Lo vi llegar por la
tarde, poco después de que yo hubiera hecho mi entrada a aquel lujoso hotel al
que estaba invitado a motivo de una conferencia que se efectuaría allí. Me habían
asignado la suite 16. Por el rabillo del ojo pude ver que él venía tras de mí,
quizás le habían asignado una habitación en el mismo pasillo... o esperaba que
fuera eso y no que viniera directamente hacía mí. Entré a la habitación sin
parar un segundo a mirarle y cerré la puerta tras de mí. No escuché nada raro.
Quizás siquiera me había reconocido.
Dejé mi pequeña maleta
en el suelo, a un lado de la cama y me fui directo al minibar. Mis pensamientos
me dirigieron muchos meses atrás, a nuestro último “encuentro”. Cada vez que
nos veíamos era lo mismo, pero no, esta vez no podía ser. Yo sabía que su
estado civil había cambiado y que las cosas no eran como cuando íbamos a la
universidad. Las cosas habían cambiado mucho desde que todo empezó.
~*~*~
Kibum había entrado ese
año a estudiar Medicina y Jonghyun ya iba en su segundo año. La primera vez que
se cruzaron no hubo el menor adelanto de lo que sería luego su contacto más
cercano. Siquiera se miraron aquella vez, siquiera se enteraron de que estaban
uno al lado del otro en la fila de la cafetería.
Con el paso de los
meses, Kibum se hizo amigo de Jinki y de Luna, ambos de segundo año y quienes
se habían ofrecido a ayudarlo en lo que necesitara tanto dentro como fuera de
los estudios. Ellos siempre andaban juntos y Kibum pensaba que hacían linda
pareja aunque nunca les dijo nada porque no quería quedar por impertinente
frente a los mayores.
Un día, buscando a
Onew, como había comenzado a decirle a Jinki por insistencia de Luna que lo
había apodado así, fue que tropezó con alguien, iba con tanta prisa que sólo
musitó un “disculpa” y siguió su camino, siquiera se volteó a ver cuando una
voz, presuntamente la de a quien había chocado, lo llamaba para que regresara.
Días después caminaba
por los pasillos de la facultad inmerso en uno de sus libros cuando sintió que
alguien lo miraba desde su costado derecho. A su lado, caminando a su mismo
paso había un chico moreno, un poco más bajo que él y con una mirada que en el
minuto no supo descifrar. Le sonrió y rebuscó algo en la mochila negra que
traía en la espalda al mismo tiempo que dejaba de caminar tal como Kibum lo
había hecho. Sacó una pequeña libreta de color rosa que Kibum reconoció
enseguida y se la tendió.
-Se te cayó el otro día...
cuando casi me atropellaste –añadió entre risas, entregándole la pequeña
libreta.
-Disculpa por eso
–respondió algo apenado al recordar cómo había salido corriendo sin siquiera
preocuparse por el chico al que había empujado. –Y gracias por esto. –Señaló la
libreta.
-Jonghyun –dijo el
moreno tendiéndole su mano derecha.
-Kibum –dijo
devolviendo el gesto.
-Lo sé. Te he visto
conversando con Jinki y Luna –Aclaró para sorpresa del más alto, quien no pudo
evitar el sonrojarse un poco.
Aquel chico tenía buen
parecer y se veía bastante simpático con aquella bella sonrisa pegada al
rostro, pensó Kibum.
-¡Keeyyy! –la voz de
Onew sonaba por el pasillo haciendo eco. –Veo que estás acompañado –dijo cuando
llegó a la altura de Kibum y Jonghyun, dándole una mirada sugestiva al primero.
-Así es como me han
apodado Luna y Onew, Key –aclaró ante la mirada de confusión que se reflejaba
en el moreno. –Y sí, Jonghyun ha venido y me ha devuelto la libreta que te
comenté que había perdido ¿recuerdas?
-Oh, sí, recuerdo.
¡Keeyy! –volvió a gritar efusiva y repentinamente Onew aunque sin necesidad ya
que el aludido estaba justo en frente suyo. –Luna nos espera en la biblioteca,
dijo que había algo que teníamos que ver... no sé... quizás descubrió algo con
lo que confundir al profesor de Anatomía, ya sabes lo mal que se han empezado a
llevar. –Rió para sí al recordar los últimos encontronazos que había tenido la
chica con el profesor y que luego se había encargado de reproducir con lujo de
detalles para Kibum. –Si quieres puedes venir, Jjong.
