió Minhyuk. –No es necesario, me siento perfectamente, es sólo que
me vengo despertando recién. No te preocupes.
-Okey,
okey. ¿Cómo dormiste?
-Perfectamente
–dijo simulando una alegría que estaba lejos de sentir. Había dormido pésimo y
se sentía muy parecido ahora que estaba despierto.
-Me
alegro. Almorzamos hoy como siempre, ¿cierto?
-Por
supuesto. -Lo había olvidado.
-Nos
vemos, entonces. Un beso.
-Un
beso -se despidió Minhyuk y sintió el sonido de finalización de llamada en su
oído.
Lo
había olvidado. Todos los miércoles iba a almorzar con Yonghwa y ahora lo había
olvidado. Se sintió peor de lo que ya se sentía. Movió su cabeza a ambos lados
con rudeza y se levantó de la cama para vestirse.
Llegó
puntual al restaurant y Yonghwa lo esperaba en la entrada. El chico de pelo
negro le dio un dulce beso en la mejilla y entraron.
Esta
vez se les acercó un mozo, quien ya los conocía casi desde que había empezado a
ir allí.
Los
saludó con una pequeña inclinación de cabeza y preguntó:
-¿Lo
de siempre?
-Lo
de siempre –respondieron al unísono y se rieron del hecho.
La
orden no demoró en llegar y comenzaron a comer. Yonghwa quería saber, sentía
que necesitaba saber, sólo para salir de sus sospechas, pero no quería
preguntar y que el almuerzo se les agriara por una duda. Aún así, su necesidad
por saber fue más fuerte.
-Minnie...
¿has sabido de Jungshin? –preguntó sin levantar la vista del plato y sin dejar
de comer como para hacer la pregunta lo más despreocupada posible.
-¿Por
qué lo preguntas? –Sin duda, no esperaba que Yonghwa le preguntara por Jungshin. La verdad, era
que esperaba que no lo hiciera.
-Curiosidad
–dijo dándole otro corte a su bistec.
-Sí...
Algo así.
-Oh
–fue todo lo que salió de sus labios, quizás hubiera esperado que no fuera así.
No quiso preguntar nada más. No sabía si habían hablado o no y no quería
parecer desesperado, así que decidió no preguntar nada más, confiaba en que si
hubiera algo que debiera saber Minhyuk se lo diría.
A
pesar de no volver a tocar el tema el resto del almuerzo se tornó algo tenso.
Minhyuk estaba siempre alerta por si Yonghwa decidía preguntar algo más.
Había
dejado a Yonghwa afuera de su trabajo como era costumbre y ahora daba un paseo
por la ciudad. No tenía nada que hacer el resto de la tarde y un poco de aire
fresco no le haría nada de mal.
Faltaban
quince minutos para las seis de la tarde cuando un impulso repentino lo llevó a
su café favorito. Abrió la puerta como esperando a encontrarlo ahí, pero no lo
vio cuando traspasó el umbral.
Tenía
que admitir que un sentimiento cercano a la decepción lo embargó, aunque fuese
un poco. Pidió una lata de expreso y se sentó en la misma mesa que lo había
hecho la vez anterior en la que esperó por verlo entrar por la puerta, sin
resultados positivos en aquella ocasión. Esta vez la puerta se abrió y Jungshin
entró en el lugar.
Se
sentó en la barra, consciente de la presencia de Minhyuk, pidió un expreso
frío. Mientras esperaba le dedicó una mirada inexpresiva a Minhyuk.
Cuando
le entregaron la bebida, la abrió y dio un sorbo a la lata. Después sacó una
libreta y un lápiz desde el bolso que llevaba consigo. Minhyuk seguía sus
movimientos curioso. Lo veía anotar algo con esmero y luego arrancó la hoja y
la puso en su bolsillo para luego devolver la libreta y el lápiz dentro del
bolso.
¿Acaso
no pensaba acercársele? Un par de movimientos de Jungshin le dieron la respuesta.
Lo
vio sacar algo de su bolsillo y entregárselo al encargado de la barra, le dijo
algo que no entendió y se despidió sujetando la lata. Antes de abrir la puerta
lo volvió a mirar, esta vez en su rostro había algo diferente... ¿una sonrisa,
tal vez? Leve, pero ahí estaba, en la comisura de sus labios una sonrisa. Y se
fue. Sin haberle dirigido ni una sola palabra.
Él
se quedó ahí dándole el último sorbo a su lata. Miró con cara extraña al mesero
que se le acercó y le entregó una segunda.
-Disculpa,
yo no pedí esto –dijo en un tono que mezclaba calidez y confusión al mismo
tiempo.
-El
chico que estaba en la barra y acaba de salir hace un momento la dejó para
usted junto con esto –le dijo el mesero entregándole un papel doblado en cuatro
antes de alejarse nuevamente.
“Sé que viniste por la posibilidad de encontrarme aquí.
¿Cómo lo he sabido? Pues yo he venido por exactamente
la misma razón. Pero no te preocupes. No volveré nunca
más. Tengo un vuelo el viernes al mediodía y regresaré
a Estados Unidos.
Espero que seas feliz. Aunque no sea a mi lado.
Cuídate mucho.
Jungshin.”
Se
quedó como anclado a la silla sin poder encontrar las fuerzas que necesitaba
para caminar.
Salió
del café diez minutos después, con la nota en un bolsillo y un nudo en la
garganta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario