Extendido en su sofá, perdido en
sus pensamientos y con la mirada pegada a ese pedazo de papel que le había sido
entregado el día anterior. Así había estado la última hora. Sonó el timbre y se
levantó, aún aferrando el papel en la mano.
Yonghwa
estaba del otro lado de la puerta. No se había dado cuenta que ya eran cerca de
las siete de la tarde. Le dio un beso fugaz y lo dejó entrar. Puso el papel
disimuladamente en el bolsillo de su pantalón de pijama.
-¿Por
qué no te has cambiado? –preguntó reparando en la ropa del castaño.
-Yong,
no tengo ganas de salir hoy... ¿Podemos... podemos simplemente quedarnos aquí?
-¿Te
sientes mal? -El tono de Minhyuk no le daba buena espina.
-No,
simplemente se me han quitado las ganas –dijo simulando estar somnoliento.
-Bueno,
si no quieres salir podemos preparar algo para comer... ver una película... ¿Te
parece? –sugirió tomándolo por la cintura para acercarlo más a él.
-Sí,
me parece –respondió Minhuyk abrazándolo por encima de los hombros. Lo besó en
la mejilla y luego se soltó del abrazo para dirigirse a la cocina.
-Elige
una película –le soltó desde la cocina. –Voy enseguida.
Minhyuk
preparó palomitas y llevó algo para beber. Dejó las cosas en la mesa de centro
y se ubicó en el sofá al lado de Yonghwa, quien lo tomó por la cintura de nueva
cuenta y se acurrucó en su hombro. Estuvieron así casi toda la película, sólo
casi al final Yonghwa apartó sus manos pero en ningún momento sacó su cabeza de
ese hombro que se le antojaba tan cómodo.
Al
acabar la película, Yonghwa apagó el televisor con el control remoto. Se
quedaron así, en silencio. Minhyuk tenía un solo pensamiento en mente. No era
como si no hubieran hecho eso antes, pero por alguna razón ahora todo le
recordaba a la última noche con Jungshin hacia ya casi más de tres años.
Unos
suaves labios posados en los suyos lo sacaron de entre sus pensamientos. En
algún momento, Yonghwa había retirado su cabeza de su hombro para pasar a
afirmarse en el sofá con las palmas de sus manos y darle aquel beso. Él le
respondió con naturalidad, intentaba ahogar sus pensamientos en ese beso.
Yonghwa pasó una de sus manos a la espalda de Minhyuk para ahondar más la caricia.
Minhyuk le rodeó el cuello con ambas manos. Aún unidos en el beso, el chico de
pelo negro ejerció un poco de presión y Minhyuk acabó semi-recostado en el
sillón y su pareja encima de él.
El
beso duró largos minutos, y Yonghwa sentía como una necesidad el seguir en ello
y saber que Minhyuk era suyo. Se separaron apenas lo suficiente para recobrar
el aliento y Yonghwa volvió a arremeter en los labios del menor. Minhyuk sólo
se dejaba llevar, no quería pensar. Lo que quería, o más bien ansiaba, era que
Yonghwa prosiguiera y lo tomara, como si eso pudiera mitigar esa comezón que
volvía a presentarse dentro de él y que no sabía cómo describir, sólo sabía que
le molestaba y que no dejaba que sus pensamientos se alejaran de aquello que
quería mantener lo más lejos posible.
Llegaron
a la habitación envueltos en un ambiente de deseo ajeno que parecía incrementar
sus pulsos de una forma desquiciante. Cayeron a la cama con los cuerpos
pegados, sólo distanciados por sus ropas.
El
mayor deslizó sus manos por debajo de la polera de Minhyuk, disfrutando del
roce íntimo y casi desesperado. Pronto la polera le fue un estorbo y se separó
de su pareja para poder quitársela. Minhyuk, aún recostado y apresado por las
piernas de Yonghwa que lo asían por las caderas lo miró con sonrojo, como si
nunca se hubiera acostumbrado a ver aquel cuerpo tan bien cuidado al desnudo.
En la penumbra de la habitación, las manos de Yonghwa buscaron la polera de
Minhyuk y la subieron hasta la altura de su pecho una vez que la encontraron.
Se acomodó y bajó sus labios hasta el ombligo desnudo, allí se dedicó a besar y
lamer cada espacio posible. Le volvía loco el hecho de poseer a ese chico con
cara de niño pequeño.
Por
su parte, Minhyuk tenía sus manos enredadas en el cabello negro estremeciéndose
bajo el contacto que el dueño de ese cabello hacía entre su lengua y la piel
desprotegida. De a poco, Yonghwa ascendió por el pecho del castaño, retiró la
polera que interfería en su camino y se dispuso a atacar el cuello para luego
continuar por la mandíbula hasta, finalmente, reencontrarse con aquella boca.
Cuando
sus labios se volvieron a tocar, Minhyuk sintió como las manos del mayor se
deslizaban por los costados de su pecho hacia abajo, en dirección a la pretina
de su pantalón. Cuando notó aquellas manos llegar allí sintió cómo sus
palpitaciones cambiaban de ritmo otra vez, pero esta vez no estaban ni calmadas
ni aceleradas sino simple y dolorosamente descompasadas.
-Yong...
–intentó hablar en medio del beso. –Yong... no...
-¿Qué
pasa? – preguntó el aludido sin dejar de besarlo.
-Yong...
no... No puedo.
Escuchar
eso le tomó por sorpresa. Detuvo el beso y sus manos se quedaron quietas en las
caderas de Minhyuk.
-Yong...
yo... no puedo –repitió balbuceando. –Lo siento –dijo apenado. No quería que
Yonghwa se sintiera mal, pero de momento él no podía seguir.
-¿Es
él, cierto? –espetó dándole espacio, sentándose al borde de la cama. –Es por
Jungshin.
Los
ojos de Minhyuk se abrieron de par en par. No esperaba eso. Claramente no.
-No...
yo... sólo es que... –Siquiera tenía una buena razón que darle como excusa.
-Es
sólo que nunca lo olvidaste.
-Yong...
yo estoy contigo ahora.
-Lo
sé. Pero eso no niega el hecho de que no lo hayas olvidado – afirmó sus manos
en la cama, apretando la colcha que la cubría.
Minhyuk
no sabía qué decirle. Sabía que su respuesta no había sido del todo
conciliadora, pero si intentaba arreglar o cambiar sus palabras sólo dejaría
las cosas peor de lo que ya se estaban poniendo.
-Yong...
en serio, lo siento. Es sólo que... no quiero seguir, sólo eso. No hay
necesidad de hablar sobre... eso... – Lo abrazó por la espalda. – No quiero
hablar de eso –dijo apoyando su mejilla en el hombro desnudo y esperando que el
tema se diera por zanjado.
-¿Ojeras?
Alguien lo tuvo que haber pasado muy mal anoche –lo recibió Jonghyun con una
risa juguetona. –Sabes muy bien que tienes prohibido burlarte de mi soltería en
mis narices, Minhyuk –le soltó bromeando.
-No-no,
no es lo que piensas, Jonghyun –le rebatió con voz baja y un leve sonrojo por
las conclusiones a las que había llegado el fotógrafo.
-No
tienes que darme explicaciones –rió. –Pero ve a que te maquillen y que tapen la evidencia del crimen –siguió mofándose.
Minhyuk,
prefirió no decir nada más e ir a maquillaje como le habían ordenado. Se sentó
en una silla giratoria, de espalda a un gran tocador con espejo que se
encontraba atiborrado de cosméticos, y de cara a la maquilladora, una chica muy
mona, que debía ser poco menor que él mismo. Le limpió el rostro y luego le
aplicó una base en su tono de piel. Arregló las ojeras de las que Jonghyun se
había burlado y mientras ella trabajaba en eso, el castaño no pudo evitar
pasear sus ojos por la habitación.
Conocía
muy bien el lugar, y no era como si esperara reparar en algo nuevo, sino que
por el contrario, buscaba algo que sabía perfectamente dónde estaba pero que
había evitado mirar. El reloj. Marcaba las diez y cinco minutos. Desvió la
mirada intentando frenar el pensamiento que amenazaba con abrirse paso en su
cabeza.
Aún tenía tiempo.
Se
preparó como de costumbre. La ropa que debía lucir estaba en los colgadores en
la secuencia en que debería usarla, él sólo debía tomar un perchero a la vez en
el orden de izquierda a derecha.
Salió
del vestidor vestido con un traje y un bastón en la mano, se ubicó en medio de
la plataforma con fondo blanco tan habitual y comenzaron los flashes.
-Mira
a tu derecha como si esperaras por algo o por alguien –le decía Jonghyun desde
atrás de su cámara. –Con aire despreocupado, pero atento.
Siguió
el fotógrafo dándole indicaciones hasta que le aviso que fuera a cambiar de
vestimenta e implementos. Esta vez iba ataviado con ropa de época, un reloj
nacarado en su bolsillo derecho y unos pequeños binoculares en la mano
izquierda.
-Simula
observar algo muy interesante con los binoculares. Toma el reloj en tu otra
mano, pero no lo abras, juega con él. –Así era cada vez, se sacaban las fotos y
luego se elegían las mejores para enviar a la revista. – Ahora revisa el reloj,
te preocupa la hora, se hace tarde.
Al
ver su expresión, Jonghyun pensó que no podía impresionarse más con las dotes
que el chico tenía frente a la cámara. Su cara reflejaba precisamente lo que
esperaba. Pero Jonghyun no sabía qué tan cerca estaba de la verdad. Se hacía
tarde, sólo faltaban unos minutos para las once.
Si tomara un taxi en media hora estaría en
el aeropuerto.
Otro
cambio de ropa. Ahora vestía de forma casual, pantalón, polera, chalequillo de
hilo, sin implementos, pero con su cabello despeinado, quizás para hacer la foto
más natural, aunque él no solía llevar su cabello de aquella forma.
Jonghyun
le indicaba cómo moverse y le tomaba fotos desde diferentes ángulos, ya casi
empezaba a no escucharlo, entre sus pensamientos que lo estaban presionando
cada vez más y sus latidos que habían empezado a descompasarse no podía oír
nada.
-Minhyuk...
¿Minhyuk? –Jonghyun lo miraba confundido, de un momento a otro el chico se
había quedado inmóvil.
Minhyuk
le devolvió la mirada inquisitiva. Sin mediar palabra se dirigía la salida.
-¡Minhyuk!
–lo llamó de nuevo el fotógrafo, no entendía que le estaba pasando a Minhyuk
para que de un momento a otro estuviera tan taciturno y perdido en sus
pensamientos.
-Yo...
tengo algo que hacer –le dijo desde la puerta, despertando de sus pensamientos
que ahora se habían afianzado en una resolución. – La ropa... la ropa te la
devolveré intacta, lo prometo.
-Exigiré
explicaciones y detalles a tu regreso, Minhyuk. –Ya era tarde, el castaño había
salido disparado por la puerta.
-Es
sólo que nunca lo olvidaste.
-Yong...
yo estoy contigo ahora.
-Lo
sé. Pero eso no niega el hecho de que no lo hayas olvidado –le dolía pensar que
sus propias palabras fueran ciertas, pero el castaño no le había desmentido.
-Yong...
en serio, lo siento. Es sólo que... no quiero seguir, sólo eso. No hay
necesidad de hablar sobre... eso... –Sintió cómo lo abrazaba por la espalda.
–No quiero hablar de eso...
-Pero
yo sí, Minhyuk. -No solía llamarlo así, pero no podía decirle Minnie como
siempre, las cosas no estaban como siempre.
-Yong...
-Desde
que él volvió tú no eres el mismo... Frío, distante, descariñado. Siempre supe
que sería difícil que lo olvidaras... nunca creí que fuera imposible. –Notó que
las manos que lo rodeaban por la cintura deshacían el enlace.