-Claro, vamos –dijo
dándole una sonrisa a su compañero.
Después de esa tarde
Jonghyun se ofreció a ayudar a Kibum en lo que necesitara tal como lo habían
hecho Luna y Jinki anteriormente. Con el tiempo, Kibum al momento de pedir
ayuda en sus materias siempre se dirigía a Jonghyun aunque éste no fuera el
mejor de sus tres amigos en cuanto a las clases.
Las cosas se sucedieron
y tanta cercanía llevó a que un día “las cosas se dieran como se dieron”... o
así era como lo pensaba Kibum cada vez que sus recuerdos volvían a caer en
aquel día en que estudiando en su habitación de la pensión en la que se
hospedaba había perdido la virginidad a manos de Jonghyun.
Nunca se apartaron de
él los escalofríos que se paseaban juguetones por su espina dorsal al recordar
cómo las manos de Jjong lo asieron de cada parte palpable, cómo no pudo dejar
de repetir el nombre de ese chico entre jadeos, y cómo le besó hasta en el más
recóndito lugar de su cuerpo aquella tarde y las tardes posteriores que le
sucedieron a esa. Hasta que Jonghyun se graduó.
Nunca fueron nada más
que amantes, si es que se podía hacer la distinción. Nunca compartieron con
nadie su pequeño secreto, Kibum siquiera se lo mencionó a Onew ni a Luna. Por
esa misma razón cuando Jonghyun desapareció de su vida, sintió que no podía
sentirse decepcionado, las promesas no habían existido en esa relación
apasionada entre cuatro paredes. Pero siendo sinceros, tampoco era como si le
sobrara la alegría cuando se dio cuenta que no volvería a saber de él.
Meses después de
haberse graduado se lo encontró en un bar. Él había acudido allí por la
celebración del cumpleaños de una amiga, Jonghyun sólo había ido buscando un
poco de entretención nocturna junto a algunos compañeros de trabajo. Cuando sus
miradas se encontraron nadie supo de ellos sino hasta el día siguiente.
En un cuarto de motel
fue que Kibum se dio cuenta que Jonghyun se había apoderado de él
completamente, y no importaba el tiempo que transcurriera entre ellos. Su
cuerpo y su mente estaban ya atados a ese moreno de piel tersa.
Cuando despertó a la
mañana siguiente se encontró solo en aquella habitación desconocida y una
pequeña nota yacía en el lugar donde debería haber estado su acompañante.
“Fue todo un placer volver a
verte Key.”
No volvió a saber de él
sino hasta año y medio después. Aquella vez ya estaba preparado para lo que
pasaría, sabía que apenas abriera los ojos a la mañana siguiente Jonghyun
habría vuelto a desaparecer, pero ya no le importaba. O eso quería creer. Se
había entregado por completo a ese juego delirante.
~*~*~
En la suite 16
lo que empieza no termina.
Del mini bar al Edén y en muy mala compañía.
Ya había pasado casi un
año desde esa última vez, recordé con una copa de brandy en mi mano -el
tercero, quizás -y mis pensamientos como única compañía. Miré el reloj, la
conferencia comenzaba dentro de diez minutos. Salí de la habitación con total
relajo y sin preocuparme de inspeccionar el pasillo antes de salir por si me
encontraba con Jonghyun en mi camino. Lo mejor sería que no fuera así, pero por
alguna razón no me preocupó.
Llegué al salón de
eventos del hotel y me senté en la mesa que me indicaron al entrar al lugar,
junto a mí habían otras cinco personas que yo desconocía del todo, pero como
todos teníamos la misma profesión no demoró mucho que la compañía en la mesa se
hiciera amena.
Me sumergí en la
conversación hasta que sentí el peso de una mirada sobre mí. Traté de mirar
disimuladamente de quién se trataba, pero no logré nada, así que sin mayores
prevenciones miré hacia todos lados y en un movimiento de mi cabeza lo tenía
con sus ojos clavados en los míos. Ahí estaba, dando cuentas de mi presencia.
Me sonrió y yo como un idiota le correspondí el gesto, sólo para luego regresar
mi mirada a la mesa y regañarme mentalmente por ello.
