Se levantó regañándose a sí mismo por no poder
seguir durmiendo. Asumió que el hecho de que la alarma de su celular no hubiera
sonado aún era porque todavía no era hora. Aún así, le hecho un vistazo a la
pantalla.
La respuesta era otra: se había quedado dormido.
Se vistió lo más rápido posible, tomó su bolso
y su maqueta, y sin probar bocado salió a la universidad.
Entró en la facultad aún corriendo, con los
pulmones a punto de reventar. Cuando al fin recobró el aliento, vio a sus
compañeros realizando los últimos retoques a sus maquetas, así que él se ubicó
en el lugar que le había sido asignado los días previos y le dio los últimos
vistos buenos a la suya.
Estaba entusiasmado con la idea de que los
profesores de los cursos avanzados vieran su trabajo en aquella muestra. Era
uno de los mejores dentro de los de primer año, eso era algo que nadie se veía
capaz de discutir, pero si se lo escuchara decir a un profesor su alegría
-tanto como su ego -llegaría al cielo.
En medio del hall, cada uno a un costado de su
maqueta, se encontraban Kibum y sus compañeros, esperando a que chicos y chicas
de grados superiores fueran a ver sus trabajos, para luego dar paso a los
profesores que, sin evaluar, tomarían cuenta de sus esfuerzos.
La muestra empezó algunos minutos después de su
llegada, y desde entonces se había visto envuelto en múltiples explicaciones a
cada uno de los grupos que se habían acercado con interés en su proyecto. Se
sentía maravilloso que los de tercer año vieran con ojos de asombro su
proyecto.
De pronto, una voz que ya conocía hizo que le
recorriera un escalofrío por la espalda y cuando pudo ubicar desde dónde
provenía esa voz se sintió un poco tenso.
Desde que había entrado en esa facultad había algo
que lo hacía sonreír como estúpido cada vez que estaba en la cafetería. Cierto
chico moreno, algo más bajo que él y que poseía una sonrisa contagiosa.
Kim Jonghyun. 20 años, segundo año de
Arquitectura; uno de los mejores de su clase, aunque no le gustara sobresalir.
Sí, había echado mano a sus conocidos para saber esto y aquello sobre el moreno
que ahora se encontraba a unos discretos metros de él junto a unos amigos,
escrutando a su compañera sobre su maqueta.
Sentía que pronto se acercarían a él y le haría
preguntas sobre su proyecto. En el acto le surgió la preocupación. Jonghyun
podría preguntarle sobre cualquier cosa y él no podría responderle con otra
cosa que no fuera un disparate.
Los chicos de tercero se despidieron y siguieron
husmeando las maquetas de sus compañeros. Quiso desvanecerse cuando notó de
soslayo cómo Jonghyun se acercaba a él y observaba detenidamente su maqueta. Comenzaron
a sudarle las manos, tenía a Jonghyun a menos de un metro y ambos permanecían
en un silencio que lo impacientaba, pero pronto notó cierta ventaja en aquella
situación. Cayó en la cuenta de que no haría mal en observarlo, sólo un poco, de
todas maneras, él no se daría cuenta ya que miraba atento la maqueta y tenerlo
a esa distancia era una oportunidad única.
Recorrió el rostro del mayor con cautela, sin
verlo directamente y que fuera obvio para todo aquel que se hallaba en el hall
que estaba devorándose con la mirada al moreno, que al parecer no tenía
intenciones de irse de allí y como tampoco había hecho amago de hacer
preguntas, Kibum se tomaba su tiempo disfrutando de poder delinear con su vista
cada rasgo de Jonghyun.
Su cabello, tan suave en apariencia, se preguntó
cómo sería poder mezclar sus dedos con aquellas hebras castañas; sus ojos,
aquellos que siempre veía desde lejos ahora le parecían los de un cachorro y creyó
por un momento que esos ojos también se posaban en él, pero luego se dio cuenta
de que seguían inmersos en su maqueta, en esos momentos deseó ser un pedazo de
cartón o una astilla, hasta un pedazo de plástico sólo para que aquella mirada
se posara en él con tanto ahínco; y sus labios -¡Oh, por Dios, sus labios! -se
veían tan dulces, tan sonrosados que quedó prendado de ellos, eternos segundos
en que sintió su pulso acelerarse pasando pronto a una arritmia totalmente
estremecedora.
Sobresaltándolo un poco, Jonghyun comenzó a
alejarse de él para observar las demás maquetas del hall uniéndose a sus
compañeros, dejando a Kibum desconcertado y aún acelerado. ¿Por qué no le había
preguntado nada, cuando a sus compañeros los había cubierto a preguntas? ¿Qué
observaba tanto en la maqueta? ¿Por qué se había ido sin siquiera mirarlo?
En esas cavilaciones estaba cuando otros
alumnos de segundo se acercaron a ver su maqueta. Disipó amablemente las dudas,
tratando de apartar su pensamiento de Jonghyun, cosa que se le dificultaba sabiéndolo
a su espalda, y más cuando él se acercó a uno de sus compañeros, le musitó algo
en voz baja y se fue. Kibum supuso que se había marchado. Se sintió defraudado
y aliviado a la vez.
El resto de la mañana pasó algo más rápido y
los profesores quedaron encantados con su trabajo. Lo halagaron y catalogaron
su proyecto de innovador, cosa que no hacía más que estirar la sonrisa que
llevaba engrapada al rostro. No tenía clases por la tarde, así que se sentía
liberado por ese día y caminó a casa.
Silbaba de pura alegría cuando oyó que alguien lo
llamaba.
-¡Kibum!
No, no podía ser. Se lo estaba imaginando. Sí,
eso era. Lógico, después de haberlo tenido toda la mañana deambulando por su
mente.
-¡Kim Kibum! -lo llamó la voz nuevamente.
Se paró en seco y aún con reservas se volteó a
ver. Su sorpresa fue más que enorme al corroborar sus pensamientos.
-Woow, qué rápido caminas –dijo Jonghyun una
vez a su lado, afirmando las palmas de sus manos en sus rodillas para ayudarse
a recobrar el aliento.
Kibum lo miró perplejo. De seguro aún estaba
dormido en su cama y por eso estaba soñando con que Jonghyun le hablaba. Esa
era la única explicación coherente que encontraba a todo aquello.
-Lo siento –dijo riéndose de la expresión de
Kibum. -Kim Jonghyun –dijo tendiéndole la mano a Kibum, regresándola luego a su
costado al darse cuenta de que no podría tomarla por llevar la maqueta.
-Su-supongo que no... debo presentarme...
–Logró decir Kibum.
-No, pues... ya me sé tu nombre –dijo el mayor
entre risas, a lo que el menor pensó: “Bueno, yo también me sabía el tuyo”,
aunque se limitó a devolver el gesto. -¿Caminas para tu casa? –preguntó como si
nada.
-Eeh... sí... –contestó Kibum cada vez más
perplejo. Un gran signo de interrogación se cernía ahora sobre su cabeza.
-Te acompaño. –“Siquiera es una pregunta” pensó
el menor. -¿Te ayudo con eso? –preguntó Jjong señalando la maqueta.
-No te preocupes... estoy bien.
-Dámela, yo la llevo –dijo con una sonrisa que
aturdió al rubio.
Le quitó la maqueta y esperó a que comenzara a
caminar.
Kibum no sabía qué rayos decir, siquiera sabía
por qué le estaría hablando, no era como si se fuera a quejar o algo, pero
estaba confundido y las mariposas que comenzaban a revolotear por su estómago
no ayudaban a disminuir el nerviosismo.
-Tu maqueta está buenísima –rompió el silencio
Jonghyun. –Concuerdo en cuanto a que es innovadora.
-Eeh... Gracias –dijo sonriendo. –Pero... ¿Cómo
sabes lo que dijeron los profesores? – le escrutó.