-No,
no es así... puede que sí me perturbe su regreso, pero no significa nada... él ya
no significa nada. Yong, estoy contigo porque tú me haces feliz, porque tú
estuviste aquí para mí cuando más te necesite, porque me esperaste paciente y
sinceramente.
-Pero
si él no se hubiera ido jamás me hubieras necesitado –Y de respuesta un
silencio. Quizás sabía que sería así. Lo tenía claro, si Jungshin no se hubiera
ido, Minhyuk nunca se hubiera fijado en él como algo más que amigos, eso lo
daba por sentado. -¿Me amas? –Preguntó de pronto.
-Yo...
claro que sí Yonghwa.
-¿Lo
amas? –Sabía que la respuesta a eso podía dolerle pero necesitaba saber qué era
lo que estaba pasando por la mente del alto y aunque quizás no se lo dijera, él
ya lo conocía tanto que no se podría engañar a él mismo con las palabras del
castaño.
-Yong...
Jungshin se fue hace tantos años...
-Lo
amas. -Ahora no se lo preguntaba, ahora lo afirmaba. Y le dolía, le ardía en
medio del pecho. –Jamás lo olvidaste. –Eso último lo dijo en un susurro. Aún no
se volteaba a mirar a Minhyuk, pero podía intuir que se sentía tan acongojado
como el mismo. –Minhyuk, yo te amo. Pero porque te amo no puedo permitir que
estés con alguien a quien tú no amas.
-Yong,
yo te~
-No
lo digas -le cortó sabiendo que le rebatiría. –Me dolerá mucho más.
Podía
sentir la mirada clavada en su nuca, pero no podía mirarle a los ojos. Si lo
hacía, se retractaría de lo que estaba a punto de hacer, pero ya había
entendido que era lo mejor para ambos y no podía dar marcha atrás.
-Minhyuk,
tú jamás llegarás a amarme todo lo que yo te amo... y aunque quisiera pensar
que mi amor alcanzaría para los dos, sé que no es así. Sé que tarde o temprano
me sentiré desdichado por no haber logrado que me correspondieras con la misma
intensidad.
-Yong,
eso no es así... yo... yo puedo~
-No,
Minnie –le frenó con voz tierna. –Has hecho bastante queriéndome a tu modo,
tanto que por mucho tiempo me has hecho feliz estando a mi lado. –Se volteó a
verlo con decisión – Pero ya no es suficiente. No podemos pasarnos la vida
intentando amarnos, porque tú no me amas y yo te amo demasiado. –Minhyuk lo
miraba con los ojos tristes. –Me haré a un lado. –Pudo ver la reacción
sorprendida en sus ojos. –Yo... supongo que me iré por un tiempo... puedo
conseguir trasladarme en el trabajo y salir de la ciudad. –Vio la replica que
se veía en aquellos pequeños ojos que reflejaban la luz de los postes que se
colaba por la ventana, así que siguió hablando. –No me pidas que me quede a ver
cómo eres feliz... creo que con saberlo me daré por pagado. –Limpió la lágrima
que se deslizaba mejilla abajo por el rostro del menor.
Se
quedaron por largos minutos así, o eso les pareció. Finalmente, Yonghwa reunió
fuerzas y se levantó para tomar su polera.
-Yong...
Lo
miró y vio a ese dulce chico, con sus manos rodeándose las rodillas con su cara
entre ellas reprimiendo los sollozos. Cuánto le dolía, pero sabía que si no lo
dejaba ambos lo pasarían mal. No quería que Minhyuk siguiera sufriendo
internamente, como podía adivinar ahora, había hecho todos estos años. Sabía
que el castaño había intentado amarlo y que había llegado a quererlo mucho sino
nunca hubiera aceptado estar con él, pero también sabía que el corazón de ese
chico tenía dueño y siempre sería así. Se volvió a sentar en la cama para
abrazarlo.
-Esto
es lo mejor... y sé que también lo sabes. Yo te seguiré queriendo... pero no
puedo hacerme el ciego. Lo amas a él, no importa cuánto yo me esfuerce por
cambiar eso.