Me sentía mareado y me
reía por todo, durante la conferencia otro vaso de algún licor que no recordaba
había llegado a mis manos, siendo el cuarto trago de la noche. Posterior a eso
se nos invitó a un cóctel en un amplio salón de baile. Apenas entramos todos
sentí la mirada intensa de Jonghyun sobre mí otra vez. No quería ceder, no iba
a ceder. No esta vez.
Me acerqué a una mesa
atiborrada de copas y tomé la primera que tuve a mi alcance sin pararme
siquiera un segundo a verificar de qué trago se trataba. El licor me escoció en
la garganta, pero tomé un segundo sólo para calmarme los nervios que iban a
desquiciarme de un momento a otro.
Comencé a caminar por
el salón, rodeando el lugar para poder calmarme un poco y escapar de su campo
visual para que dejara de violarme con la mirada. No me di cuenta cuando pasé
por detrás de él sino hasta que sentí su perfume asfixiarme los pulmones y
taladrarme otra vez los recuerdos. Algo dentro de mi cerebro se tuvo que haber
desencajado en ese momento como para que tomara el valor de acercarme al grupo
en el que conversaba. No sabía cómo podría estar de pie frente a él ni cómo
sería capaz de hilar una conversación coherente con todo el alcohol que tenía
en el cuerpo y que empezaba a idiotizar mis sentidos. Pero ya no había vuelta
atrás, su olor y toda su esencia se habían impregnado en mí desde la primera
vez que me tomó en aquella pensión, no podía simplemente tratar de ignorar su
presencia en el lugar.
Era ese sabor en tu piel, a azufre revuelto con
miel.
Así que me llené de coraje y me fui a caminar
por el lado salvaje.
Había esperado vanamente
que el tener personas rodeándonos de cerca hiciera que él disminuyera la
intensidad con la que enfocaba esos ojos de cachorro en mí, pero me había
equivocado olímpicamente, porque ahora que me tenía cerca podía sentir como me
desnudaba ahí mismo, como me hacía placentera la idea de ser un exhibicionista
frente a toda la cuadra de doctores que nos flanqueaban por todos lados.
Pensé "no me mires así, ya se lo que
quieres de mi
Que no hay que ser vidente aquí
Para un mal como tú no hay un cuerpo que aguante”.
No supe en qué exacto
momento me encontré haciéndole una seña indicándole que me siguiera. Me despedí
de nuestros acompañantes, agradeciéndoles por la edificante plática y subí en
el ascensor y presioné el botón que daba al piso en el que me encontraba
alojado, pero antes de que las puertas pudieran cerrarse una mano se posó entre
ellas haciendo que se abrieran otra vez.
-Kibummie~ –dijo con una voz
seductoramente cantarina.
Yo no pude hacer otra
cosa que soltar un pequeño gemido, mientras él se abalanzaba sobre mí,
comiéndome los labios mientras las puertas del ascensor volvían a cerrarse tras
él. Sólo atiné a posar mis manos en sus brazos, indefenso ante la intensidad de
su tacto.
Nos sobresaltamos
cuando sonó algo muy parecido a una campanilla y las puertas del ascensor se
abrieron indicando que habíamos llegado al piso. Me zafé de su agarre y salí al
pasillo, intentando llegar a mi habitación para alcanzar un poco de la cordura
que parecía correr lo más rápido posible para alejarse de mí.
Puse arduamente la llave
en la cerradura y cuando logré hacerla girar, abriendo la puerta, sentí sus
manos rodearme por la cintura y un aliento pegado a mi cuello.
-Te sienta muy bien el
rubio – susurro en mi oído haciendo que me estremeciera.
Entramos rápidamente a
la habitación, él cerró la puerta dando una patada hacia atrás mientras me
acorralaba contra la primera pared que estaba a la vista, fundiendo sus labios
con los míos. Yo no puse la menor resistencia y ayudé en el trabajo de
quitarnos las corbatas que no nos ayudaban para nada al momento de necesitar
más aire con lo agitadas que ya se iban poniendo nuestras respiraciones. Pronto
mis brazos rodeaban su cuello y mis manos se perdieron dentro de su camisa, así
como lo que me quedaba de cordura, acariciando su espalda.
Lo hecho está hecho.
Volví a tropezar con la misma piedra que hubo
siempre.
