Había decidido esperar a la madrugada para
deambular por el pasillo que separaba las habitaciones, pero la verdad fue que apenas
el reloj indicó la medianoche dejó su cuarto para irse al del mayor.
Yonghwa
se había seguido negando durante días a que volviera a pasar algo. Decía que
besos y abrazos eran suficientes por el momento. Y era esa última frase la que
le daba a entender a Jonghyun que su
Yong se estaba conteniendo. Ese pensamiento le sacaba internamente una sonrisa
de autosuficiencia.
Abrió
con cuidado la puerta y una vez internado en la habitación se coló debajo de
las sábanas apegando su pecho a la espalda del pelinegro y acomodando su mentón
en el suave cuello.
-Yo~ng
–le susurró al oído.
El
líder sólo musitó un quedo ‘mmm’ removiéndose apenas, dándole a entender tácitamente
que seguía dormido, haciéndolo sonreír.
-Yo~ng
–volvió a llamarle en un tono sólo un poco más alto, comenzando a dejar besos
regados en su mejilla, llegando hasta la comisura de sus labios.
El
mayor comenzó a removerse, musitando sonidos poco entendibles hasta darse
vuelta por completo, topándose con el rostro del menor, sonriéndole de forma
automática.
-¿Qué
haces acá? –le preguntó con la voz rasposa.
-Nada
–soltó con ese tono inocente que hacía sonreír aún más al mayor.
El
pelinegro se abrazó con fuerza al menor, cobijando su rostro en el pecho de
Jonghyun, aspirando su aroma, pero éste no tardó mucho en descender por las
sábanas hasta quedar a la misma altura de Yonghwa para poder besarlo, cosa a la
que el pelinegro no dudó en responder.
Jonghyun
posó una de sus manos en la nuca del mayor para poder apegarlo más a él e
introdujo su lengua en la cavidad del mayor que dejó uno de sus brazos en la
cadera del castaño.
Yong
parecía no estar poniendo resistencia alguna, así que él no iba a perder la
oportunidad. Se ubicó sobre el pelinegro, volteándolo para poder acomodarse
mejor.
-Jjong,
Jjong –le llamó alejándolo con algo de esfuerzo. –Ya lo hablamos.
-No,
no lo hablamos, tú decidiste –dijo haciendo un mohín, pero volviendo a atacar
los labios del mayor.
-Jjong,
pero... -Yonghwa lo separó una vez más de él, pero tampoco podía negarse a él
mismo que necesitaba del castaño de un modo angustiante.
Lo
atrajo de regreso, haciendo suspirar al menor con el contacto.
El
castaño afirmó ambas palmas a los lados de la cabeza de Yonghwa, mientras que
él lo asía desde la cintura. Jonghyun comenzó a moverse instintivamente sobre
la pelvis del mayor, rozando sus hombrías excitadas, sacando más de un jadeo de
la boca de Yong y de la propia, por descontado.
Enredados
en un beso que a cada segundo parecía más ardoroso, el pelinegro le quitó su
polera al menor y lo tumbó en la cama, dándose espacio para prescindir de la
prenda que le cubría a él.
En
lugar de unir sus labios a los de Jonghyun nuevamente, comenzó a dejar besos
cortos en la mandíbula del castaño hasta llegar al pálido cuello, lamiéndole la
piel, succionando y mordiendo como si fuera a comérselo. Las marcas que dejaba
a su paso serían bastante notorias al día siguiente. Mientras tanto, el menor
se deshacía bajo el tacto húmedo de la lengua del mayor recorriéndolo,
sintiendo como llegaba a su pecho, y presionaba con sus labios uno de sus
pezones haciéndolo gemir sin siquiera darle tiempo de reprimir el sonido.
Yonghwa
descendió a besos su camino, topándose con la pretina del pantalón del menor.
Con una mirada traviesa, tomó el elástico entre sus dientes, haciendo amago de
bajarlos, pero entre risas divertidas, Jonghyun lo tomó de los hombros y lo
empujó hacia atrás, cayendo sobre él besándolo con gula mientras ambos se
reían.
Finalmente,
Jjong se deshizo de lo que quedaba de sus ropas y de las del mayor.
Seguían
besándose, ya con desespero, sus hombrías rozándose en cada movimiento,
produciéndoles escalofríos. Intentaban separarse lo menos posible, disfrutando
de cada segundo, pero una vez que lo hacían inhalaban fuerte todo el aire que
sus pulmones eran capaces de cargar sólo para volver a unirse, humectando y
enrojeciendo aún más los labios ajenos.
El
pelinegro se separó del menor, escuchando una leve queja de parte de éste.
Cuando regresó, en sus manos tenía algo que Jonghyun reconoció al instante. El
castaño se lo arrebató de las manos y le indicó que se sentara. Aunque dudoso,
Yonghwa obedeció.
El
menor untó sus propios dedos con el líquido vizcoso y ante la mirada asombrada
del mayor, comenzó a masturbarle el miembro despierto.
El
tacto escocía, pero no había manera en que no estuviera disfrutando de aquello.
Yonghwa no podía sentirse más masoquista en ese momento. Su cabeza caía hacia
atrás y en su cara las expresiones se confundían.
-Jjong...
Jjong... para... yo... –jadeaba entre cada palabra. Si el menor seguía así,
ciertamente acabaría de un momento a otro.
El
castaño hizo caso omiso a los llamados casi desesperados del mayor, y éste no pudiendo
soportarlo más, lo tomó de los hombros, haciendo que se detuviera de golpe en
su labor. Jonghyun se quedó quieto, extrañado, pero la expresión no duró mucho
en su rostro, pues rápidamente sintió las manos del pelinegro tomarlo por las
caderas para, técnicamente, sentarlo sobre las suyas para luego hacerlo bajar
con suavidad por su hombría necesitada de la calidez de la entrada del menor.
Ambos
soltaron un sonido gutural que mitigaron en la unión de sus bocas.
Y
esta vez no hubo tiempo de espera, no hubo minuto de calma ni expectación, no
hubo necesidad de señales que indicaran que era el momento. Cada segundo podía
serlo.
El
menor enterraba sus dedos en los hombros de Yong, mientras este arremetía en él
con dedicación y frotaba su virilidad entre ambos abdómenes.
Jadeos
y gemidos se colaban por las comisuras de sus labios, mientras se apretaban los
labios con fuerza, con una furia nacida desde el deseo.
Jjong
alejó sus labios sólo porque sentía que ya no podía más de tantas sensaciones.
Sus labios le dolían, los sentía ardiendo, casi literalmente.
Llegó
un momento en que el ritmo con el que se unían ya era descompasado, totalmente
fuera de lógica, ambos excitados hasta donde creían que no era posible,
susurrando el nombre del otro en sus oídos, con las últimas fuerzas que tenían
para pronunciar cualquier cosa.
Sintieron
que las piernas les flaquearían en el momento en que llegaron juntos al
orgasmo.
No
supieron cuánto tiempo pasaron así, después de ello. Yonghwa recargado contra
el respaldo de su cama, mientras Jonghyun apoyaba su rostro en su hombro.
Si en el mundo había existido una mejor segunda vez que esa, les costaba imaginársela.
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