-En la facultad no se mueve un pelo sin que yo
lo sepa –le dijo en tono de broma, guiñándole un ojo. Kibum sintió que podía
derretirse ahí mismo por ese solo hecho.
-¿Y es por... esa misma razón... que sabes mi
nombre?
-No –contestó con una pequeña risilla. –Tu maqueta
lo traía.
-Oh –fue todo lo que pudo decir. Qué tonto
había sido.
-¿Te gusta la carrera?
-¿Ah? –preguntó algo confuso. –Oh, sí, claro.
Por algo estoy en ella –contestó sonriente una vez que procesó la pregunta.
Después de unos minutos de plática Kibum le
avisó a Jonghyun que vivía en una casa de esa calle, así que estaba bien si lo
dejaba hasta ahí, así que tomó de regreso su maqueta.
-Gracias por acompañarme.
-De nada. Cuando quieras –volvió el mayor a
sonreírle.
-Bueno... supongo que... nos vemos –dijo a modo
de despedida el rubio.
Jonghyun se acercó por su costado y sin más
aviso que su cercanía, lo besó. Cálidamente el moreno posaba sus labios sobre
los de Kibum y cuando los soltó sólo dijo “nos vemos”, para luego marcharse sin
más.
Cuando volvió en sí desde el mundo rosa al que
se había ido, se giró para hablarle, si es que algo coherente lograba salir de
su boca, pero cuando volteó lo único que pudo ver fue su silueta alejándose a
varias cuadras de distancia.
¿Y se había quejado de su rapidez para caminar?
Se quedó allí al menos dos minutos con todos
sus segundos, pero apenas sus piernas le respondieron caminó la distancia hacia
su casa. Abrió la puerta como pudo y luego la cerró dándole un leve golpe con
el pie. Iba a subir las escaleras cuando la voz de su madre lo sacó de su
sopor.
-Kibummie, ¿cómo te ha ido con la presentación?
¿Tienes hambre? –consultó su madre al no ver expresiones en el rubio.
-Bien, mamá –le contestó tratando de esbozar
una sonrisa que sentía pero no podía terminar de expresar. –Dejo la maqueta y
bajo a comer.
Terminó rápidamente de subir las escaleras, y
entró en su habitación dejó la maqueta encima de la mesa en la que siempre
trabajaba para luego volverse a cerrar la puerta. Se lanzó sobre la cama y su
sonrisa surgió como la de un ganador de la lotería. Se tocaba los labios como
si eso pudiera volverlo en el tiempo diez minutos atrás y estuviera de nuevo
frente a Jjong, esta vez disfrutando al cien por ciento del momento y habiendo
aventado lejos la maldita maqueta que lo había impedido de un mejor.
Comenzó a reír nerviosamente, totalmente embobado
en el recuerdo cuando de pronto una duda le incomodó el pensamiento. ¿Por qué? ¿Por
qué se le había acercado? ¿Por qué lo había besado? Esas preguntas comenzaron a
hacer mella en su mente cuando sintió unos nudillos golpeando la puerta.
-Bummie, tu almuerzo está servido. No dejes que
se enfríe –lo apremió su madre del otro lado de la puerta.
-Enseguida bajo –replicó levantándose de la
cama con aquella duda en el semblante.
El resto de la tarde estuvo pensando en aquella
molesta pregunta que luego fue seguida de otra.¿Cómo debería reaccionar la
próxima vez que le viera? Se sentía confundido, y la alegría sentida luego del
beso había sido sustituida en cierta parte, pero no del todo, por una sensación
de desconcierto.
Más tarde, y luego de haber dado las buenas
noches a sus padres, regresó a su habitación con las sensaciones
entremezcladas. Previendo el insomnio que lo abatiría, tomó un par de
somníferos, se puso la pijama y verificó su alarma para que no le ocurriera lo
de aquella mañana. Apenas tocó la almohada con la rubia cabellera los
somníferos surtieron efecto.