Se siente tan bien todo lo que hace mal
Y contigo nunca es suficiente.
Con fuerzas que no
sabía que me quedaran lo empuje contra la pared de enfrente. Quería ser yo
quien llevara las riendas, pero no me duró mucho el esfuerzo y él volvía a
empujarme contra la pared a mis espaldas, jalando de mi chaqueta para
quitármela sin dejar de aprisionar mis labios en ningún momento. Intenté
sacarle la suya, pero mi sentido del equilibrio se perdía cada vez más y en el
momento en que intentaba sacarle la prenda lo empujé contra la puerta, pegándose
aún más nuestros cuerpos bajo el efecto de la inercia. Noté su entrepierna
dura, casi saliendo por sí sola de los pantalones y quería hacerlo sufrir un
poco. Deslicé mi pierna lentamente por aquella zona ahora sensible y gimió
levemente entre nuestros labios.
Me perdí en ese
instante y él volvió a arremeter contra mí, pero esta vez caímos al suelo y
comenzamos a reír mientras yo intentaba de nueva cuenta sacarle la maldita
chaqueta, con resultados positivos esta vez.
Estaba él encima de mí,
no nos levantamos del suelo y no hicimos el mínimo amago de movernos del lugar
donde habíamos caído hasta que unos golpes en la puerta nos hicieron bajar los
sonidos de nuestras risas y los jadeos que se entremezclaban con éstas.
Del otro lado, uno de
los botones del hotel golpeaba con ahínco, preguntando si es que alguien se
encontraba en la habitación. Jonghyun y yo nos habíamos quedado estáticos en
nuestra posición, pero luego la boca intrusa de Jjong buscaba tesoros
inexistentes en mi cuello, cavando con su lengua en toda la superficie entre mi
mandíbula y mi pecho.
Apenas pude ponerme de
pie y arranqué de los brazos de Jjong, escuchando como éste protestaba le hice
una seña para que se callara y me dirigí a la mesa de noche en busca de un
pequeño marcador que indicaba en letras mayúsculas “DO NOT DISTURB” para colgarlo en la puerta. Camino a la
mesilla tropecé con mi maleta, cayendo en la cama quedando cubierto por
Jonghyun en menos tiempo del que pude darme cuenta de que estaba tirado en ella.
Sus manos se movían con
impaciencia hacia mis pantalones cuando lo detuve, necesitaba alcanzar aquel
marcador. No era como si eso fuera a parar los sonidos que se abrirían paso más
tarde, pero al menos sabrían que no queríamos que golpearan a la puerta.
Cómo fue que pasó esa noche impaciente.
Fueron a llamar de la de recepción
Cuando se quejaba la 17.
No puede ser nada normal acabar eligiendo tan
mal
En materia de hombres soy todo un experto
siempre en repetir mis errores.
Llegué a la puerta
dejando a Jonghyun en la cama mirándome con esos ojos de necesidad y súplica,
abrí despacio la puerta. Pude ver como un botones estaba de pie fuera de la
puerta siguiente a la de mi dormitorio. El carrito me indicaba que era el
servicio a la habitación. Pero al parecer había llegado tarde. La comida ya
estaba servida.
Luego de colocar el
marcador, volví a cerrar la puerta y reprimí una risilla. Al darme la vuelta,
me encontré con los cálidos y húmedos labios de Jonghyun chocando con los míos,
cada vez con un mayor frenesí que me desesperaba.
Como pude lo empujé
hasta que dimos con la cama. Esta vez estaba yo sobre él. Lo admiré un poco
antes de arrancarle la camisa que se ceñía a su cuerpo burlándose de mí y me
encontré con aquel cuerpo trabajado con el que tanto me había deleitado durante
la universidad y las dos veces que nos habíamos vuelto a encontrar en el paso
de esos años. Un pensamiento trataba de abrirse paso en mi mente cuando recordé
aquellas ocasiones, pero no logró darse forma antes de que mi raciocinio se
fuera al carajo cuando sentí las manos de Jjong abrir el cierre de mi pantalón
y acariciarme la hombría como haciéndome pagar por lo que yo le había hecho momentos
antes.
No hay ceguera peor que no querer mirar,
Cuando te guardabas el anillo dentro del
bolsillo y dejarlo pasar.
