Sintieron unos golpecitos en la puerta y se reincorporaron en la cama del castaño donde habían estado charlando esa tarde, justo antes de que Jungshin asomara su larga cabellera por la puerta.
             
-Hora de la meriendaaa –anunció con una sonrisa, adentrándose en la habitación y sentándose a un lado del castaño. –Minnie ha estado toda la tarde en la cocina y no me ha dejado acercarme, seguro que planea algo – achicó sus ojos en señal de sospecha. –Bueno... ¡A merendar! –gritó en el oído del dueño de habitación justo antes de salir corriendo.
             
-¡Aish! Este niño...
             
-Déjalo ser –le reconvino Yonghwa abrazándolo por la espalda. –Si no fuera así, muchas veces esta casa sería de un silencio absoluto – acotó riendo. –Vamos  a ver qué se trae Minhyuk entre manos –le animó dejándole un beso en el cuello, antes de soltarlo y levantarse para ir al comedor.
             
¿Acaso esperaba que luego de que hiciera eso, él pudiera siquiera seguir respirando correctamente? Jonghyun sentía que el pelinegro aún no se daba cuenta de los efectos que causaba sobre él. Siguió sentado por unos momentos disfrutando del halo dejado por el perfume que desprendía el mayor y que había dejado impregnado en el aire.

             

Los tres se hallaban sentados a la mesa, expectantes por ver qué era lo que había hecho el baterista durante toda la tarde en la cocina. Lo vieron entrar a la estancia con un, aparentemente, delicioso pie de limón que dispuso frente a los demás, quienes estaban sin decir palabra.
             
Jungshin fue el primero que reaccionó y tomó un trozo del pie frente a la mirada vigilante de sus compañeros.
             
-Mi-minnie... ¡está delicioso! –dijo dándole otra mordida al pie.
             
-Yo quiero, yo quiero –comenzó a decir Yonghwa queriendo probar si el dulce estaba tan bueno como decía el menor. –Mmm... Delicioso –aseveró aún con un trozo en la boca.
             
Jonghyun le miró embobado, pero antes de que alguien pudiera notar algo tomó un trozo del dulce y comprobó por sí mismo lo bueno que estaba.
             
-Wow, Minhyuk, te luciste con esto. Muy bueno... ¿y podríamos saber qué estamos celebrando o hay algo de lo que nos perdimos?
             
-No, no –río Minhyuk viéndose tan tierno que parecía ser él el menor y no Jungshin. – Simplemente quería hacer algo por ustedes.
            
-Minhyuk, qué adorable eres –dijo Yonghwa levantándose para apretar sus mejillas de modo condescendiente.
             
-Sólo quería hacer algo ahora que estamos en un momento de paz... luego vendrán los tiempos agitados otra vez y no habrá momento para estas cosas –dijo en un tono algo apesadumbrado.
             
-No pienses en eso. Al menos, estamos juntos en esto –aseguró el lider abrazándolo por los hombros.
             
Jonghyun sólo pudo pensar tristemente en que sus tardes junto al mayor estaban por terminarse.

             

Se lanzó a su cama con el pensamiento que le había abatido al recordar que ya no quedaba mucho para retomar los conciertos, y aunque esto fuera un motivo de alegría sabía que debería ceder en sus momentos con Yonghwa para que todo resultara bien.
            
Cerró los ojos intentando dejar ese recuerdo atrás cuando otro le atacó. Un recuerdo que le hacía cosquillas por todo el cuerpo con sólo un segundo de pensarlo.
             
Ese beso. Ese apasionado beso en el callejón. Y esa risilla estúpida que se le asomaba cada vez que lo recordaba, simplemente no podía evitarla.
             
De la nada, oyó una risilla sumándose a la suya. Se sentó en la cama dando un brinco de sorpresa. Sus mejillas comenzaron a arder en cuanto sus ojos se toparon con los de Yonghwa.
             
-¿A qué se debía tu risa? –le cuestionó entrando en la habitación cerrando la puerta tras de sí.
             
-N-nada... Nada...
             
-¿Seguro? No parecía nada. Te veías realmente entretenido. –Le miró entretenido mientras se acercaba.
             
-Sí, seguro...
             
-Mentiroso... –le susurró cerca del rostro, tomándolo por la barbilla, besándolo descaradamente, tal como había hecho en el callejón. Luego de unos segundos, se alejó para hablar, aún en susurros, mirándolo a los ojos. –Te quiero.
             
Y esas dos palabras, simplemente pronunciadas, con todo el significado que traían, les paralizaron el corazón a ambos.

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