-Lo
siento –le dijo Minhyuk contra su cuello, reposando su cabeza en el hombro de
Yonghwa. –Siempre quise amarte, lo intenté, te lo juro... –Dio paso a los
sollozos que ya no podía contener por más tiempo.
Yonghwa
se quedó así, abrazándolo hasta que acabaron sus sollozos y luego se despidió
dándole un beso en la frente.
-Cuídate.
–Le sobó la mejilla y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
Minhyuk
sintió sus pasos por la estancia, cómo se detenía a tomar su chaqueta y luego
el golpe de la puerta al cerrarse. Sucumbió ante los sollozos hasta que no le
quedaron fuerzas y se quedó dormido.
Se
bajó del taxi apresurado, sólo quedaban un par de minutos para el mediodía. Se
reprendía por no haber salido del estudio antes.
Corrió
por el aeropuerto buscándolo con impaciencia, debía encontrarlo rápido antes de
que se subiera al avión y no volviera a verlo nunca más. Una voz desde los
altavoces lo sorprendió anunciando el último llamado para los pasajeros del
avión de las doce del día con dirección a Estados Unidos. Siguió corriendo más
a prisa, tropezando en el camino más de una vez con la gente que se le cruzaba
en el pasillo.
A
lo lejos divisó una cabellera que le parecía conocida, mostrándole el boleto de
avión a la asistente de vuelo que se encontraba en la entrada del andén.
-¡Jungshin!
¡Jungshin! –Comenzó a llamarlo, pero parecía que Jungshin no lo escuchaba pues
no se volteó a mirarlo y lo vio dirigirse a la entrada para luego abordar el
avión. -¡Jungshin! –gritó otra vez, pero Jungshin ya estaba en el pasillo hacia
el avión.
Cerraron
la puerta del andén y se quedó estático. Lo había vuelto a perder, y ahora sí
que era su culpa. Podía haber llegado antes, lo podía haber detenido, pero
había peleado hasta el último momento consigo mismo si es que aquello era o no
lo correcto. Se dejó caer al suelo de rodillas, ahora estaba solo. Había
perdido al amor de su vida y a quién lo quiso como a su vida. Había sido un
estúpido.
Una
señora se acercó a preguntarle si es que se encontraba bien, sólo así salió del
trance en el que parecía sumido. Le contestó que sí y se levantó del suelo.
Caminó arrastrando los pies hasta la salida. Llamó un taxi y le pidió que lo
llevara a su casa. No se sentía en condiciones de volver donde Jonghyun. Luego
vería cómo le explicaría su salida.
Entró
al edificio con las mismas fuerzas con las que había salido del aeropuerto.
Siquiera le devolvió el saludo al conserje cuando éste lo saludó al verlo
entrar. Subió al ascensor y una llantina desesperada salió desde su garganta y
sus ojos volvían a humedecerse por las lágrimas que lo desbordaban.
El
ascensor se detuvo y sintió que su corazón también lo hacía. Se sentía perdido.
Las puertas se abrieron y él salió despacio, sin levantar la cabeza, sin
ánimos. Hasta que sintió una mirada casi desde el fondo del pasillo. Levantó el
rostro para ver a quien se encontraba allí y su asombro fue tal que no aguantó
sus propias piernas y volvió a caer de rodillas en el suelo, sus manos se
alzaron a la altura de sus ojos para limpiar las lágrimas que caían incesantes
otra vez. ¿Estaría soñando?
Unos
brazos lo rodearon y unas manos le acariciaron la cabellera revuelta, como
respondiendo a la pregunta interna que se había hecho. Ese abrazó lo apretó
contra un cuerpo conocido y se sintió morir allí mismo, pero aquellas manos lo
apartaron un poco y una de ellas lo tomó por el mentón.
-Pensé...
pensé que te habías ido...
-No
podía irme... no tuve las fuerzas para apartarme de ti, otra vez.
-Y
yo no me hubiera perdonado dejarte partir, otra vez.
Se
acercaron como si sus cuerpos se hubieran imantado y juntaron sus labios,
acoplándose al otro como si nunca hubieran dejado de hacerlo.
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