Lo hecho está hecho
Volví a tropezar con la misma piedra que hubo
siempre.
Se siente tan bien todo lo que hace mal
Y contigo nunca es suficiente.
Ceñido a su mano pude
sentir ese anillo que me corroboraba que no seguía soltero, que había preferido
mantener una imagen heterosexual frente a los estirados del gremio en lugar de
reconocer que las mujeres poco y ningún placer le proporcionaban.
No me costó mucho
olvidar por completo esa estúpida y dorada circunferencia cuando gemí
fuertemente al sentir su mano apretando mi entrepierna.
¿Hasta que punto este
hombre podía hacerme perder la razón? ¿Cuántas veces perdería mi dignidad
frente a sus caricias? No lo sabía y no tenía la menor intensión de averiguarlo
en esos momentos.
Volví a acercar mi boca
a la suya, pero en lugar de besarla, mordí su labio inferior haciéndolo gemir
también, mientras tocaba su entrepierna tratando de soltarme de su propio
agarre que me estaba empezando a desesperar.
De un momento a otro,
nuestra ropa estaba regada alrededor de la cama y las cobijas se encontraban
desordenadas en jirones que denotaban nuestros salvajes movimientos entre el
frenesí de desvestirnos y el licor que aún hacía estragos en mi sangre y mis
sentidos.
Jonghyun recorría mi
cuerpo con su lengua sacando suspiros y gemidos desde mi garganta, sabía
exactamente qué lugares eran los más sensibles en mi cuerpo, cuáles me llevaban
a sentirme placenteramente excitado y él disfrutaba de sentirme así, jalando su
cabello cada vez que me sentía morir al sentir sus dientes marcándome, y fue
peor cuando llegó a mi hombría.
Nunca me sentí tan fuera de
lugar,
Nunca tanto se escapó de mi control,
Pero todo en este mundo es temporal.
Lo eres tú, lo soy yo.
El roce de sus manos
con ese sector de mi cuerpo estaba comenzando a nublarme los sentidos, con
excepción de uno. No podía dejarlo continuar así sino de un momento a otro me
correría en su mano sin remedio.
Me acerqué al costado
de su rostro y tomé el lóbulo de su oreja con mis labios, comencé a lamerlo y
pude sentir como gemía en mi oído. Aproveche mi oportunidad y lo volteé en la
cama para poder quedar sobre él. Mi desesperación había alcanzado su límite.
Acerqué dos de mis
dedos a su boca para prepararme, pero me tomó de la muñeca y volvió a tumbarme
en la cama y comenzó a prepararme él.
Sus dedos se sentían
tan bien. Había extrañado su tacto en mi piel, su peso sobre mí, sus ojos
envolviéndome. No podía dejar de recorrer su abdomen, sintiendo los relieves
que se habían hecho cada vez más sexys con el paso del tiempo. Trataba de
distraerme a mí mismo mientras una parte de mí se encogía en reacción al
contacto que hacía con mi entrada.
Cuán débil era estando
junto a él. Qué humano y qué pecador.
Nunca me sentí tan fuera de lugar,
Nunca tanto se escapo de mi control,
Pero todo en este mundo es temporal,
En eso no decido yo.
Para el momento en que un
condón se cernía sobre su miembro erecto yo ya había perdido aquella cosa que
llamaban cordura. Un gemido se escapó de mis labios cuando entró en mí tan
fuerte que no supe si había sido yo o mi imaginación era la que gritaba de ese
modo descarado.
Amoldó mi cintura con
sus manos, mientras yo me aferraba a sus hombros, clavándole mis dedos y
estremeciéndome con cada embestida. No podía mantener los ojos abiertos, el
placer y la excitación colándose por mis poros no me lo permitían, así como no
me era posible el reprimir los jadeos que se hacían más profundos en cuanto la
fricción de nuestros cuerpos se hacía igual de intensa.
Podía sentir la sangre
bombeando con excesiva rapidez por todo mi cuerpo y las sensaciones fluyendo al
galope en mi bajo vientre.
Sus brazos me asían a
él en un abrazo posesivo lleno de la lascivia guardada por meses en los que no
habíamos coincidido. Su boca recorría la zona de mis clavículas provocándome
cosquillas.