Al oír su alarma, la mañana siguiente, salió de
su cama de manera rauda y se dispuso a elegir su atuendo del día mientras
guerreaba por mantener alejados los recuerdos del día anterior, aunque sus
dudas pelearan por abrirse paso.
Salió de su casa con los audífonos en las
orejas a todo el volumen que le permitía su reproductor, ahogando sus pensamientos
en el intento de seguir la letra de la canción que atronaba sus oídos.
Sus clases de la mañana pasaron en vilo. No
prestó atención a ninguno de sus profesores y las dudas volvieron a su mente.
Deseaba que no tuviera que ver a Jonghyun ese
día. No se sentía capaz. ¿Qué pasaba si sólo lo había besado para burlarse de
él? ¿Si hubiera sido un juego o una apuesta con amigos? ¿Significaría eso que
se había dado cuenta de cómo lo miraba? “¡Aaah! ¡Kibum qué idiota!” se
refunfuñó para sí mismo.
Para el almuerzo se sentó con algunos de sus
compañeros en una mesa de la cafetería, tal como todos los días en que tenían
clases por la tarde. Apenas se ubicaron, miró impacientemente en todas
direcciones, temiendo que en cualquier minuto apareciera esa persona que antes
esperaba con ansias poder divisar.
Cuando se acercó el término del break y ya
pensaba que Jonghyun no aparecería, fue justo cuando apareció. Kibum quería que
se lo tragara la tierra y no atinó a otra cosa que escapar al baño mientras el
moreno parecía encaminarse en su dirección. Casi llegando a su destino dio
cuenta de la mala idea que había tenido. “¿El baño? ¿En serio, Kibum? ¿Buscas
escapar o que te atrape?”.
Jonghyun caminaba a su espalda, apenas unos metros
más atrás, así que aceleró el paso y siguió hasta dar con el fondo del pasillo
donde estaban las escaleras. Salió del edificio y no se vio capaz de volver a
sus clases de la tarde.
-¡Qué tonto eres, Kim Kibum! –se regañó a sí
mismo, tendido en su cama con sus manos cubriendo su rostro. - ¡Tonto, babo, baka,
dumb! – se recriminó en todos los idiomas que pudo, hasta que se quedó dormido.
Aún habiéndose recriminado todo el resto de esa
tarde, no pudo evitar actuar del mismo modo los dos días que le siguieron a
ese. Apenas Jonghyun aparecía por la cafetería a él le entraban unas ganas
enormes de correr, aunque ahora lo hiciera porque se avergonzaba de su actitud,
y vaya que sabía que lo que hacía sólo lo empeoraba, pero ya no podía darle la
cara a Jonghyun, moriría de la vergüenza si lo hacia.
Pero para el día viernes un cambio se alojó en
su mente desde el mismo momento en que abrió los ojos, un repentino y
vertiginoso cambio, pero tenía que aprovechar la valentía que ahora sentía.
Debía acabar con ese juego del perro y el gato
que él había comenzado. Así que cuando vio a Jonghyun hacer su entrada en la
cafetería a la hora de almuerzo tragó saliva e hizo su mejor esfuerzo para, al
menos, permanecer en la silla y no volver a correr. Tenía que dispar sus dudas
y pedirle disculpas por la actitud idiota que había adoptado los últimos días...
pero Jonghyun pasó por su lado sin siquiera mirarlo.
“¡Estúpido, estúpido, estúpido! Era obvio que
se aburriría de tu actitud” pensó el rubio con pesadumbre. “Apuesto que nunca
más querrá volver a hablarme.”
-¡Kiibuum!
-¿Qué pasó, qué pasó? –dijo removiéndose en la
silla, sobresaltado.
-Pasa que llevo tres minutos llamándote y
sigues con cara de idiota sin inmutarte –le dijo Nicole que estaba afirmándose
en la mesa hacia él. –El profesor de Estructuras me pidió que si te veía te
dijera que fueras a su oficina.
-¿Yo? ¿Para qué?
-Para invitarte a un trago –le contestó
sarcástica, para luego estallar en risas. -¡Cómo voy a saberlo! Sólo me pidió
que te avisara... por su cara, te recomendaría que fueras enseguida.
-Ok, ok –dijo levantándose y al pasar por el
lado de la chica le revolvió los cabellos.
Debía ir hasta el cuarto piso, pero cuando puso
los pies en el tercero tuvo que pararse a descansar. Por millonésima vez se
preguntaba cuándo rayos pondrían un bendito ascensor en ese lugar. Tomó una
larga bocanada de aire y se dispuso a seguir, pero una mano fuerte lo asió
hacia uno de los pasillos.
-Jonghyun – susurró Kibum cuando éste lo soltó,
mirándolo sin decir nada. –Yo... yo...
-¿Por qué huyes de mí? –Kibum no sabía decir si
su voz sonaba enojada o... dolida.
-Yo... Jonghyun... no es que...
-Mira, yo sé que fui precipitado... –dijo al
momento en que parecía mirar algo que se encontraba más allá de Kibum. –Pero es
que... me gustas, Kibum –El rubio sintió que su corazón se detenía justo en ese
momento. –Cuando te vi entre todos quienes entraron este año a la carrera, tú
llamaste mi atención por completo. –Ahora miraba fijamente a los felinos ojos
de Kibum. –Me gustas –repitió. –Y, mira, tal vez yo no te guste ni nada
parecido, pero tenía que intentarlo al menos. Tentar mis posibilidades –explicó
con una sonrisa ladeada.
Kibum se había quedado sin nada que decir, más
que nada porque no sabía qué. Hasta allí había llegado su resolución de la
mañana.
-Jongyun, tú… tú –comenzó balbuceando pero sin
poder acabar la frase.
-¿Yo...? – Lo instó el moreno con ojos
temerosos, aún a la expectativa, pero con esperanza.
-Tú también me gustas –respondió en un susurro.
No hizo falta nada más. Jonghyun lo tomó por la
cintura y volvió a tomar sus labios tal como cuatro días antes, suavemente. Sólo
quitó sus manos de aquel lugar para pasarlas a las mejillas del rubio y poder
besar con mayor intensidad esos labios que había deseado desde que los tocó por
primera vez.
-Yo... –musitó Kibum entre el beso.
-Kibum, tú qué... –dijo Jonghyun entre risas,
consternado por cómo Kibum lo tenía en ascuas todo el tiempo.
-Yo… tenía que ir a hablar con el profesor
de...
-No te preocupes por eso –le comunicó Jonghyun
entre risas más sonoras.
-Siquiera sabes a qué profesor tengo que ver.
¿Cómo m dices que no me preocupe?
-Porque no tienes que ver a ningún profesor. Yo
le pedí a tu amiga que te dijera eso para que subieras hasta aquí y poder
hablarte –se sinceró Jjong.
-Pero... pero... –Qué frustrado se sentía por
ser tan idiota.
-Pero nada –le dejó un beso ligero en los
labios sonrosados. –Me di cuenta que no podía ir de frente contigo... tenía que
hacer algo. –Se encogió de hombros y volvió a tomar sus mejillas para volver a
besarlo. -No me dejaste opción. -Rió mientras Kibum sonreía para luego seguir
el ritmo de esos labios que se prometió no volver a ignorar.
Como todos los días ese piso se encontraba casi
desierto, por no decir, completamente desierto, lo que lejos de molestarlos,
los hacia sentir a sus anchas. Jonghyun no podía sentirse más dichoso y Kibum
ya no podía sentirse de ninguna manera. Los besos de Jonghyun eran como un
analgésico tranquilizador que lo alejaba de toda realidad.
Ambos olvidaron las clases a las que debían
asistir más tarde.
Lo que pasó el resto del día, y de ahí en
adelante... bueno, eso es otra historia.
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