Sin previo aviso se
separó de mí haciéndome soltar un gemido más fuerte que los anteriores y me
arrojó a la cama, antes de que pudiera voltearme a verlo pasó sus brazos
rodeándome y me apegó a su pecho, lo sentía húmedo, caliente. Excitante.
-Tendrás que sujetarte,
ya sabes cómo va esto –me susurró al oído, y estuve seguro de que si lo hubiera
visto a la cara me hubiera guiñado un ojo.
Me aferré a las
sábanas, anticipándome a lo que no se demoró en llegar. Volvió a entrar en mí
con premura y al mismo tiempo que volvía a sumirnos en un ritmo constante
comenzó a masajear mi hombría que había sido desatendida y ya se encontraba por
lo menos desesperada.
Después de unos
minutos, mi labio inferior estaba resintiendo el soporte de los gemidos que
ahora trataba de amortiguar hundiéndome en la almohada. Podía sentir su
respiración desacompasada y sus jadeos en cada movimiento.
Era desconcertante como
aquellas cosas en él me parecían placenteras y me llevaban agonizando a los
límites de mi raciocinio. En todos estos años nadie más me había hecho sentir
igual... siquiera nada parecido.
Lo hecho está hecho
Volví a tropezar con la misma piedra que hubo
siempre.
Se siente tan bien todo lo que hace mal
Y contigo nunca es suficiente.
Se siente tan bien todo lo que hace mal.
Ya no aguantaba más, y
podía suponer por como se estremecía que él estaba muy cerca de terminar
pronto.
No bastó mucho más para
que acabara en su mano, derramando mi esencia en las sábanas. De seguro aquellas
manchas les darían algo qué cuchichear por los pasillos a las chicas del aseo
al día siguiente. No tardó mucho para que él se fuera dentro del condón, aún
así pude sentir como algo líquido recorría mis piernas camino abajo.
Nos quedamos así por
unos momentos, su cabeza reposando en mi espalda, mientras nuestras
respiraciones se regularizaban.
Salió de mí y echó a un
lado el preservativo. Nos recostamos con los ojos pesándonos de cansancio. Una
de sus manos me aprisionó contra él y yo posé una de mis manos en su rostro, le
recorrí con la yema de los dedos.
-No has dicho palabra
Bummie. –De alguna manera, le agradecí que susurrara, si hubiera hablado en una
voz más alta hubiera sentido como el romperse de un hechizo.
-Digamos que... se me
había hecho algo difícil sino hasta ahora. –Soltamos unas risillas sin elevar
los tonos de nuestras voces.
-Realmente te sienta
bien el rubio... te ves diferente.
-Supongo que debo decir
que gracias.
-Te ves diferente, pero
no has cambiado nada. –Su mano, antes estática, recorrió un poco más mi cuerpo
y se posó en mi muslo. No pude evitar un escalofrío.
-¿Cuánto tendrá que
pasar esta vez? –pregunté con dejo de nada. Sólo por preguntar.
-No lo sé. –Me jaló más
hacia él. –Como ves, las vueltas de la vida, son enormes. -Me besó cortándome
el hilo de pensamientos que apenas nacía en mi mente y haciéndome dar un
respingo por el roce de nuestras hombrías aún resentidas. –Y placenteras –acotó.
Me abracé a su pecho y
él me rodeó con sus fuertes brazos. No supe en qué momento caí dormido bajo ese
cálido manto.
* * *
Despertó cuando los
rayos de sol que entraban por la ventana le golpeaban el rostro. Estaba en una
cama que no era la suya y le costó recordar dónde se encontraba y por qué, pero
luego de hacerlo no le fue difícil recordar lo que había sucedido en esa habitación
algunas horas antes.
Una vez sentado en la
cama, cubriéndose apenas con las sábanas, se refregó la cara con las palmas de
las manos.
Levantó su voz sólo
para cerciorarse de lo que parecía ser obvio. Un papel en la almohada, que le
trajo recuerdos sarcásticos, era todo lo que tenía por compañero en la
habitación.
“Fue todo un placer volver a
verte Jjong.”
El moreno no pudo
reprimir una sonrisa irónica y juguetona mientras volvía a recostarse en la
cama.
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Basado en la canción "Lo Hecho Está Hecho" de la cantante colombiana Shakira.
Basado en la canción "Lo Hecho Está Hecho" de la cantante colombiana Shakira.
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